XVI FORO DEMOCRACIA E INDIGNACIÓN

Ricardo García Zaldívar

Las finanzas no deben gobernar el mundo

RICARDO GARCÍA ZALDÍVAL PRESIDENTE DE ATTAC – ESPAÑA

Introducción

La experiencia me ha permitido vivir otros momentos precedentes al actual, también de indignación, y conocer otros que algunos hemos sabido por libros. Por ejemplo los años 60 que presentan un cierto paralelismo al momento actual. Mayo del 68 en París, tiene elementos que tienen similitud con los actuales, pero que también tienen profundas diferencias.

Quiero dejar claro desde el principio que en este tiempo de indignación que nos ha tocado vivir hay espacio y posibilidad de esperanza. Y hay espacio para la esperanza aunque parezca que el panorama es muy sombrío. Es mi forma de plantearme el futuro, el de la gente que está a mi alrededor y también el de la humanidad. En los años 30, en Alemania, la situación era peor que la actual, pero había espacio para la esperanza, cuando escribía Bertol Brech aquello de que Vivimos en tiempos sombríos. Desearía que pudierais salir de aquí con una visión más esperanzada. De que si queremos, podemos. Es un slogan pero efectivamente es la base del cambio y la transformación social que se han hecho siempre desde abajo. Siempre desde los ciudadanos, desde la gente que lo está pasando mal y que se convence de que las cosas pueden cambiar. Pero hay que dar ese paso y comenzar a considerar que las cosas pueden cambiar y que todos y todas, como personas, podemos participar de ese cambio. Porque las cosas pueden cambiar, no es que vayan a cambiar.

Es necesario tener en perspectiva el tiempo que vivimos, y contextualizar situaciones que a veces creemos que no vienen de ningún sitio o que no han pasado nunca en la historia. Por eso el conocimiento de lo que ha ocurrido, tanto recientemente como mucho más lejano en el tiempo, es importante para situar las cosas y para situar esta actual crisis de la democracia y este tiempo de indignación.

Ponencia «Las finanzas no deben gobernar el mundo»

En la última década del siglo XX empezaron a producirse unos hitos de resistencia a lo que en ese tiempo se llamaba globalización. Concepto éste que tiene dos significados y que al ser de origen anglosajón, a nosotros no nos dice lo que en este idioma supone. Para nosotros, globalización tiene que ver con global, pero en anglosajón se refiere también al planeta, al mundo, y por ello los latinos lo deberíamos entender como mundialización, porque ese es también el concepto. Pero el poderío de un país como EEUU se manifiesta no solamente su poderío militar y económico, sino también en el poderío ideológico, en el poderío para imponer los conceptos, porque quién impone los conceptos está ya marcando un terreno en el cual los demás nos debemos de mover.

Esta globalización que se pensó que era algo natural, hasta el punto que un autor de literatura al que valoro mucho cuando escribe novelas pero no cuando escribe sobre política (me refiero a Mario Vargas Llosa) escribió en El País que los que criticaban la globalización eran como aquellos locos medievales que se oponían a la ley de la gravedad. Evidentemente es una afirmación que quería demonizar a aquellos que en el año 2003, 2004 ya estábamos tratando de resistir a un proceso que después se ha visto lo que era y cuales eran sus consecuencias tan sumamente nefastas y dañinas para la humanidad. Una globalización a la que al final conseguimos poner un adjetivo que ahora sirve para definir posiciones políticas: neoliberal. Una globalización neoliberal, pues, que implica una forma de ver las cosas y de concebir el mundo. Y que desarrolla políticas.

Al terminarse el siglo XX no estaba claro lo que estaba sucediendo y aún así, hubo tres fechas que marcaron unos hitos en el inicio de la resistencia a la globalización. Es verdad que no sabíamos aún lo que estaba pasando, sólo que estábamos en un sistema capitalista, sin percatarnos todavía de la mutación que se estaba produciendo en el sistema.

¿Cuáles son esas tres fechas?

