VII FORO Mujer y Ciudadanía en el Siglo XXI

Fernanda Romeu Alfaro

Mujer y Ciudadanía en el Siglo XXI

FERNANDA ROMERO ALFARO PROFESORA

Mi única intención en este foro, es conseguir dos objetivos: el primero, destacar, que gracias a la República, de donde vamos a partir en este análisis, las mujeres representan un importante colectivo ciudadano con postura política. Donde las mujeres luchan por su emancipación y por su propia identidad. Y, segundo, desarticular la pretendida desigualdad de la lucha de las mujeres contra el franquismo.

Una de las características de la metodología de la investigación feminista es la ruptura con la tradición académica, especialmente con dos de sus elementos básicos: la objetividad y la ausencia de «valores». Desde esta perspectiva, intento crear una concepción distinta de lo que se ha realizado en estos últimos años sobre la represión franquista, en donde además del trabajo político de las mujeres comprometidas en esta lucha frente a la dictadura, las relaciones humanas , el afecto, el amor y el dolor, si tengan un referente importante a destacar. La Historia de la Mujer en general es ya de por sí una ruptura con la sistematización tradicional de la Historia también, porque la situación de las mujeres que vamos a estudiar está sometida a un doble silencio en función de esa doble cualidad de «mujer y republicana».Es increíble el olvido caído sobre la memoria de tantas combatientes republicanas, asesinadas o ejecutadas en la propia contienda y en la larga posguerra, mientras no ocurre lo mismo con los combatientes masculinos.

La República, aunque en líneas generales no prestó una atención especial a la situación de la mujer, tampoco puso grandes cortapisas ni a su evolución personal ni a su participación en la tarea colectiva del pueblo. Algunas ventajas que hoy todavía consideraríamos grandes conquistas, vinieron dadas por la República, como: el derecho al voto, el matrimonio civil, el divorcio, decidir sobre nuestro cuerpo, el derecho al aborto, entre otras.

En 1933 se constituyó el Comité Nacional de Mujeres Antifascistas de España, presidido por Dolores Ibarruri, el cual desarrolló una gran actividad de movilización de mujeres en contra de las medidas reaccionarias de los gobiernos del Bienio Negro, en contra de sus preparativos bélicos, y llevó a cabo campañas por la libertad de las víctimas del hitlerismo que acababa de entronizarse en Alemania. En Agosto de 1934 se celebró en Paris el Congreso Mundial de Mujeres contra la guerra y el fascismo, al cual asistió una delegación de mujeres españolas. Un ejemplo de su espíritu contrario a la guerra: Cuando el gobierno trata de realizar una movilización de reservistas en relación con el problema de Marruecos, se organizó en Madrid una manifestación de protesta contra la movilización de reservistas, en la que participan varios miles de mujeres.

Los guardias de la policía montada lanzaban sus caballos sobre nosotras. Las mujeres sin arredrarse, volvían a reagruparse y continuábamos marchando por las calles de la capital. Fueron detenidas numerosas manifestantes y conducidas a la Dirección General de Seguridad. Ante las protestas de las diversas organizaciones democráticas, las autoridades se vieron obligadas a ponerlas en libertad.
Lectura literal de un documento

La Guerra Civil significó una gran convulsión para la sociedad y las mujeres no fueron ajenas a ella. La guerra borraba de golpe los privilegios de la mujer e iba a correr por una vez en la Historia de España, el mismo destino que el del hombre. Los años de guerra representaron un periodo de aceleración de la transformación social de las estructuras sociales y políticas del país. Las mujeres se convierten en agentes activos de doble estrategia de resistencia antifascista y de transformación revolucionaria. Y en este caso, la guerra actuó como catalizador obligando no sólo a un reajuste en el rol social de las mujeres, sino también a un replanteamiento de la tradicional división de las esferas exigiendo su presencia en el ámbito público, de la producción y del trabajo asistencial.

VII Foro Fundación Hugo Zárate "Mujer y Ciudadanía en el Siglo XXI "En el transcurso de la guerra, el Ministerio de Defensa nombró a un grupo dirigentes de la organización de Mujeres Antifascistas para constituir el Comité de Auxilio Femenino, que jugó un importante papel. Las Mujeres Antifascistas, organizaran guarderías y comedores para niños, montaron comedores en los refugios de Barcelona, llevaban alimentos a los obreros de las fábricas de guerra, llevaban ayuda sanitaria y víveres, entre otras cosas. También hay que destacar el importante papel que jugó, sobre todo en el campo de los logros feministas, «Mujeres Libres», de tendencia anarquista.

