XIV FORO COMPROMISO POR LA EDUCACIÓN

Adela Cortina Orts

El Compromiso por la Educación: ¿Quién Educa?

ADELA CORTINA CATEDRÁTICA DE ÉTICA DE LA UNIVERSIDAD DE VALENCIA y DRA. DE LA FUNDACIÓN ÉTNOR

Con el agradecimiento por poder estar aquí, quiero decir que es muy importante que hayamos escogido este tema de la educación, que es central.

Voy a empezar citando al filósofo Emmanuel Kant, que en sus Tratados de Pedagogía decía:

Únicamente por la educación el hombre (ahora diríamos la persona) puede llegar a serlo. No es sino lo que la educación le hace ser.

La educación es el problema número uno de un país, es el más importante. Invertir en educación nunca es despilfarrar. Siempre es una auténtica inversión. Porque sólo por la educación las personas podemos llegar a serlo.

Como sabéis, los animales nacen con una educación instintiva suficiente como para responder al medio y su proceso de educación es mucho más corto que el de los seres humanos y en algunos de nosotros este proceso dura toda la vida. Los seres humanos necesitamos un largo proceso de educación que es el que nos hace ser lo que somos. El ciudadano no nace, sino que se hace. La persona no nace, sino que se hace.

Y decía Kant, en esos Tratados de Pedagogía que la educación es uno de los problemas más difíciles de la humanidad, tanto como el del Gobierno, porque hay que saber si educamos a los niños para el momento presente o para una humanidad mejor. Él se pronunciaba por una humanidad mejor y entendía que lo que hay que hacer es rastrear en el momento presente cuáles son las mejores tendencias, cuáles son las mejores posibilidades para cultivarlas hacia el futuro. Tenemos que ver qué es lo que tenemos para ir cultivándolo de cara hacia un futuro que sea mejor.

Y la propuesta que hacía Kant, y yo también hago, es la de “educar ciudadanos para una ciudadanía cosmopolita”, entendiendo el cosmopolitismo como una ciudadanía mundial, de tal manera que todos los seres humanos se sientan ciudadanos en nuestro mundo y nadie se sienta excluido. Para lograrlo es preciso generar ciudadanos cosmopolitas.

Empezamos por el primer punto –“educación como un derecho”, para después tratar de explicar qué es Educar en una ciudadanía cosmopolita.

La educación es un derecho humano, y no sólo es un derecho de ciudadanía. Y no es una diferencia débil. Como sabéis, en las primeras declaraciones que hubo de derechos humanos, en la declaración de la Revolución Francesa, que es la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, se dice que: “los ciudadanos tienen derecho, por serlo de una comunidad política concreta, y ésta tiene que trabajar por los derechos de esos ciudadanos”.

El gran paso de la declaración de 1948, que es uno de los mejores acontecimientos históricos que hemos tenido, es el de afirmar que “todo ser humano por el hecho de serlo, (no por ser miembro de una u otra comunidad política) tiene unos derechos”, y eso quiere decir que las Comunidades Políticas que se comprometen con la declaración de 1948 tienen que reconocer esos derechos y no concederlos. Las palabras son una cosa importante. Una cosa es conceder y otra cosa es reconocer (tener derecho). Si yo, como Estado o como Comunidad Política, no se lo reconozco y protejo, estoy siendo inmoral. Los Derechos Humanos no son algo que se concede graciosamente, sino que es algo que se reconoce: “usted tiene un derecho que yo tengo el deber de reconocer y de proteger. Y si no lo hago, estoy incumpliendo un deber que yo tengo”.

La educación es un derecho humano. En la declaración de 1948, como recordáis todos los presentes, hasta el artículo 21 se habla de los derechos de primera generación y a partir del artículo 22 se habla de los derechos de segunda generación. Concretamente, el artículo 26 dice:

  1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.
  2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
  3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.

Este es el artículo de la declaración de Derechos Humanos que después debe ir recogiéndose en los derechos de todas las comunidades políticas determinadas, pero que tiene que ser claramente reconocido.

Como sabéis, los derechos humanos componen el mínimo de justicia que la humanidad se ha comprometido a respetar. Y recuerdo aquí que no es lo mismo, cuando hablamos de cuestiones de ética, hablar de una vida feliz, una vida buena, que cada uno la entendemos de una manera y apostamos por un proyecto de vida buena, y lo que son las exigencias de justicia. La justicia es muy exigente y cuando algo es un deber de justicia tiene que ser universalmente reconocido y universalmente aceptado.