La primera es 1989, cuando se cae el muro de Berlín y el capitalismo se queda sin sistema alternativo. Es el año también que en Venezuela (el 27 de febrero) se produce un levantamiento popular contra la aplicación del plan de ajuste estructural concebido por el FMI y el régimen en el poder. En aquel momento nadie en Europa sabía lo que era un plan de ajuste, casi me atrevo a decir que nadie sabia lo que era el FMI, pero hoy todos sabéis qué es un plan de ajuste, lo que es el FMI y lo que implica cuando en un momento determinado los poderes económicos deciden que lo que hay que hacer es recortar (las famosas tijeritas). Eso ocurrió en 89 en América Latina y también en otras partes. Pero efectivamente en 1989 se produce el primer levantamiento popular, la primera resistencia de ciudadanos movilizados.

La segunda fecha es 1994 cuando estalla una crisis financiera en México, una crisis financiera que se llama “Tequila” (siempre les ponen unos nombre muy particulares). El pueblo mexicano se dio cuenta entonces de lo que es una crisis financiera, parecida a la que estamos viviendo ahora en el mundo rico, en la cual el sistema deja de funcionar, se colapsa y como consecuencia se producen pequeños corralitos, palabra que luego se inventó en 2001 cuando le tocó a Argentina otra crisis similar. En México en 1994 se produjo una revolución pacífica, la rebelión zapatista en Chiapas, guerrilleros “armados”, proceso de “guerrilla” pero que no se plantea una lucha armada sino una resistencia, una defensa. En Chiapas, los zapatistas empiezan a criticar el neoliberalismo, pero con la palabra, con las ideas.

Y la tercera fecha es 1999, en la que la Organización Mundial de Comercio (OMC) y los países ricos se reunieron con los países más pobres para presionarles y conseguir que estos últimos países liberalizasen su comercio y dejasen entrar productos creados y fabricados en los países ricos, aceptando así el libre comercio. Años antes ya había empezado a difundirse literatura crítica abundante negando que el libre comercio llevara al desarrollo de los países más pobres, sino que al contrario beneficiaba el desarrollo a los países más ricos. Era por tanto importante que los países más dependientes mostraran un rechazo de lo que se les estaba ofreciendo en esas reuniones mantenidas en salones de gran lujo donde se efectuaban esos encuentros entre gobiernos. Y lo hicieron porque en la calle se produjeron las primeras manifestaciones de denuncia de una ciudadanía mundial que consiguió hacerse visible en los medios de comunicación gracias a que activistas de movimientos sociales, ONG y sindicatos trataron y consiguieron hacer fracasar la cumbre. Así, los países más dependientes se plantaron y dijeron que no firmaban lo que les estaban ofreciendo, que había que empezar por eliminar las subvenciones con las que estos países ricos protegían su agricultura. Es lo que en economía se llama dumping, es decir que como país rico y poderoso subvenciono y bajo el precio de lo que estoy produciendo y con esos precios por debajo del coste puedo arruinar a los productores de los países más dependientes. Es por ejemplo el caso del arroz de Haití donde EEUU consiguió arruinar a los pequeños arroceros y ahora Haití es el país más pobre del planeta.

Tres fechas importantes por tanto que conviene retener. Y me he detenido en ellas para que sepáis de dónde venimos. Porque en esos años es cuando se empezó a hacer visible lo que luego fue un éxito como slogan. El grito fue otro mundo es posible y poco a poco fue calando como seña de identidad al inicio del presente siglo. Es cuando empezó a plantearse que esa globalización neoliberal tan loada, esa ley de la gravedad a la que se refería Vargas Llosa, no era tal, que había alternativas. Había otras posibilidades de organizar la sociedad, el mundo, la política, la democracia… y esas alternativas había que construirlas desde abajo.