La mayor parte de las mujeres que lucharon contra Franco no eran ni víctimas ni heroínas. Protagonizaron la lucha antifascista y defendieron los derechos democráticos de la Segunda República. Entre ellos, un núcleo significativo impulsó también proyectos de evolución social, como vamos a ver a continuación.

En Valencia el 29 de Octubre, en el Salón del Conservatorio, tiene lugar la Segunda Conferencia Nacional de Mujeres Antifascistas. Al final de la sesión, en las que intervienen diferentes delegaciones y que se prolonga durante varios días, se compone la nueva Dirección de un Comité de Honor formado por la señora de Azaña, la madre de Fermín Galán ( como veis no aparecen sus nombres, solo ser señora de…), Catalina Salmerón, Amparo Meliá, la señora de Miaja y Belén Sárraga. En la sesión de clausura fueron aprobadas varias conclusiones, entre las que destacaremos solo unos pocos puntos, ya que no tenemos tiempo para extendernos:

  1. Someter a la consideración del Gobierno y de los Sindicatos la necesidad de la supresión de la jornada de 8 horas y de la semana inglesa.
  2. Creación, al lado de cada fábrica o de cada barriada obrera, de comedores colectivos, casas-cuna y jardines de niños.
  3. Igualdad de salarios cuando las mujeres andan el mismo trabajo que el hombre:
    • Protección a las madres trabajadoras
    • La protección a la mujer madre debe hacerse a costa del Estado y de las Empresas, sin descontar nada del jornal.
  4. Recabar para las mujeres puestos en los Consejos Municipales.
  5. Considerando que la unidad antifascista es una de las condiciones fundamentales para la victoria, las mujeres antifascistas lucharán con toda energía por el fortalecimiento del Frente popular, y ateniéndonos a esto, reunida esta Conferencia, invitamos de una manera cordial a los Partidos y organizaciones de la España leal a fundir sus aspiraciones y sus fuerzas en un solo denominador: ganar la guerra y aplastar al fascismo secundando con disciplina y entusiasmo las disposiciones del Gobierno de la República.

Precisamente en esta unidad antifascista, creo que reside una de las causas que explican el triunfo ejemplar del trabajo por ellas desarrollado, en su lucha contra el franquismo durante la guerra. Sin embargo, el hecho del escaso aprovechamiento de su capacidad organizativa por parte de los organismos oficiales, es indicativo no sólo del desinterés sino también de la inhibición oficial frente al enorme potencial organizativo femenino en la retaguardia.

Existe necesidad de hacer una nueva periodización del franquismo a fin a un proceso de movilización de las mujeres. Esta se divide en cuatro etapas:

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Primera etapa

El origen de la lucha clandestina de las mujeres, lo encontramos ya cuando se reunían en las propias puertas de los cementerios y de las cárceles. Desde el final de la guerra, las mujeres, madres e hijas de detenidos, se vieron obligadas a permanecer durante largas horas ante las comisarías y buscar los cadáveres de los propios familiares entre los fusilados en los cementerios. Hay que tener en cuenta que a partir de 1936, los fusilamientos en cadena, los procesos sumarísimos, y las represalias de todo tipo acompañarían a las detenciones en masa.

Yo he asistido desde los comienzos, de cómo han ido organizándose las mujeres después de Guerra. Cerca de las tapias del Cementerio del Este, íbamos todas las mujeres a ver si habían matado al marido, a poder recogerlo. A las once de la mañana, te permitían entrar junto a las tapias y allí ibas mirando uno por uno a todos los que habían matado por la noche. Las mujeres iban reconociendo a sus hijos, a sus maridos o a sus padres… Testimonio de Antoñita García

Si tenemos en cuenta las proporciones tremendas de la represión, los centenares de hombres muertos por el franquismo y los millares de encarcelados o internados en campos de concentración, la presencia de las mujeres estaba llamada a desempeñar un papel de primerísima orden en una serie de tareas, tales como la lucha contra el hambre, la organización de la ayuda de la solidaridad de los presos y de los perseguidos. Ser «mujer de preso» se convertiría en estos años en una especie de estatus político. Ocultaron a perseguidos, guardaron y distribuyeron publicaciones clandestinas y facilitaron sus casas para reuniones políticas.