Los derechos humanos son un mínimo de justicia de tal manera que si no los cumplimos, nos deshumanizamos. Decía Ortega y Gasset que el tigre no puede “destigrarse” pero el hombre si puede deshumanizarse. No proteger los Derechos Humanos es sencillamente deshumanizarse, caer bajo mínimos de humanidad.

En este orden de cosas, la ONU se propuso en el año 2000 los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que fueron ratificados en 2005. Son ocho, e incluyen, entre ellos, lograr la enseñanza primaria universal. Se propone la educación primaria como un objetivo del milenio y el compromiso de erradicar el hambre y la pobreza. Estamos ya en el año 2009 y hay que hacer un sondeo y ver cómo van los Objetivos del Milenio, y vemos que van mal: se han aplazado, a pesar de que son muy modestos. Al fin y al cabo se trataba de que para el 2015 se erradicara el hambre y la pobreza extrema en un 50%, lo cual quiere decir que damos por bueno que año tras año mueran millones de personas de hambre y de pobreza extrema, y sin embargo, a pesar de su modestia se aplazan porque no se pueden cumplir y se van dilatando “ad calendas grecas”, es decir, para nunca jamás, porque los griegos no tenían calendas.

Los Objetivos del Milenio son un mínimo modesto, y entre ellos está también la educación, pero yo entiendo que no solo es que está la educación sino que la educación es condición de posibilidad de cumplimiento de todos los demás.

Y en esto quiero recordar al Premio Nobel de economía Amartya Sen, que dice que lo que debemos de hacer como deber de justicia es empoderar las capacidades básicas de todos los seres humanos, para que sean ellos capaces de alimentarse, de nutrirse, etc. Un pueblo que tiene cultura le saca mucho más partido a sus recursos materiales y espirituales que un pueblo totalmente inculto. La gente educada sabe manejarse mejor con los recursos de que dispone. La gente no educada no sabe salir adelante, no sabe sobrevivir bien a pesar de tener muchas cosas materiales.

La educación es, entonces, la clave para que las personas y los pueblos sepan manejar bien sus recursos, valerse de sus bienes materiales y espirituales y llegar a ser personas.

Con lo cual entiendo que la educación es la condición de posibilidad del logro de todos los demás objetivos. Es una condición nuclear. Educación y salud son los dos grandes temas y la educación para mantenerse sano sería uno de los temas.

¿Qué tienen que hacer las comunidades políticas con sus ciudadanos? Reconocerles el derecho a la educación y no solo a los ciudadanos sino a todos los que pasen por allí dado que es un derecho humano. Lo cual quiere decir que todos, tengamos DNI o no, somos humanos y tenemos derechos. Y la comunidad política que no lo reconoce está bajo mínimos de humanidad y de justicia, porque este derecho de saber, de conocer, no se concede y esto me parece importante recordarlo desde el principio.

Así las cosas, todos los que hemos firmado estas declaraciones no tenemos más remedio que educar. Pero ahora viene la segunda pregunta: ¿quiénes educan y en qué se educa?

¿Quiénes educan? Toda la sociedad adulta tiene la obligación de educar. Por supuesto, en primer lugar, los padres, por razones naturales, y en segundo lugar, los que trabajan en el sistema educativo, porque es su profesión y su tarea fundamental. Pero esto no quiere decir que no se puedan implicar en la educación los medios de comunicación, que efectivamente tienen un gran poder educativo. ¿Los medios de comunicación educan o deseducan?

Por supuesto, también los amigos, los grupos de edad educan. Las pandillas de amigos son el principal agente educativo. Los chicos a quien más hacen caso es a su grupo de edad, más que a los padres o al resto de gentes, ya que una de las primeras necesidades es la de ser acogido en el grupo, convirtiéndose éste en un referente de conducta y en agentes educativos impresionantes.

Todos estos serian agentes educativos.

¿En qué educar?

Cuando una sociedad piensa acerca de en qué educa está tomando conciencia de qué es lo que valora y lo que no valora. Los padres piensan que lo mejor que tienen es lo que quieren transmitir a sus hijos.

Cuando diseñamos un plan educativo estamos pensando en qué es lo que creemos que es mejor para vivir, es en él donde hemos de plasmar qué es lo que les vamos a transmitir en la educación a los chicos. Y aquí hay dos cosas: lo que ponemos sobre el papel y lo que hacemos. Por supuesto, como los chicos no son tontos se dan cuenta de que una cosa es lo que se les dice y otra cosa es lo que se hace, y acaban aprendiendo que en esta vida hay que ser lo suficientemente listo como para decir una cosa y hacer otra. Esto es lo decía Maquiavelo en El Príncipe, cuando aconsejaba a Lorenzo de Médicis lo siguiente: “El príncipe tiene que parecer bueno, pero no serlo. Porque todos ven lo que pareces, pocos palpan lo que eres”. Según se dice, ahí está el nacimiento de la opinión pública. Y esto es lo que vamos transmitiendo de generación en generación. Sería bueno que ambas cosas coincidieran: las declaraciones y las realizaciones. Así resultaríamos más convincentes, porque si no, mal se puede convencer.