Sobre la forma en que se puede ir construyendo esa alternativa me lleva a hablar del movimiento social en el que estoy trabajando desde hace 12 años. Desde que se creó a finales del siglo pasado, ATTAC se propuso como objetivo hacer que la gente retome el gusto por reunirse, discutir y elaborar alternativas de forma conjunta. Para ello, en el año 2000 y junto a otras siete organizaciones mundiales, de las cuales 3 brasileñas, impulsó la creación del Foro Social Mundial (FSM) en Porto Alegre (Brasil). Gracias a que las organizaciones brasileñas lograron el apoyo del Partido de los Trabajadores de Lula, que luego fue presidente del país, se pudo hacer un gran encuentro planetario que consiguió reunir a más de 30.000 personas en su primera edición. Hoy se llevan ya hechos 11 ediciones del FSM lo que implica que se ha consolidado como encuentro altermundista, con su carga antineoliberal y simbólica. Y porque en política los gestos son importantes, se decidió hacer el Foro Social Mundial en enero, para que se realizase de forma simultánea al Foro Económico Mundial que se reunía desde hacía ya 15 años anteriores en Davos (Suiza), que es una estación de esquí muy chic y muy fina donde van los más ricos del planeta, concentrándose durante una semana los presidentes de los países más poderosos, los directores de las grandes empresas transnacionales, las petroleras, la banca… Todos ellos, durante unos días, se congratulan de lo bien que va el mundo… para ellos desde luego. Este es el símbolo que se quiso recuperar, haciendo simultáneamente no otro foro económico mundial sino un foro social. Porque una de las cosas que el neoliberalismo ha conseguido ha sido separar lo social de lo económico y separar la política de la economía. Lo han logrado, haciéndonos creer que la economía es una cosa, lo social es otra y la política es otra distinta. Pero no es así.

Un teórico del siglo XIX, que creó una gran escuela de pensamiento que tuvo mucha incidencia y graves repercusiones en la historia, fue Carlos Marx y este pensador siempre hablaba de economía política, para, en lugar de tratar de separar ambas disciplinas, mantenerlas unidas a lo social. No tiene sentido que la economía sea un discurso utilizado expertos que nos hablan en un lenguaje críptico, que es el que reproducen también los medios de comunicación cuando nos hablan de lo que está pasado en el mundo. Si de repente un día pones Radio Nacional a las cinco de la tarde, resulta que se tiran 10 minutos hablando de las cotizaciones de la bolsa, cuando esto interesa a menos del 0,5 % de la población. Veis un periódico y dos o tres páginas están dedicadas a informar sobre cuáles son las cotizaciones de las empresas. No solo el Ibex 35, sino de todo. Los medios de comunicación están al servicio de una economía que no es la economía de la que aquí vamos a hablar.

En estas condiciones surge ATTAC como organización cuando en diciembre del 97 un gallego universal afincado en Paris, Ignacio Ramonet, en ese momento Director de Le Monde Diplomatique, escribe un artículo muy corto titulado “Desarmar los mercados financieros”. Desarmar, un concepto que después va a tener plena vigencia. Porque efectivamente estábamos frente al ejército de los mercados financieros que nos estaba apuntándonos con sus armas.

En este breve articulo Ramonet nos cuenta que acaba de ocurrir una gran crisis financiera en el Sureste Asiático, y que de repente sobrevino una fuerte crisis financiera, una gran crisis monetaria, en países como Corea del Sur, Indonesia, Tailandia, Singapur… países todos en los que en las dos últimas décadas había cuajado un crecimiento económico real de la economía productiva que había llevado a que se consolidara una importante clase media, con un reparto de la riqueza que no ocurría en otros países más atrasados de su entorno. El Bath tailandés se hundió y ello arrastró a una crisis de la banca en la región seguida de una profunda depresión económica.

Hace apenas 4 años, al referirme al contenido de este artículo tenía que explicar lo que es una crisis financiera, pero ahora desgraciadamente no hace falta explicarla. Cuando aparece la crisis financiera en Asia, la banca se colapsa y el Estado “tiene” que intervenir y acudir a su “rescate”; tiene que intervenir porque según los economistas y los gobernantes se trata de un mal menor, ya que si se cae el sistema financiero, entonces los males de la sociedad serían todavía peores. Luego el Estado debe comenzar a practicar el socialismo de ricos, que consiste en que cuando las cosas van bien los beneficios son para las empresas, pero cuando las cosas van mal tiene el Estado que salvar a estas empresas y socializar las pérdidas.

Ante esta situación en Asia y previniéndonos que de hecho puede reproducirse en cualquier parte del planeta, Ramonet lanza en el año 98 una idea poderosa: ¿Por qué no creamos un movimiento social que se enfrente a los mercados? Y como todo movimiento social tiene que tener una bandera, Ramonet tiene claro que no hay bandera mejor ser recuperar una idea de un economista norteamericano Tobin y ponerla al servicio de la transformación social. Así surge ATTAC, y su propuesta de impulsar la tasa Tobin.