En el verano de 1944 un grupo de guerrilleros españoles cruzaron los Pirineos, en un intento de penetrar en España a través de la operación que se conoce con el nombre de Invasión del Valle de Aran. A partir de esta fecha será constante el apoyo de un gran número de mujeres a la lucha guerrillera. No hay que olvidar que en algunos lugares del territorio español, la guerrilla se había iniciado antes de esta fecha, por lo que la ayuda de las mujeres también se realiza paralelamente. Esta ayuda fue como uno de los tributos anónimos a la lucha antifranquista, si tenemos en cuenta que cualquier forma de ayuda a la guerrilla se juzgaba como un acto de «Bandidaje y de Terrorismo». Un gran número de apoyos y de enlaces fueron mujeres.

Nosotras desde el principio colaboramos con los «fugaos». Aunque yo no era una niña de más de once o doce años, ya les llevaba comida a los del monte. Cada vez que pasaba algo, los guardias venían a casa a pegar y machacar a mi padre era todo. Llorábamos todos, mi madre, nosotros y eso que no éramos más que «guajes». Aunque ver al padre llorar te impresiona, si ves a la madre ¡¡Qué sé yo¡¡ si siempre estás al lado de ella (….silencio…) A mi madre le pegaron y la colgaron, lo hizo un vecino de Laviana, que ahora lo estamos viendo todos los días por ahí. Mi madre entonces estaba embarazada de ocho meses y querían que cantara donde estaba mi tía escondida, pero no cantó. Toda su vida fue una militante y yo la recuerdo que andaba con los Mundos Obreros escondiéndolos en el corral. Aquellos tiempos de niña, yo los recuerdo con miedo. La historia nuestra es la de ver sólo en casa sangre y palos. Y de llorar todos, mi abuela, mi abuelo, todos. Testimonio de Leriñia Días

El compromiso de muchas mujeres en la lucha armada no estuvo sólo determinado por vínculos de parentesco, existía también una vinculación en muchas de estas mujeres por solidaridad con la lucha armada de los guerrilleros.

En 1945, se celebró en Paris el congreso fundacional de la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM). Este Congreso abrió muchas expectativas para las mujeres españolas exiliadas, que después de sufrir un gran número de penalidades en los campos de refugiados, no fue obstáculo para que fundaran en aquellos países donde llegaban, agrupaciones de Mujeres Antifascistas y seguir trabajando y ayudando a las compañeras que quedaban luchando en el interior.

Además de la lucha guerrillera, se desarrolló otro frente de actividad participativa de las mujeres, con las primeras huelgas generales (1946) en Mataró, Tarrasa, Sabadell, Euskadi y Madrid. Parece que el movimiento había logrado vencer en gran medida la tendencia a la pasividad que coartaron durante algún tiempo el desarrollo de la lucha, con una participación muy significativa de las obreras textiles en estas huelgas.

A comienzos de febrero de 1947 se celebraría en Praga el 2º Consejo Mundial del FDIM en donde se aprobó por unanimidad la propuesta de la delegación española del exilio, para que se intensificaran las campañas contra el régimen franquista. Entre las decisiones que se acuerdan: En primer lugar, reforzar la campaña de oposición, para que los gobiernos que no lo hicieran rompan las relaciones diplomáticas y económicas con Franco y reconozcan el Gobierno de la República en el exilio. En segundo lugar, apadrinar, las prisiones de mujeres en España. Por último, realizar campañas para recoger fondos con el fin de ayudar a la Federación a enviar una Comisión de Juristas que visitaran las cárceles españolas.

En el transcurso de 1948, desde el exilio y convocada por Mujeres Antifascistas Españolas, se iniciaría una campaña de solidaridad llamada «la gran campaña de invierno de ayuda a las cárceles y a los guerrilleros». La represión contra la guerrilla es cada vez más dura. Esta tónica se mantiene a lo largo de los últimos años de este periodo, especialmente durante 1951 y 1952, años en los que el movimiento obrero conocería una etapa de expansión en la que las obreras jugarían un papel muy relevante.

