XX FORO UNA NUEVA SOCIEDAD DESPUÉS DE LA CRISIS

Ana Noguera

Las contradicciones culturales y sociales del capitalismo de hoy

ANA NOGUERA | DOCTORA EN FILOSOFÍA POR LA UV

Las consecuencias sociales y culturales de la crisis

El origen cultural de la crisis

Desde que se inició la crisis económica en 2008, Europa camina todavía desorientada, sin saber cómo enfrentarse realmente a esta situación ni qué recetas son viables para remontar. El llamado “austericismo” alemán, implantado por Merkel, como único jarabe para combatir los años de prosperidad galopante e incluso absurda, no sólo no está dando resultados, sino que está conduciendo a la miseria y a la pobreza a millones de trabajadores europeos, y a una desigualdad creciente e imparable al conjunto de Europa.

No hay ninguna duda que esta crisis trae también unas consecuencias sociales y culturales, en primer lugar, porque también hay un origen cultural en la formación de esta crisis económica.

Nadie habla de una sola crisis, aunque sea ECONÓMICA. En mi opinión, hay también en su base, en el fundamento del desarrollo de la catástrofe, una crisis moral y cultural.

Alain Touraine: necesitamos un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy. Deberíamos desembarazarnos de los antiguos modelos que utilizábamos para explicar la realiad: política (monarquía-república, democracia-dictadura) y luego socieconómico (burguesía-proletariado, desigualdad-distribución), conceptos que hoy se muestran confusos frente a una realidad extremadamente fluida y cambiante, y utilizar el paradigma que mejor se adapta al mundo de hoy: el cultural.

Ninguna sociedad es estática e inamovible. Lo que en un momento y una época nos dice “lo que debe ser” se modifica por la acción de los individuos. Las categorías culturales son arbitrarias. Es decir, somos un producto cultural que a su vez disponemos de libertad para modificar nuestra propia estructura social: ¿cómo? A través del conocimiento, la crítica, el análisis, la reflexión … conceptos que conforman lo que entendemos el “ethos cultural”.

La situación de crisis no es casual: está estructurado sobre unos valores culturales determinados: la manera de entender el éxito individual, la disociación entre consumidor/ciudadano (con la primacía de uno sobre otro), las exigencias de la economía sobre la política, la vulnerabilidad de la democracia (considerada un estorbo). Hemos construido la pirámide social en sentido inverso al que ahora necesitamos para salir de la crisis; hemos cimentado toda nuestra sociedad sobre la economía, maximizando el carácter económico del ser humano como un producto también del propio mercado, sin frenar las graves consecuencias sociales y humanas que ello tiene. El origen de esta crisis económica tiene una honda raíz en sus valores mercantilistas y egoístas, en el exceso mismo del capitalismo, en la avaricia de ganar dinero por el dinero mismo Nuestro concepto actual del ser humano es también un concepto cultural, y hemos de desandar lo andado, para encontrar una visión diferente.

Esta construcción de la pirámide ha facilitado la explosión de la crisis actual, tenía unos condiciones previas: la desaparición del bien común, la búsqueda de proyectos individuales y no colectivos, la falta de interés en la participación social, el consumismo como sustitutivo de la felicidad, y la creación de un individuo metodológicamente individualista, con una racionalidad económica estrecha, desatendiendo su papel como ciudadano.

La crisis actual venía gestándose desde hacía décadas (el aburrimiento, la apatía, la falta de interés por lo público, la escasez de virtudes sociales, la soledad y la falta de participación, el entretenimiento frente al conocimiento, el hedonismo consumista, etc). Cuántas veces nos hemos asombrado de ver cómo colectivamente se miraba hacia otro lado ante actitudes inmorales o nos dejábamos deslumbrar por la apariencia.

Josep Ramoneda, “en el trasfondo de la cultura de la indiferencia está por encima de todo, la mercantilización de la sociedad”.

Las construcciones sociales no son casuales, no son espontáneas, responden a una base cultural, a una manera de entender la sociedad. Por eso, saldremos de esta crisis de una u otra manera, en función de las construcciones culturales.

Los problemas se agolpan en la mesa de la gobernanza europea sin que se vea ningún liderazgo firme, ni político ni moral, capaz de dar un brillo de esperanza. No estamos ante un constipado de la Europa del euro. No estamos ante una situación que pueda resolverse con parches ni tampoco podemos volver hacia atrás, hacia sociedades ilimitadamente consumistas.