Pero para ATTAC la tasa Tobin no es como para Sarkozy o Merkel la están defendiendo ahora, porque necesitan dinero, porque las arcas públicas se han vaciado por una política nefasta de ayuda a un sector financiero en quiebra. No, Ramonet propone un impuesto con fines sociales y solidarios, para ayuda a la ciudadanía.

Es por esto que ATTAC tiene claro desde el principio que de lo que se trata es de controlar socialmente los mercados. Esos mercados que a veces parece que no tienen cara y que no tienen nombre. Pero los mercados tienen cara y tienen nombre, y seguro que muchos habéis pensado ya en Botín. Los mercados son ese sistema financiero que tenemos encima como una losa y que está haciendo que Grecia vaya ya por la sexta huelga general, defendiéndose de unos recortes y de una situación injusta. Esos mercados que muchas veces se esconcen pero que a través del FMI, a través de la Comisión Europea y a través del Banco Central Europeo (BCE) nos dice lo que tenemos que hacer.

Es por tanto el concepto que en los últimos 15 años ATTAC ha empezado a identificar como el enemigo, contra el que hay que movilizar a la sociedad. Se trata de enfrentarse y resistir a la lógica que está detrás de estos mercados: la lógica financiera, con la que ha reforzado el inmenso poder de las finanzas. Ahora entendéis mejor porqué el título de mi intervención es: “Las finanzas no deben gobernar el mundo”.

Una de las características de la mundialización es que ha llegado a los más recónditos lugares del planeta. Nada escapa a la globalización. En el corazón de la selva amazónica ya está entrando esta lógica financiera. Lógica que consiste en considerar un recurso natural, el petróleo, la biodiversidad, todo como un activo financiero que debe ser gestionado de acuerdo a las reglas de las finanzas. Así, en las universidades de todo el planeta se enseña que la lógica para extraer un recurso tiene que ver con el tipo de interés. Depende cual vaya a ser la evolución de los precios de las materias primas y cual la del tipo de interés, el país procederá a agotar más pronto o más tarde sus recursos naturales no renovables. Quien pone el dinero y hace la inversión, decide si interesa o no realizar la extracción y a qué ritmo.

Claro que en América Latina están ocurriendo cosas un poco diferentes porque nos llevan la delantera a los europeos, porque ellos pasaron a finales de los 80 por la situación que nosotros estamos pasando ahora. Los 90 han sido en América Latina años de resistencia, de resistencia sin poder, y también con poder, aunque ya en el sitio XXI y en algunos países. Por ejemplo Ecuador ha planteado a la comunidad internacional lo siguiente: sé que aquí hay una enorme bolsa de petróleo en esta región amazónica, pero sé que si la extraigo, este espacio de gran valor en cuanto a biodiversidad y a valores naturales se va a deteriorar. Entonces hagamos un acuerdo: yo, Estado ecuatoriano, permito la extracción, pero pido a la comunidad internacional que eso tenga alguna compensación económica. Porque evidentemente estamos hablando de relaciones entre países pobres y países ricos.

Este control de los mercados que persigue ATTAC implica conseguir varias cosas de gran importancia. Primero, hacer realidad la transparencia bancaria. Hay un hecho que la ciudadanía tiene que rechazar como el gran enemigo de la justicia y de una sociedad más justa y más equitativa: es el concepto de secreto bancario. Mientras el secreto bancario permanezca tendremos paraísos fiscales y falta de recursos para atender las necesidades de la humanidad. Es muy importante tener en cuenta el concepto del secreto bancario y conseguir su eliminación.
Segundo, reducir el enorme volumen actual de transacciones financieras, a las que penaliza la famosa tasa Tobin. Esta propuesta está teniendo un gran recorrido y es justo en estos momentos cuando estamos muy cerca de ver su aplicación. No tengo ninguna duda de que se acabará implantando, porque la lógica de las cosas va en ese sentido. Tened en cuenta que a principio del siglo XX, cuando se empezó a implantar el impuesto sobre la renta de las personas físicas, la resistencia de los ricos y de la sociedad acomodada fue mucho mayor que la que está habiendo ahora frente al impuesto de las transacciones financieras. Tras la declaración del último G20, se han producido avances importantes, pero aún hay países bastante contrarios al impuesto como son EEUU y Reino Unido, como es China e India; sin embargo gran parte de América Latina está a favor, encabezados por Brasil y Argentina, a parte los países de la Unión Europea, de forma casi mayoritaria. Merkel y Sarkozy han defendido el impuesto de forma más fehaciente que el gobierno español, el gobierno de Zapatero. Y ello es porque esas sociedades, alemana y francesa, llevan muchos años movilizadas a favor de este impuesto. En España, ATTAC tiene apenas unos pocos miles de asociados, pero ATTAC Alemania tiene 40.000, y ATTAC Francia 20.000. Estamos hablando de movimientos que tienen capacidad de influir en la sociedad y de influir en sus gobiernos, sean del color político que sean.