¿En que habría que educar? ¿Cuáles son los principales valores que defendemos?

Mi propuesta es educar en una ciudadanía cosmopolita, cuyos ejes principales serían los que vamos a comentar.

Ante todo, ¿qué es un ciudadano? La verdad es que es una pregunta incómoda porque no se sabe muy bien que decir. Hay una distinción entre describir qué es un ciudadano y referirse a la noción de ciudadano en sentido normativo. Deberíamos preguntarnos esto: ¿qué es lo que creemos que debería de ser un buen ciudadano?

Desde un punto de vista normativo, es alguien que, en principio, es su propio señor o su propia señora. Es alguien que no es siervo, que no es vasallo. Es alguien que escribe el guión de su propia novela que no se la escriben, que es autónomo, que hace su vida. El ciudadano es su propio señor. Y hay que educar a la gente para que no se deje hacer la vida, sino que la haga él mismo. Que no sea esclava, sino que sea su propia señora.

Y en este punto tenemos mucho que hacer porque se decía que la Edad Media era una época muy oscurantista, pero me temo que el siglo XXI no lo es menos, porque las gentes, al final, acabamos haciendo lo que nos dicen. En los medios de comunicación o en lo que queráis, pero al final acabamos siendo heterónomos y no siendo autónomos. Acabamos dejando que otros nos escriban el guión de nuestra propia novela y no lo escribimos nosotros.

El ciudadano es autónomo, pero además, siempre lo es en una comunidad política. Esto quiere decir que siempre trata de conquistar su autonomía en solidaridad con los conciudadanos. Nunca vive solo.

Aristóteles decía que el hombre es un animal político y el que no vive en la polis es porque es más que un hombre, es decir, porque es un Dios, o porque es menos que un hombre, es decir, porque es una bestia.

El hombre siempre vive con los demás ciudadanos y trata de conquistar su autonomía en solidaridad con los que son sus iguales y lo hace en solidaridad con ellos, porque además tenemos la peculiaridad de que los seres humanos somos vulnerables y todos necesitamos ayuda en algún momento de nuestra vida y necesitamos ayudarnos unos a otros para poder salir adelante. Como decían los viejos anarquistas, el que puede prevalecer en la lucha por la vida no es el más fuerte sino el que vive del apoyo mutuo. Aquellas colectividades y aquellos grupos que se apoyan, son los que realmente sobreviven. El que intenta ser el primero, el mejor, el que elimina a todos los demás lo que genera es absoluta antipatía y todos están deseando acabar con ellos. Hay que ir con cuidado con generar crispación. El ciudadano es el que sabe que en el apoyo mutuo tenemos que conquistar esa autonomía que nos haga señores y no siervos, y no esclavos.

¿Cómo se articula entonces una educación en la ciudadanía cosmopolita? Obviamente la pregunta es: ¿si los ciudadanos lo son de una comunidad política, podemos poner fronteras?, ¿podemos poner límites?, ¿somos solo ciudadanos valencianos?, ¿somos solos ciudadanos españoles?, ¿somos solo ciudadanos europeos?, ¿somos solo ciudadanos occidentales?, ¿dónde ponemos el límite? No se puede poner vallas al campo.

Somos humanos y nada de lo humano nos puede resultar ajeno. No podemos organizar nuestra vida sin el horizonte de una ciudadanía cosmopolita y más ahora que, gracias al mundo global, tenemos la posibilidad de estar en cualquier momento en cualquier lugar del mundo. Esto no lo soñaron los estoicos, no lo soñaron los primeros cristianos, no lo pudieron soñar los ilustrados. Ahora las cosas son distintas.

Yo propongo tres ejes para la educación. Están tomados de Kant, de la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres.

  • Educar en el conocimiento
  • Educar en la prudencia
  • Educar en la sabiduría moral

¿Qué quiere decir educar en el conocimiento? Vivimos en la sociedad del conocimiento. Quienes tengan conocimientos no solamente tendrán mayores oportunidades de prosperar, que evidentemente también, sino que tendrán otro tipo de oportunidades que voy a desgranar ahora.