Esta crisis económica ha destapado, como capas de una cebolla, un sinfín de contradicciones que estaban creciendo en su interior, y que son fruto de unas crisis más profundas. Lo primero que hemos de hacer es analizar las contradicciones culturales que se están produciendo en este siglo para buscar una solución global. Pero empecemos a ver qué ha cambiado en el capitalismo de hoy.

Qué es hoy el capitalismo

Cuando Max Weber habló del origen del capitalismo, lo hizo desde el punto de vista cultural.

Origen: calvinismo (base cultural), liberalismo (base filosófica), maximización del beneficio (la económica): exaltación del individuo. La combinación de maximizar el interés personal con la defensa de la libertad fomentó la Europa de los derechos, a través de la política. Sin política no ha existido consenso ni acuerdo social.

La primera fase del capitalismo fue duradera: la fase comercial, que arrancó con el lento declive del feudalismo. Aparecen personajes con nuevo poder social como el comerciante, el banquero, los gremios, los profesionales, es decir, la burguesía,  sustituyendo los poderes de los monarcas o la nobleza.

La segunda fase es la industrial: las fábricas. Las grandes riquezas en torno al ferrocarril o al automóvil, al comercio naval, a las industrias.

Charles Chaplin “Tiempos modernos” define muy bien una sociedad cada vez más deshumanizada, con la división de clases perfectamente definida, y la explotación y alienación laboral como términos nuevos de esa segunda fase del capitalismo.

Al final del siglo pasado, comienza la tercera fase del capitalismo financiero, donde las grandes corporaciones financieras controlan gran parte de la economía, siendo el grupo dominante, administrando ahorros de millones de inversores, jugando con dinero inexistente, teniendo más poder que los propios gobiernos nacionales, ejerciendo un poder a la sombra.

Ignacio Sotelo: En cada una de estas tres etapas de capitalismo comercial, industrial y financiero, no desaparecen las formaciones anteriores, sino que conviven, supeditadas a la dominante en cada etapa. En el industrial el comercio continúa diversificándose, y en el financiero no desaparecen comercio, ni industria, aunque sometidos al nuevo poder financiero.

Pero, ahora ya no necesitamos empleo ni mano de obra para dar de comer a estos buitres financieros, cuya función no es crear fábricas, ni industrias, ni comercio, sino reclutar capital para reinvertirlo obteniendo máximos beneficios. El dinero ya no es un instrumento de intercambio sino el medio y el fin al mismo tiempo.

Esta fase del capitalismo trae consigo una nueva revolución en la estructura de clases debido a la modificación del mercado laboral. Necesita mucho menos empleo, muy especializado, diversificado, y sin cargas sociales ni con proyección humanística.

Se habla de la crisis de este capitalismo reconvertido; una crisis que puede venir por el colapso de los desechos que va generando su propia existencia: la inutilidad de la mano de obra, la falta de consumidores o los recursos limitados del planeta. Pero en realidad, la crisis está en el modelo político y cultural, en la crítica al sistema económico actual. Ya no hay acuerdo entre la política y la economía; ya no hay pacto social entendido como Estado de Bienestar o Estado de Justicia; ya no importan los derechos ni tampoco los ciudadanos.

Por ejemplo, la globalización es imparable pero crecen los extremismos, fundamentalismos religiosos y nacionalismos, en busca de una tribu comunitaria bajo la que cobijarse de la frialdad universal; la identidad europea basada en los derechos y el Estado de Bienestar ha saltado por los aires; la crisis que nos parecía mundial, no lo es, otros países como China y Brasil crecen de forma espectacular, pero eso no significa que la solución sea un crecimiento claramente insostenible; la desigualdad es imparable, porque ahora forma parte del mismo sistema económico – a mayor crecimiento, mayor desigualdad; la globalización amenaza a la democracia que sigue asentada en estados nacionales y locales; está en crisis el modelo de representación política porque el poder está en manos de organismos no democráticos.

Hemos pasado de la importancia del individuo al menosprecio de la persona. ¿Por qué? Porque el desarrollo de una economía global no ha coincidido con el desarrollo de una sociedad global.

Las características del nuevo capitalismo

  • Ya no hay producción, sino capital financiero y especulativo. Es decir, no hay producto. Sólo dinero.