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Segunda etapa

En los años 50, como estamos viendo hay un periodo de grandes movilizaciones obreras en Asturias, País Vasco y Cataluña, en el que la mujer no va a permanecer ajena a estos acontecimientos. Al mismo tiempo se produce la incorporación de la mujer a la vida activa del país, tiene lugar su toma de conciencia y su participación cada vez mayor en las reivindicaciones de la clase obrera: luchas por un mejor salario, contra el paro, protesta contra la carestía de la vida y ayuda a los presos políticos; circunstancia esta última que hasta finales de los años 70 será una constante en la trayectoria de su lucha.

En 1953, se producen dos acontecimientos importantes en el transcurso de la lucha de mujeres. Por un lado, el resurgir de la Asociación Española de Mujeres Universitarias (creada en 1920) y que realizó una tarea fundamental en apoyo de la incorporación de la mujer al mundo de la Universidad y de la vida profesional. Y por otro lado, coincide este año con la muerte de Stalin, que produce un gran impacto en la trayectoria del PCE y de sus militantes.

En el aniversario de la Jornada Internacional del 8 de Marzo de 1954 hay intentos de movilizar al mayor número de mujeres posibles, impregnando a esta jornada de un carácter más reivindicativo hacia los derechos de la mujer- trabajadora. A comienzos de 1955, se inicia una campaña de recogida de firmas apoyando el llamamiento de Viena contra la Guerra Atómica. Esta campaña la inician y la protagonizan las mujeres en España. Durante los años 1956 y 1957, la lucha reivindicativa de las mujeres trabajadoras cada vez es más activa. los primeros meses de 1957 en Barcelona y Madrid se declara un boicot a los transportes. En casi todas las barriadas de la periferia madrileña, las mujeres intentan boicotear a los transportes públicos. Fueron duramente disueltas por la policía, practicando entre ellas varias detenciones.

A mediados del mes de Marzo los mineros asturianos realizan una serie de acciones reivindicativas. Aquí también estuvieron presentes las mujeres. El año 1959 se inicia con el intento de conseguir una movilización general en apoyo de la amnistía para presos y presas políticas. En los meses anteriores a la celebración de la Jornada del 8 de Marzo, son continuos los llamamientos, cartas y octavillas que circularan por la mayor parte de las ciudades, pidiendo la amnistía y denunciando públicamente la existencia de presos y presas políticos. Son veinte años en los que todavía continúa en las cárceles un gran número de mujeres. En vísperas del 8 de Marzo se reparte una octavilla en Madrid, en la que se hace un llamamiento a la acción ciudadana para conseguir la libertad de los presos y presas políticos y el retorno de los exiliados. Es de los primeros documentos en el que aparece el intento para llegar a concienciar en la lucha por las libertades a las mujeres católicas. No debemos olvidar que a partir de los años 50 (la JOC se crea en España en 1947) el movimiento católico comprometido tiene un papel fundamental en la colaboración con la lucha obrera, especialmente en Asturias. Destacamos de dicho escrito lo siguiente: «… Nos dirigimos a las mujeres católicas cuya acción en favor de la amnistía puede dar un paso decisivo, a las mujeres monárquicas, republicanas, socialistas, comunistas o sin ideología alguna. Por encima de nuestras diferencias ideológicas laten nuestros corazones de mujer y madre.» A finales del mes de abril de 1959 se inició una campaña con el lema «Huelga Nacional Pacífica» de 24 horas, que se llevará a cabo el 18 de Junio. En ella, una vez más el peso de la preparación y difusión, la llevaron a cabo las mujeres. De nuevo se llama a la participación, a las mujeres católicas para que desde sus parroquias se rece por la libertad y la paz de los españoles. La lectura positiva que podemos hacer de todo esto, es que la población femenina que participa en la lucha, es cada vez mayor. Lo que en principio se inicia como una llamada a las libertades democráticas y a una amnistía para los presos y presas políticas se transforma a partir de finales de los años 50, en un amplio abanico sociológico de participación de mujeres.

Tercera etapa

En la década de los 60, el desarrollo económico implicó la incorporación al proceso productivo de un importante porcentaje de mujeres. Su participación en este proceso y en las luchas obreras, es el factor que hace posible que ellas mismas se reconozcan en la lucha de los trabajadores y organicen la solidaridad con ellos, rompiendo con la postura individual que hubiera producido su aislamiento como amas de casa. Esta primera ruptura con el estrecho marco de la familia facilitará el surgimiento de organizaciones de mujeres en barrios y en general la incorporación de nuevos objetivos: la lucha contra la inflación y por mejorar las condiciones de vida en los barrios. En Madrid aparecen las Asociaciones de Amas de Casa y en Barcelona, las vocalías en las Asociaciones de Vecinos.