Pero ATTAC, además de buscar el control de los mercados, lo que busca es fortalecer la ciudadanía y la democracia. Esto es muy importante porque en este momento tenemos que movilizar a la sociedad para reforzar la democracia en los temas económicos. A veces caemos en la trampa de separar lo social de lo económico. Mientras no haya un control social del Banco Central Europeo tendremos los problemas que tenemos. El banco Central Europeo está al servicio de la gran banca. Porque se estableció así en el tratado de Maastricht. Así es como se ha construido la Unión Europea. Ahora la solución no es salir de la UE (o por lo menos en ATTAC no defendemos eso), no se trata de dejar el euro. La solución es forzar realmente hacia una Europa social, empezando por que el Banco Central Europeo no esté al servicio de la banca sino al servicio de los ciudadanos. Implica una Europa más política y social y menos neoliberal que es la que le otorgo el tratado de Lisboa. Hay que volver a la vía de los impuestos. Uno de los actos más democráticos que existen en una sociedad es el que concierne a los impuestos. ¿Son necesarios los impuestos? Tenemos que recuperar la idea de que el primer acto democrático es pagar impuestos, yo cedo parte de mis ingresos para que lo colectivo y lo público funcione mejor, para que haya una gestión pública de los problemas.

Hay otras ideas que ATTAC considera que tiene que ver con la democratización de la sociedad. Una de ellas es una bastante polémica y hasta incomprendida, hasta el punto que hemos tenido que esforzarnos por convencer a los sindicatos: es la idea de la renta básica. Pensemos en una sociedad en la cual las personas, por el hecho de ser ciudadanos, tengan garantizado un mínimo económico, y veremos que, estando en la base de la democracia, es una gran revolución de la sociedad, que es una de las cargas más subversivas que podemos meter en este sistema económico injusto. Porque todo el mundo sabe que sin independencia económica no hay participación democrática y política.

La última idea importante a considerar es la de avanzar hacia un gobierno mundial. Estamos acostumbrados a los estados nación. Estamos acostumbrados a que los problemas se resuelvan votando periódicamente a los partidos que se presentan dentro del marco soberano de lo que es un estado, sin embargo hoy los problemas son mundiales. Los problemas no están circunscritos el espacio de las fronteras de los países, ni siquiera de la unión de países. Resolver la injusticia, hacer el mundo más democrático y solidario, enfrentarse a los grandes financieros exige tener como perspectiva y como objetivo el avanzar hacia un gobierno mundial, democrático pero mundial que se enfrente con problemas mundiales lo cual no quiere decir que los estados pierdan su soberanía, al contrario pierden muy poca pero algunas cosas si deben transferirse. Igual que aceptamos que de lo local se pase a lo autonómico, y de lo autonómico se pase a lo estatal, es imaginable que en un futuro de lo estatal se pase a lo comunitario europeo y de ahí a lo mundial.