Santiago Niño: “se dice que por cada dólar que se mueve en el mundo sustentado por la economía real, se mueven 300 en la financiera”

  • Se ha transformado el origen de la riqueza. No son fábricas, sino los intangibles.
  • Ya no hay límites de espacio y tiempo, se han roto con la tecnología y la globalización. La velocidad de transformación es vertiginosa. Véase: en 1960 el 20% de la población mundial de los países ricos tenía 30 veces los ingresos del 20% más pobre. En 1995 era 82 veces más.

Intermon Oxfam: Son muy significativos los datos de los Estados Unidos, donde el uno por 100 de los ciudadanos ha acumulado el 95 por 100 del crecimiento económico total posterior a la crisis del 2009. España es el país más desigual de la Unión Europea, seguido por Letonia. Y el agravamiento de la desigualdad es muy alarmante. Basta con observar que la riqueza de las 20 personas más ricas de nuestro país equivale a la renta del 20 por 100 más pobre de la población. Nuestros cálculos indican que, de no modificarse las políticas de austeridad, en el año 2025 podría haber en España veinte millones de personas en riesgo de exclusión social. Es decir, casi un 42 por 100 de la población

  • Ya no sirve el crecimiento para el reparto. A mayor crecimiento, más desigualdad, pues se produce una concentración vertiginosa de la riqueza.
  • Trabajar no es suficiente ni liberador. Cambio del concepto del trabajo. El trabajo es insuficiente para mantener el sistema.
  • La desigualdad ya no es producto social, sino fundamentalmente económico. Lo que implica otras variantes, más difíciles de eliminar, pues la desigualdad forma parte del propio sistema.
  • Capitalismo y Democracia no van de la mano.
  • La economía ya no está vinculada con el interés del individuo, no sirve para la mejora del bienestar. Tiene una lógica propia y perversa, fuera del sistema político-social.
  • La injusticia del sistema: privatizar ganancias y socializar pérdidas.
  • Desregulación no significa libertad: un mercado mundial libre necesita regulación ¿cómo poner las bases cuando el monstruo ha crecido tanto?
  • El individualismo se atrinchera en nacionalismos (religiosos, culturales, etc) en busca de una identidad perdida, mientras que el capital es global y sin nación. Pero cada vez más no somos una sociedad plural, sino fragmentada (compartimos los mismos problemas, el mismo planeta, el mismo sistema económico, pero nos enfrentamos por supervivencia)
  • ¿Qué representa Europa? Su peso en el mundo desciende a pasos agigantados: no es representativa ni demográficamente, ni en crecimiento económico, ni tampoco en la defensa y mantenimiento de los derechos y las libertades.

Ignacio Sotelo: Dos cuestiones exigen una respuesta: ¿cómo sobrevivirá la población que no pueda integrarse en el capitalismo financiero? Es decir ¿qué formas de sobrevivencia quedan fuera del sistema? Y una política: ¿cómo esta nueva estructuración social va influir en la institucionalización del poder y en las formas de su ejercicio? O sea, ¿qué posibilidades le quedan a la democracia para sobrevivir en el nuevo contexto del capitalismo financiero?

Las contradicciones del sistema

Las sociedades son cada vez más complejas por lo que los problemas a los que nos enfrentamos son, lógicamente, más complejos, y también sus soluciones.

Daniel Bell, 40 años, las contradicciones culturales: el hedonismo.

1. NUEVAS POLÍTICAS

El poder
¿Quién ostenta el poder? Ya no es político, todo lo contrario. Es difícil de medir. No tiene rostro. Vivimos en una época en la que, por paradójico que parezca, conocemos y comprendemos estos problemas mejor que nunca, pero parecemos incapaces de afrontarlos. Hay una realidad frustrante.

Moises Naim: “nadie tiene el poder suficiente para hacer lo que se sabe que hay que hacer”

Democracia y la estructura política
El número de democracias en el mundo creció un 70% en solo 22 años. Votamos más, ¿por qué la insatisfacción? La democracia triunfa como modelo universal y, sin embargo, está profundamente amenazada por defunción de su alma: de su propio proyecto. Los parlamentos tienen un papel simbólico (véase España o Grecia). Las decisiones las toman “especialistas”. Los ciudadanos están horrorizados y hartos de la política pero paradójicamente la democracia sólo puede sobrevivir si hay política.