En 1960 se inicia una campaña para pedir la amnistía general para presos y exiliados políticos y grupos de mujeres de distintos lugares del país piden audiencia a los representantes de la Iglesia. En 1961 la movilización se acentúa. A comienzos del mes de julio se organiza en Madrid una manifestación pro-amnistía, que tiene importantes repercusiones en otras ciudades , obligando al gobierno ante la resonancia de esta campaña, a convocar un Consejo de Ministros en Burgos el día 2 de octubre, en el que se acuerda la concesión de un indulto a los presos políticos y aunque el alcance de éste sólo es aplicable a un porcentaje muy reducido de toda la población penal, la concesión de este indulto es un importante paso en la lucha para alcanzar la amnistía.

En los meses de Abril y Mayo de 1962 una ola ininterrumpida de huelgas y acciones obreras sacude todo el país. La huelga de Asturias se inició al margen de las organizaciones clandestinas, pero se extendió por la intervención organizada de socialistas, comunistas y católicos vinculados a grupos de apostolado obrero. Las mujeres de los mineros van a desempeñar un papel decisivo. Además de las manifestaciones que organizan a las inmediaciones de los clausurados economatos mineros, se enfrentaban a los empleados que se presentaban en las instalaciones e incluso apedreaban a los trabajadores de otras actividades o de las mismas. Recorrían la cuenca llevando noticias de las huelgas. Buscando el apoyo material de los tenderos y de toda la población para que en los hogares mineros hubiera pan. Formando los piquetes de huelga para que nadie bajara a la mina.

El 15 de mayo de este mismo año, se concentraron en la Puerta del Sol en Madrid, grupos de mujeres, solidarizándose con las huelgas de Asturias. Fueron detenidas 40 mujeres.

Todas estas tensiones van a influir para que un mayor número de mujeres tomen conciencia y se extienda el deseo de ir creando un amplio movimiento democrático de la mujer.

Después de las huelgas del 62, me fui a Francia, y cuando volví, estuve presa cuatro meses porque estaba buscada por la policía. Como me negué a pagar la multa de 100.000 ptas., estuve arrestada 4 meses. En aquella fecha estaba yo sola en la cárcel, pero cuando nos juntábamos más, era cuando celebrábamos el 1º de Mayo en la calle y nos detenían. A nosotras nos era igual porque lo celebrábamos allí dentro, nos poníamos una pañoleta roja y cantábamos la «Internacional». Éramos muy rebeldes, muchos más que ahora. Testimonio de Anita Sirgo

En el año 1963 se celebran elecciones sindicales y los mineros piden como condición para participar, la vuelta de los desterrados. A mediados de Julio, surge una nueva huelga y la represión adquiere una mayor virulencia que en las anteriores originando protestas en toda España. Después de dos meses de huelgas y privaciones, las mujeres de los mineros mantienen la decisión de seguir apoyándoles en su lucha.

La campaña para conseguir la amnistía prosigue en el año 1964. En los primeros meses de 1965, se producen en el centro de Madrid importantes manifestaciones de estudiantes y profesores. Este año va a ser una fecha clave para la lucha clandestina de la mujer. Nace el Movimiento Democrático de Mujeres y así se desarrolla el primer intento de constitución de un movimiento autónomo de mujeres con programas reivindicativos e instrumentos de lucha propios. Nace en Madrid, propiciado por un reducido grupo de mujeres comunistas, con el deseo de que se abriera a mujeres de distinta ideología y con el objetivo prioritario de sensibilizar a las mujeres tanto en los temas sociales y políticos , como en los más específicamente femeninos como podía ser, discriminación legal y social.

La grave situación económica y política por la que atraviesa el país, repercute de un modo especial entre las mujeres. Todo esto va a plantear, en su participación en la lucha, una serie de reivindicaciones propias que exigen un cierto cambio en lo que hasta ahora había sido su discurso político. Sin dejar temas tan esenciales como el de ayuda a los presos políticos y a las familias de los represaliados, se van a incorporar, sobre todo a través del MDM reivindicaciones específicas del mundo de la mujer. A partir de nuevos planteamientos, de alguna manera se producen ciertas diferencias entre las mujeres del MDM. Sobre todo las diferencias se darán entre las mujeres que se habían incorporado a la lucha clandestina nada más terminar la Guerra Civil, y la nueva generación de mujeres jóvenes que a su vez procedían de diferentes ámbitos político-culturales.