Así llegamos a abordar esta gran estafa que llaman crisis. Porque es lo que es, una gran estafa. Porque crisis, el sistema las tiene constantemente. Os he hablado del año 94 y la crisis Tequila. Podía haber hecho la enumeración de las crisis habidas, una o dos cada dos años. Es verdad que esta es especial porque es muy gorda. Y se ha empezado a compararla con razón con la que sucedió en los años 20, en un momento histórico en el cual Wall Street, es decir el núcleo duro del emergente imperio hegemónico mundial de EEUU, estaba sustituyendo al imperio británico. Al final de los años 20 hubo una crisis financiera muy profunda, desencadenada por las mismas razones que nos han llevado a esta: una especulación desenfrenada, una libertad total del movimiento de los capitales especulativos y de repente, un enorme pinchazo de la burbuja económica, que es un símil que se entiende muy bien al referirnos a algo que está lleno de aire y cada vez es mas grande; pero llega un momento en que se pincha y deja salir abruptamente lo que tiene dentro… que es solo aire. Esta crisis actual que ya dura cuatro años es diferente a las más recientes porque no ha ocurrido en los países periféricos, sino en el núcleo duro del sistema, esto en Wall Street. Y al hacerlo, el sistema mundial se ha tambaleado.

Una pregunta que se hace mucha gente es qué se puede hacer frente a la dramática situación que estamos viviendo en la sociedad actual. Es un hecho que en los años 50 y 60 se produjo un crecimiento material del planeta como no se había conocido nunca en la historia de la humanidad. Crecimiento en base a unos recursos renovables aparentemente inagotables y una energía barata como es la del petróleo que hoy empieza a escasear. Esos años 50 y 60 es cuando se produce el gran crecimiento material en el primer mundo, los países capitalistas, pero también en el segundo mundo, los países comunistas, donde en base a ideas como la Carlos Marx, pensador teórico del XIX, o de activistas revolucionarios como Lenin, consiguieron derrocar un sistema político y sustituirlo por otro, llevando a cabo lo que se ha conocido como el mayor experimento social de la historia: la revolución soviética (hoy podemos decir que experimento fracasado). Pues bien, este segundo mundo también alcanzó en los años 50 y 60 un enorme crecimiento material.

En esos años se acuño un concepto, el de Tercer Mundo, que servía para denominar al resto los países pobres. Estados que se debatían entre el modelo capitalista y el modelo comunista, pero que lo que tenían claramente en perspectiva era alcanzar un crecimiento económico que les sacara de la pobreza y consiguiera equipararles con los países que les habían precedido. Dependiendo de cual fuera la visión con que se analizaba este proceso histórico, los manuales ofrecían una visión más o menos exculpatoria del comportamiento de estos países ricos. Desde posiciones más críticas siempre se ha insistido en que gracias al imperialismo y al colonialismo, los países más poderosos han podido apropiarse de los recursos naturales de los países más dependientes. Por eso se les debe llamar a los países pobres, más que pobres, empobrecidos.

Ese enorme crecimiento económico de los años 50 y 60 duró hasta principios de los 70, cuando se interrumpió bruscamente y apareció la respuesta neoliberal a los problemas planteados. Una respuesta que se basó en tres pilares: el primero fue ideológico y consistió en arrinconar la idea de que la búsqueda de desarrollo, la solidaridad y la cooperación era lo que iba a llevar al planeta a una sociedad mejor: pronto se empezó a sustituir el concepto de cooperación por el de competitividad, y se dejó de hablar de países del tercer Mundo para hablar de países emergentes y países pobres, esto es, aquellos que no han sabido emerger. Competitividad es pues la primera idea fuerte que se impone en los años 70 con la revolución neoliberal.

El segundo pilar de la respuesta fue la mundialización, representada por la libertad absoluta de circulación del capital por todo en el mundo. Así, una empresa localizada en Valencia, por ejemplo, pasó a poder “deslocalizarse” hacia los países del este de Europa o a Marruecos, simplemente para aprovecharse de la mano de obra barata que se ofrece fuera de la UE, buscando con ello rebajar costes de producción y competir dentro y fuera de España.

El tercer pilar fue un golpe de estado en la economía cuando las finanzas se hicieron con el timón de la nave, unas finanzas que pasaron a orientar totalmente la actividad de la sociedad. Susan George, vicepresidenta de ATTAC en Francia y presidenta honorífica de ATTAC internacional, lo ha visualizado muy bien en uno de sus últimos libros (“Sus crisis nuestras soluciones”): se trata de un gráfico de cómo deberían ser las cosas y de cómo son. Lo lógico es al planeta con sus recursos como el todo, dentro del cual está la humanidad y las relaciones humanas; en el interior y como subconjunto aparecería la económica y dentro de ella las finanzas. Las finanzas son así un espacio pequeño al servicio de la economía, la economía está al servicio de las personas y de la sociedad y la sociedad debe estar en armonía con el espacio natural del planeta que es donde vive. Pero lo que la reestructuración neoliberal ha conseguido ha sido es invertir el esquema: las finanzas se convierten en el espacio más grande, que controla a la economía, controla la sociedad, una la sociedad se cree dueña del planeta, del medio ambiente, de la naturaleza.