Recuperar la política significa acabar con el proceso de reducción del hombre a su valor económico. ¿Cuál es ahora el contenido del concepto de ciudadanía?
La libertad política no se limita al derecho a ejercer la propia voluntad, sino que obliga a preguntarse cómo se ha formado esa voluntad.

El cambio del mapamundi (dos diapositivas)
La deconstrucción de Europa está siendo sustituida a gran velocidad. Algo que no se había producido ni después de las guerras mundiales. El liderazgo, en cualquier ámbito: demográfico, económico, político no lo ostenta Europa, pero lo más importante que representa: los derechos y la democracia están sucumbiendo por las propias decisiones europeas. Se alzan modelos diferentes, como China o India, que aplican el sistema capitalismo con otras organizaciones sociales y culturales.

(Acuerdo Transpacífico; papel Obama en el mundo; Japón; China: ¿comunista o capitalista?)

¿Un gobierno global?
La pregunta es: ¿la globalización económica es compatible con la democracia? ¿Los Estados-nación pueden convivir con un sistema económico global? Pero todavía hay algo más profundo que la estructura orgánica entre la economía y la política: ¿podemos tener un orden político justo y democrático, basado en la igualdad de los ciudadanos, frente a un orden económico terriblemente injusto?

Robert Dahl: ¿por qué la democratización política del estado liberal ha sido compatible con la permanencia e incluso el aumento de la desigualdad social y económica?

DEBATE ¿Quién y cómo se va a ejercer la política del siglo XXI?

  • El poder está conformado por confrontaciones corporativas o grupales. Se pierde la individualidad en plataformas o colectivos.
  • La sociedad civil organizada es una de las piezas del poder. Junto con los expertos o especialistas (el conocimiento) y los partidos políticos (como una pieza más, y no la más importante).
  • Un gobierno global no sabemos si es posible ni viable democráticamente. Alejamiento de los ciudadanos en la toma de las decisiones.

2. UNA ECONOMÍA PARA UN SOLO PLANETA

El trabajo en un  ¿nuevo sistema económico?
Ha cambiado el concepto del trabajo. Durante años, las conquistas de derechos ciudadanos y laborales en Europa iban encaminadas a transformar el concepto del Trabajo, para convertirse en una herramienta, en el instrumento de liberación, de autonomía personal y de dignidad social de los ciudadanos. Disponer de un trabajo ha permitido, por ejemplo, la independencia de las mujeres y la autogestión de sus decisiones o elevar el nivel de vida de nuestros países desarrollados basados en la formación, la educación y la innovación.

Pues bien, ¡se acabó! El trabajo se ha convertido en un fin, en un artículo de primera necesidad, en un bien escaso difícil de repartir. Por tener un trabajo y conservarlo, supeditamos nuestra convivencia familiar o nuestros proyectos personales. Se suceden las reformas laborales, no para conquistar mejoras, sino para adecuarse a la voracidad del sistema. Devaluaciones salariales, pérdida de derechos colectivos, etc

Vivian Forrester: “hay algo peor que la explotación del hombre por el hombre: la falta de explotación; que el conjunto de seres humanos sea considerado superfluo”.

La mayor contradicción del sistema se produce en cómo compatibilizar una desestabilización social creciente con la necesaria demanda de consumidores. ¿Cómo se podrá mantener a una población no empleable que no se necesita ni como reserva?

La desigualdad y las nuevas clases sociales
La desigualdad es un problema tan viejo como el propio ser humano. No es nuevo ver a Homero hablando de las cualidades innatas y de la condición social destinada por el origen de su nacimiento; la diferencia es que el sistema político ha trabajado para eliminarlas, y ahora es el propio sistema quien las produce como una parte de su engranaje.

José Félix Tezanos: la desigualdad social, como tal, no es algo inevitable e inexorable, no es un destino fatal fruto del azar o de la necesidad, sino que es un resultado social concreto de prácticas, regulaciones y procesos específicos de asignación y distribución de recursos y oportunidades, que se explican por la dinámica funcional de las instituciones y las políticas concretas. Y como tal, por lo tanto, puede ser reversible.

Ahora bien, nos encontramos con unas características propias en la desigualdad de hoy: – la actual dinámica general de aumento de las desigualdades coincide con tendencias de desvertebración social y de taponamiento de las oportunidades vitales para las nuevas generaciones; – nos encontramos ante procesos de movilidad social descendente que afectan a muchos jóvenes de las sociedades avanzadas. Lo cual es algo inédito; que las clases sociales tengan ahora un ámbito mundial no ha eliminado desigualdades, sino que se ha producido una radicalización de la desigualdad.