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Cuarta etapa

A lo largo de estos cinco años, la participación de las mujeres sigue siendo muy activa y diversa, pero con otras connotaciones a las que hemos planteado al comienzo. Es decir, reflejar el papel primordial que las mujeres representan en la lucha para acabar con la dictadura franquista. Es la lucha clandestina política la que nos interesa analizar. El término «clandestinidad» ya ha ido perdiendo su sentido peyorativo en los últimos años de los sesenta. Ahora se podría hablar de ilegalidad. De alguna forma el régimen aunque sigue con su política represiva, practica ciertas tolerancias. En relación con el tema de la mujer, nos adentraríamos ya en el examen de un proceso de lucha relacionado con los temas específicos en torno al naciente Feminismo.

Debemos de resaltar que las mujeres durante este periodo siguen desempeñando un papel importante, no sólo por una creciente presencia en la lucha política general, sino también por la introducción de nuevas tensiones ciudadanas que originan una mayor concienciación de la marginación de la mujer. Su participación durante este periodo como trabajadora en la lucha obrera es el factor que posibilita que se reconozcan en la lucha de los trabajadores y organicen su solidaridad con ellos. Al romper el aislamiento como «ama de casa», determinará el surgimiento de las organizaciones de mujeres en los barrios, que al mismo tiempo siguen manteniendo su actividad de solidaridad, aunque se plantearan nuevos objetivos, como la lucha contra la inflación y la mejora de las condiciones de vida en las barriadas.

En febrero de 1970 se celebró en Madrid la Primera Reunión General del MDM con asistencia de delegadas de varias provincias. En esta primera reunión se acordó hacer del MDM un amplio movimiento de masas en el que tuviera cabida todas las mujeres y se dedicó una gran atención a la actividad en los barrios, organizando manifestaciones para conseguir escuelas, guarderías, arreglo de las calles, etc. Sin olvidar las tareas que hasta entonces habían predominado en la actividad del MDM: lucha contra la represión, por la amnistía y la solidaridad con los represaliados y sus familias. Para conseguir estos fines además de contar con su propia organización deciden participar en las organizaciones legales de forma más decidida, como eran entre otras: las de Amas de Casa; Asociaciones de Padres de Alumnos, Comités de Barrios, etc. Este nuevo discurso que se incorpora a la lucha de las mujeres producirá ciertas discrepancias entre ellas, en especial entre las mujeres «históricas» y las de las nuevas generaciones.

En líneas generales la actuación del MDM fue tratar de recoger los problemas de supervivencia que tenían las mujeres como eran los de la carestía de la vida, falta de escuelas; al menos para que salieran de sus casas y a partir de ahí, hablarles de la discriminación de la mujer en las leyes, en el trabajo, de cómo la mujer estaba supeditada al marido, etc.; y junto a esto hacer acciones en las calles, por los problemas también políticos como por las faltas de libertades. Testimonio de Merche Comabella

A finales de 1970 CCOO, convocó una jornada general de lucha a favor de la amnistía. Grupos de mujeres se movilizan apoyando dicha jornada al mismo tiempo que para denunciar la carestía de la vida, la falta de escuelas y de viviendas. Es decir que a partir de esta etapa el compromiso de las mujeres militantes se amplía al denunciar también lo que para ellas es algo fundamental, que son los aspectos cotidianos de sus propias vidas.

En el mes de mayo de 1971 se celebra en Madrid la segunda Reunión General del MDM, en la que se constató entre otras cuestiones, el surgimiento de otros MDM y las nuevas características del movimiento en diferentes Delegaciones. En Madrid de nuevo en el mes de Octubre se celebra la Tercera Reunión General del MDM, en la que participan delegaciones de Andalucía, Canarias, Cataluña, Galicia, etc. En ella se decidió llevar a efecto la constitución de una Coordinadora General que agilizara los contactos e intercambios de experiencias de unos y otros lugares, para impulsar decisivamente la incorporación de la mujer a la lucha.

Al aumento de la represión en los últimos años del franquismo fue contestado con una gran participación ciudadana en la calle. Las luchas de todo tipo contra la dictadura, huelgas, manifestaciones, acciones de comandos, se incrementan en número, en participantes y en radicalismo.