Estos son pues los tres pilares con los que la globalización ha conseguido cambiar el funcionamiento del capitalismo, llevando las finanzas al poder, extendiendo la lógica del sistema a todos los rincones del planeta, e imponiendo la idea de la competitividad ha de ser la guía de todo comportamiento económico y social. Un capitalismo mutado que trata de convencernos que lo mejor para la humanidad es que la riqueza se concentre en los más capaces, en los más listos, en los más ricos, porque ellos son los que saben cómo invertir el dinero y cómo crear empleo. Ellos son los que nos van a permitir obtener un empleo, tener una renta y un ingreso con el que poder sobrevivir, que sólo viene del trabajo, este del empleo, este de la inversión y la inversión viene de los ricos que han conseguido acumular la riqueza. Por eso hay que bajar impuestos. Hay que conseguir que el 1% de la población controle la generación de ingresos del orden del 70, incluso del 80 % del PIB mundial.

Ante esto, ¿que puede hacer la ciudadanía?

No queda otro camino que la presión social. Desde mi punto de vista, están fuera de lugar las visiones de unas vanguardias iluminadas que de forma violenta y con las armas en la mano conquistan el poder político; y una vez que han conquistado el poder ese grupo minoritario, como hicieron los bolcheviques en Rusia, se dedican a transformar la sociedad desde arriba. Es un proceso que se ha visto históricamente que no tiene futuro. El cambio social solo puede surgir desde abajo: la única posibilidad de transformación de una sociedad profundamente injusta es que haya una enorme presión social ciudadana sobre las instituciones: gobiernos, partidos políticos, sindicatos. Los partidos políticos, por ejemplo, tienden a enquistarse. En España tenemos un bipartidismo político y ninguna de las dos formaciones está interesada en cambiar el sistema.

A través de la presión social es posible cambiar el rumbo de las políticas se están desarrollando en Europa y que nos están llevando al desastre. Tenemos que convencernos de que hay alternativas. Por ejemplo cuando Papandreu anunció que iba a someter a referéndum lo que le estaba imponiendo la UE a Grecia, todos los gobernantes europeos aparecieron públicamente para desautorizarle hasta que le forzaron a dimitir. Pero una de las primeras funciones del ciudadano es informarse, saber si hay alternativas a lo que le están proponiendo. Y por supuesto que hay alternativas.

En ATTAC acabamos de publicar justamente un libro que se titula “Hay alternativas” escrito por tres personas muy relacionadas con ATTAC. Una es Vicenç Navarro, un catedrático que escribe varios artículos a la semana y con sus 75 años resulta enormemente didáctico, defendiendo una visión socialdemócrata que cree que el sistema es reformable, y que desde luego se pueden cambiar las actuales políticas equivocadas. Otro de los autores es Juan Torres, catedrático de la Universidad de Sevilla, muy ligado a ATTAC desde el principio. Y el tercero es Alberto Garzón, un activista muy joven, que comparte su militancia entre ATTAC y su partido Izquierda Unidad, que le ha pedido que se presente como cabeza de lista por Málaga, lo que le ha supuesto dejar de momento el Consejo Científico de ATTAC, el que era coordinador. Los tres han hecho este libro y los libros deben ponerse al servicio de los ciudadanos. Hemos convencido a la editorial para que el libro se pueda descargar en la web de ATTAC o en la de cada uno de los autores. Y se puede descargar el PDF sin coste alguno por lo que está disponible para quien quiera leerlo.

Por tanto, hay alternativas y se tienen que defender de forma organizada. No nos podemos quedar en el sofá quejándonos de los malos programas que pasan por la televisión. Tenemos que salir a las calles y reunirnos en las plazas donde se están discutiendo otras formas de hacer políticas. Y tenemos que entrar a formar parte de organizaciones sociales, porque de forma individual la historia nos dice que se puede hacer muy poco.