En primer lugar, quien tiene conocimiento, comprende mejor la información que recibe y sabe situarse mejor en su entorno. El conocimiento sirve para situarse en la vida, es algo que sirve para comprender mejor donde estoy. Hay que tener conocimientos para saber entenderse a sí mismo y saber entender el entorno, porque al que no entiende es más fácil engañarlo. Una sociedad desinformada es mucho más propensa al engaño.

Es muy antipático transmitir conocimientos y ver si luego se han adquirido, pero hay que hacerlo. Y no hay que transmitir solo conocimientos, hay que formar, pero no debemos olvidarnos de transmitirlos porque, si no, al niño le estamos haciendo un flaco servicio, ya que se encontrará en un mundo en que no entenderá una gran cantidad de cosas de las que pasan a su alrededor.

Saber es bueno, ayuda a las personas a situarse, a entender los mensajes. ¡Que más quisieran los poderosos que no supiéramos nada! Lo ideal para una persona que quiere manipular es tener a una gran cantidad de paletos a los que poder manejar.

Entonces, primera cuestión: tener información para poder situarse. En segundo lugar, quien tiene conocimiento sabe aprovechar mucho mejor los recursos materiales y espirituales de la sociedad. Cuando Amartya Sen habla de las capacidades y hace estudios empíricos, se da cuenta de que hay sociedades que tienen un nivel formativo mucho menor y no saben salir adelante y otras sociedades que tienen un nivel formativo muy grande y con pocos recursos saben aprovecharlos mejor.

Y para ir acabando este punto, que a mi me parece central, si queremos proponer otra orientación a la globalización, si creemos que otro mundo no solo es posible, sino que es necesario, para proponer otro mundo hay que tener conocimientos.

Todos los presentes conocerán a Muhammad Yunus, el banquero de los pobres. Pues Yunus sabe muchísimo de economía, y por eso ha podido ser el banquero de los pobres, ha sido capaz de organizar un banco, conociendo todos los entresijos de la economía ha propuesto los microcréditos y por eso funciona.

Para hacer diseños alternativos a la globalización es preciso saber de qué estamos hablando, manejar mucho las neuronas y saber mucho para poder decir “por aquí se puede ir” y “esto sí que se puede hacer”. Hay que educar para que tengamos conocimientos y habilidades, es decir, para que sepamos hacerlo.

Pero, en segundo lugar, la cantidad de conocimientos no da la bondad, porque siempre las cantidades son cantidades pero la cantidad no es la calidad. La cantidad necesita una forma para tener algo que ver con la calidad, y por eso creo que hay que educar no solo en tener conocimientos, sino, en segundo lugar, en una virtud muy antigua y poco practicada que es la prudencia.

La prudencia es la más importante de las virtudes clásicas, porque es la que nos puede ir aconsejando para llegar a lo que los clásicos entendían que era la felicidad. El prudente es alguien que sabe qué es lo que le conviene, trata de ver en el conjunto de su vida cuáles son las mejores opciones para tratar de llevar adelante una vida feliz.

Creo que hay que educar a la gente para que aspire a la felicidad, porque me temo que hemos arrojado la toalla. Al final hemos llegado a la conclusión de que eso de la felicidad no tiene arreglo y que nos vamos a dedicar a cosas más modestas, cuando en realidad los seres humanos tendemos a la felicidad y la buscamos. Creo que hay que educar para que la gente aspiremos a la felicidad, ya que es la gran aspiración de los seres humanos.

Lo que ocurre es que, con el tiempo, hemos ido disminuyendo la felicidad, la hemos ido achatando y la hemos convertido en bienestar. Todos aspiramos a lo que hemos llamado “calidad de vida”. ¿Qué es calidad de vida? Todo el mundo quiere vivir en una ciudad no muy grande, en donde pueda desenvolverse con cierta facilidad, con instituciones culturales, con actividades, con fiestas, etc. Lo que se llama un término medio entre el exceso y el defecto.

Nosotros lo sabemos muy bien. Lo que le pasa al bienestar es que “el que estiga be, que no es menetje”.

Al final, el bienestar nos hace extremadamente egoístas. Claro que hay que buscar una vida de calidad, pero no solo hay que buscar una vida de calidad. Si reducimos la felicidad a bienestar, entonces nos va a resultar muy incómoda la justicia.

Pero no es suficiente para la educación educar para la prudencia, aunque más vale educar en la prudencia que en la imprudencia.

Por eso creo que el gran tercer eje sería el de la sabiduría moral. Y la sabiduría moral tiene dos lados que son imprescindibles: la justicia y la gratuidad.