Desigualdad versus concentración de la riqueza

  •  LIMITACIÓN DEL PLANETA: Sobran palabras para analizar que nuestros recursos son limitados y que la situación del planeta ya no es un futurible, sino que es nuestro gran problema actual. La crisis energética, los recursos naturales, el deshielo de los glaciares, etc
    (2 diapositivas: glaciares y bosques)
  • ECONOMÍA LOCALES: Al igual que el gobierno no es global, la solución parece pasar por economías globales. Las alternativas se están haciendo en comunidades, con recursos propios de los terrenos, explotando sus propias condiciones, evitando los grandes transportes de mercancías, etc.

Esto genera dudas: ¿a quién pertenecen los recursos globales: la selva, …?

DEBATE: ¿Cómo evitar un genocidio económico?

  • Devolver al trabajo su valor dignificante.
  • Realizar una economía a escala local que garantice la supervivencia de los bienes globales y los derechos sociales.
  • Ya no basta sólo con hablar de distribución, sino de limitación: de recursos, de salarios.

3. LOS VALORES

Hablar de trabajo dignificante, de eliminar la desigualdad, de compartir recursos, de limitación, de democracia y representación política es hablar de valores.

Conocimiento e información
Tenemos más que nunca y estamos más desinformados. Se habla de fin de ideologías, pero rebosamos ideología, empezando por la técnica y la fantasía del consumo: la felicidad cabe en una galería comercial.

Ahora bien, paradójicamente, abordamos una realidad tan compleja que necesita de saberes “especializados”, troceados, donde cada uno sabe solo de lo suyo, y esto impide ver lo global (los árboles impiden ver el bosque): no se ve la solución a la complejidad y arquitectura del problema, porque lo troceamos. ¿Quién piensa en global?

Josep Ramoneda: la comunicación oculta la realidad: por acumulación (la información se convierte en ruido), por velocidad (un cadáver oculta a otro), por obscenidad (exhibicionismo de la imagen), por simplificación (mensajes cortos y directos), por homologación (cada información tiene su lugar)

Cambiar las magnitudes y las prioridades
Hemos de recuperar los valores que impongan al sistema económico, saber por qué y para qué se toman las decisiones, a quiénes afectan, quién y qué es lo importante. No vale seguir midiendo el progreso social por el aumento exclusivamente en el PIB, porque es un fraude; es un engaño pedir sacrificios a las personas, incluso llegando al drama personal y familiar de perder toda esperanza hasta la vida, por un aparente beneficio económico.

“No me digan que no es vergonzoso para la especie humana haber medido la distancia de la Tierra al Sol, haber pesados todos los planetas cercanos, y no haber descubierto las leyes fecundas que hacen la felicidad de los pueblos” De la novela “Hombres buenos” de Arturo Pérez Reverte.

El miedo
Aparece un sentimiento colectivo nuevo: El miedo. Ulrich Beck señala que nos hemos transformado en la sociedad del riesgo, es una nueva forma cultural de sometimiento: el miedo a la pérdida, vivir permanentemente en riesgo. “A diferencia de todas las épocas anteriores, la sociedad del riesgo se caracteriza esencialmente por una carencia: la imposibilidad de prever externamente las situaciones de peligro”.

HIJOS DE LA ILUSTRACIÓN: de los valores universales VERSUS COMUNITARISMO

Nuestra responsabilidad política y moral es armonizar las dos fuerzas del siglo XXI: una globalización incontenible e imparable versus los grandes valores universales de libertad, igualdad y solidaridad a través de la convivencia democrática.

Pero al mismo tiempo necesitamos la cobertura y la protección de una identidad. El universalismo da frío. La identidad protege. Pero el riesgo es ser excluyente.

Vamos a un mundo de mestizaje, y no lo asumimos. Para ello, también se requiere un proyecto moral.

Se nos ha caído el modelo que teníamos y necesitamos urgentemente otro, no podemos seguir pensando que somos libres cuando hemos perdido la capacidad de hacer un uso efectivo de nuestra libertad.

DEBATE: ¿Cómo compatibilizar los valores universales con nuestra identidad particular?

Amartya Sen: “todo sistema económico exige una conducta ética. Y el capitalismo no es una excepción”