Un mensaje de esperanza: estamos en los albores de alumbrar algo importante. Es la noche antes de que comience el alba. Tomemos por ejemplo la India, cuando como país machacado por el Reino Unido estaba en 1947 en la que parecía la noche más larga, donde cundía la desesperanza de los independentistas que estaban luchando contra el imperio más poderoso del planeta. Y de la noche a la mañana el Reino Unido decidió que dejaba la India y súbitamente se paso de la noche más triste al amanecer más brillante. Esto mismo puede estar a punto de ocurrir. Podemos estar a punto de alumbrar otra forma de organizar la sociedad, más participativa y mas ciudadana, absolutamente diferente a la que hemos conocido en los últimos 30 o 40 años, no solo este país sino el resto del planeta.

Voy a evitar a entrar en si estamos viviendo el final del capitalismo como sistema, pues puede llegar a convertirse en una discusión estéril. Es mas oportuno ver cómo transformamos una sociedad que no nos gusta y qué cesto podemos hacer con los mimbres que tenemos. Hay que empezar por desfinanciarizar la sociedad. Los ciudadanos y las ciudadanas deben plantarse: la lógica de las finanzas pueden orientar el mercado de la construcción de yates, pero la sanidad, la educación, el agua, le debe estar vedado. En estos temas, las finanzas no pueden entrar a imponer sus reglas en la gestión de los servicios públicos.

Tenemos que recuperar la idea de que otro mundo es posible y que otro mundo es necesario y urgente. Pero hay que romper con ideas preconcebidas como por ejemplo que la solución viene del crecimiento. No podemos seguir pensando que hay que volver a la senda del crecimiento como forma de tener empleo y para que volvamos a tener renta, soñar con tener dos casas, a cambiar de coche cada tres años. No hay planeta para esto. Tenemos que sustituir esta economía para el crecimiento por una economía para la vida.

Hay algunos conceptos nuevos sobre los que conviene reflexionar. Por ejemplo, el concepto de decrecimiento a mí no me gusta. Puede servir para provocar una reacción contra el consumismo, pero a mí me gustan más conceptos como el de la economía del buen vivir o la economía del bien común. ¿Qué es vivir bien? Ahí entramos en el tema de los valores, rechazando la idea que la vida solo tiene valores de la cuenta corriente, basados en lo que se va a ingresar el año que viene. Pero hay valores que tienen que ver con la calidad de la amistad, del amor con las gentes que te rodean. Si eres una persona querida en tu ambiente, el nivel de satisfacción que eso produce puede ser mucho mayor que el que tiene el señor Botín cuanto observa lo que ha ingresado de más su banco en el último periodo que contabiliza.

Estas ideas, como la del buen vivir, la de que la sociedad se puede cambiar, que es posible que las finanzas no gobiernen el mundo, que es posible salir del bipartidismo, pienso que nos ayudan a ser mejores personas. Exigir valores éticos y morales entra el concepto de derechos humanos que tanta sangre se ha vertido en el planeta para que sean reconocidos. En este momento su reconocimiento tiene un nivel mucho más bajo de lo que como ciudadanos del mundo nos gustaría.

Voy a terminar como empecé. Agradeciendo vuestra paciencia. Escuchar a una persona durante una hora es apenas soportable salvo que se tenga una gran pasión por aprender, por entender mejor lo que sucede a nuestro alrededor. Espero que hayáis sacado algo positivo de mi intervención y os agradezco de nuevo la paciencia que habéis tenido. Y resalto el mensaje de esperanza que he planteado, aunque las cosas estén muy mal y vivamos tiempos realmente sombríos. Es cierto que lo que tenemos enfrente tiene mucho poder, pero ellos son 1% y nosotros somos el 99%, por tanto tenemos toda la legitimidad para ser utópicos. Y la utopía es consustancial a la humanidad. Según Eduardo Galeano, pensador-poeta uruguayo internacional, la utopía es algo que siempre se quiere alcanzar pero que cuando se piensa que ya se ha alcanzado… aparece de nuevo un poco más lejos. Si no existiera la UTOPÍA, el mundo no avanzaría.