La situación económica es sumamente crítica, por lo que las mujeres continuaran movilizándose. Las voces de protesta sobre la carestía de la vida y la marginación en la que se encuentran las asociaciones de mujeres se multiplican en el país. A pesar de la represión generalizada, del estado de excepción en Euskadi y del gran número de detenciones, las luchas sindicales continúan creciendo a lo largo de 1975. El Gobierno firma varias penas de muerte y como siempre nos encontramos con la participación de las mujeres en todas las protestas.

El 20 de noviembre moría Franco. Unos días después se celebra en Madrid (6, 7 y 8) las Primeras Jornadas de Liberación de la Mujer en las que participaron cerca de un centenar de mujeres quienes pertenecían a diversos grupos y organizaciones feministas. Testimonios como contraste el de Salce Elvira.

Yo no he militado nunca en un movimiento feminista. ¿Por qué? Porque mi vida es de cosas muy concretas. Estaba en una lucha obrera, en la que das prioridad a una serie de reivindicaciones sindicales. Quiero recordar por otro lado, que en CC.OO., el tener un apartado especial para la mujer ha sido muy difícil. Porque lo que hacía falta en aquella época era cargarse al franquismo y luchar con cambiar la sociedad. Testimonio Salce Elvira

En los años 70, el movimiento feminista ya existía. Lo difícil era ver que las misma mujeres que estábamos en la lucha obrera, estuviéramos dedicadas a las dos cosas. Eran dos campos bastante parcelados e independientes. Y eso, que me parece que era fundamental que hubiera mujeres dirigiendo el movimiento obrero.

Yo creo que, como mujer, he pagado un precio importante a nivel afectivo por mi independencia política y por mi independencia personal. Porque se lleva muy mal a nivel de hombre, el pasarte de cierto límite. O sea, yo creo que un límite puesto por ellos, y cuando te apartas de ese límite, por mucho que tengas compañeros «progres», hay un machismo importantísimo dentro de la izquierda de este país. A mí me ha costado mucho. He tenido que decidir entre mi compromiso político y mi vida familiar «de señora de la casa», teóricamente. Creo que aunque haya tenido alguna experiencia interesante a nivel de pareja, también te digo que las rupturas más importantes mías han sido por mi compromiso político.

De todos modos creo que ha merecido la pena, y si volviera a nacer, haría lo mismo. La independencia personal tiene costes importantes. Y a veces, uno de los coste, puede ser el que a veces tienes que acostumbrarte a la soledad (…silencio…), como una de las cuestiones a pagar, por ser mujer y por ser dirigente política y sindical, que no lo paga nunca un hombre. Yo creo que la vida de las mujeres comprometidas está llena de trozos personales.

…Nosotras éramos las que, además de ir a las manifestaciones, preparar los «cócteles molotov», panfletadas, correr delante de la policía, tirar piedras…..; además hacíamos la cena e íbamos a los periódicos a denunciar que habían detenido a «fulano» …silencio…). Nosotras hacemos el doble papel. Yo, eso lo recuerdo como «muy vivido».

Recuerdo la sensación de «¿qué hago yo aquí?» Yo siempre me decía, que si estaba allí, era porque me parecía una lucha justa, eso no lo puse nunca en duda. Pero de la forma de luchar tengo un recuerdo incómodo. Me explico ¿no?. Te podría contar algunas cuestiones que eran muy personales. La sensación entre nuestras compañeras, era de que también estábamos al servicio sexual de las camaradas. Habían descubierto que la revolución cultural consistía también en la revolución sexual. Y entonces teníamos continuamente que aguantar las presiones del compañero camarada, jefe de grupo. Tenías que descubrir la política, las manifestaciones, la policía y la clandestinidad de la mano de un señor, y además meterte en la cama con él. Entonces yo a esto me negué con cierta frecuencia. Sé de muchas compañeras que tuvieron unos procesos caóticos, rompedores de enamorarse, enamorarse entre comillas, de camaradas que luego resultaron gente que descubrían el sexo a través de nosotras. Yo creo que esa fue la parte más dolorosa de nuestra clandestinidad.

Yo recuerdo la sensación de que estaba yendo contra la Historia. Una sensación de decir: esto no es. Pero tampoco tenía otro camino. No había otro camino (…sollozo…)». Testimonio Luz Casasnovas

«La solidaridad en la lucha es tan revolucionaria como la lucha misma».

 

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