Efectivamente, quien solo busca su bienestar, la justicia le resulta molesta, pero a quien quiere ser humano, la justicia le parece imprescindible. Quien no tiene sentido de la justicia tampoco es un ser humano y un ciudadano en el pleno sentido de la palabra.

El sentido de la justicia es el que nos lleva a percibir quiénes están mal, es el que nos lleva a ver quiénes son invisibles. La historia de la humanidad ha sido la historia de ir pasando a grupos de gente de la invisibilidad a la visibilidad. Y esto ha ocurrido porque ha habido gentes con sentido de la indignación y con sentido de la justicia, que han dicho “esto no puede ser y éstos tienen que pasar al primer plano”

Quien tiene sentido de la justicia es quien se da cuenta de que todos los seres humanos son iguales en dignidad. Son seres humanos que valen por sí mismos, que tienen dignidad y no tienen un simple precio. Yo creo que la mejor expresión de lo que es la clave de la ética moderna es la afirmación de Kant :”Obra de tal manera que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como un fin y nunca solamente como un medio”. La humanidad en tu persona quiere decir no ser cobistas, no ser serviles. Hay que respetarse a sí mismo. Y, por otro lado, ¿qué quiere decir respetar a los otros? Primero, no instrumentalizarlos, no manipularlos, no tratar a los otros para conseguir yo siempre ventajas. “No instrumentalizarás” es la gran clave. Pero también quiere decir que a los otros hay que empoderarlos: hay que empoderar sus capacidades para que puedan hacer el tipo de vida que quieran elegir, para que cada uno pueda desarrollar sus proyectos de felicidad y de vida, porque es verdaderamente inmoral que haya gentes que no puedan soñar con un proyecto de felicidad, mientras otros tenemos todas las posibilidades y las estamos despilfarrando.

No hay que instrumentalizar a los demás y hay que empoderarles. El que tiene un sentido de la justicia es el que entiende que es un deber no instrumentalizar y sí empoderar a los otros para que lleven adelante el plan de vida que puedan valorar.

Pero en el tema de la justicia siempre hay dos lados: los derechos de alguien y los deberes de justicia. Y los derechos se han recogida ya de alguna manera en la Declaración de 1948. Tenemos esos derechos humanos que hemos de satisfacer y es un deber de justicia satisfacerlos. Pero en este mundo, para ser felices, no solo tenemos unas necesidades que se pueden proteger con derechos, sino que hay otras necesidades que no se pueden proteger con derechos: el derecho a ser queridos, de cariño, de consuelo, de sentido, de esperanza. ¿Tiene alguien el deber de dispensar consuelo?, ¿tiene alguien el deber de dar sentido a la vida de las personas?, ¿tiene alguien el deber de darles cariño? Estas necesidades, (cariño, consuelo, sentido, esperanza) no se pueden proteger con un derecho, no se pueden exigir como un derecho.

Este tipo de necesidades nunca se pueden exigir como un derecho, pero nunca tampoco se pueden cumplir como un deber.

Y por eso tanto en Alianza y Contrato como en Ética de la razón cordial y en Justicia cordial he intentado recordar un relato, que ha tenido un origen religioso pero después se ha secularizado en tradiciones filosóficas, que es el Relato de la Alianza, que completa al relato del Contrato Social. Cuando alguien tiene una necesidad de consuelo, de sentido, de cariño o de esperanza únicamente puede satisfacerla o intentar satisfacerla alguien que se siente vinculado a esa persona.

Hay un tipo de necesidades que únicamente se pueden satisfacer cuando alguien se percata de que tiene una ligatio, un vínculo con esa otra persona. Es entonces cuando se siente obligado, no porque se lo digan desde fuera, no porque se lo manden, sino porque le brota de la abundancia del corazón.

Hay un tipo de necesidades que no pueden exigirse como derechos pero tampoco se pueden satisfacer como deberes que vienen de fuera. Hay un tipo de necesidades que solamente pueden satisfacerse desde la abundancia de corazón de los que se sienten vinculados a esas personas, ob-ligados. Les importan entonces de tal manera que no pueden pensar que su vida pueda ser una vida realizada sin pasar por la felicidad de esas personas.

Por eso yo entiendo que educar en la ciudadanía sería educar personas que tengan conocimientos como para poder llevar adelante sus vidas, que tengan la prudencia suficiente como para no llevar una vida desmesurada, sino saber vivir entre el exceso y el defecto una vida de calidad, y que tengan un fuerte sentido de la justicia y un gran sentido de la gratuidad.

Creo que este sería un ciudadano en el más pleno sentido de la palabra en el que merecería la pena educar.

Muchas gracias.