XX FORO GRUPO DE TRABAJO Nº 3

Una economía para un solo planeta

ANA VICTORIA GONZÁLEZ TORRES COORDINADORA

Conclusiones del Grupo de trabajo

El grupo de discusión estaba compuesto aproximadamente por una docena de personas mayores de cincuenta años en las que predominaban mujeres y docentes. Para romper el hielo e iniciar la discusión nos planteamos algunas preguntas:

  • ¿Es razonable apostar por el crecimiento basado en la producción de bienes de consumo para resolver los problemas del empleo?
  • ¿Tiene futuro la humanidad sin un cambio del modelo de desarrollo económico?
  • ¿Hay futuro sin un mejor reparto de la riqueza, sin una disminución de las desigualdades entre las personas?
  • ¿Es necesario “decrecer” en nombre de la ecología, el cambio climático, la disminución de los recursos naturales, la salud humana, etc.?
  • ¿Cómo se debería orientar el sistema de producción y consumo?

La discusión fue muy viva. Pronto se percibió que, con matices, el conjunto de los asistentes estábamos de acuerdo y convencidos de que el actual modelo de desarrollo económico basado en el crecimiento y en la producción ilimitada de bienes de consumo llevará más tarde o más pronto, a la catástrofe a la humanidad, siendo la causa y motivo principal del cambio climático, del agotamiento de los recursos naturales como el petróleo, al impacto en la biodiversidad del planeta provocando la extinción de muchas de las especies de animales y plantas que hasta ahora nos estaban acompañando y poniendo en grave peligro a muchas más…..y que incluso el tener trabajo no garantiza el salir de la pobreza y aun peor, que este sistema excluye a personas como planteó Ana Noguera en su conferencia.

Por tanto, se hace necesario no solo por justicia sino también por supervivencia un nuevo orden económico, un nuevo orden que ponga en el centro de su interés al ser humano, que se base en la justicia social, en la cooperación, en la solidaridad, que oriente el sistema de producción en un nuevo valor: “el cuidar”. Cuidar a las personas, cuidar las relaciones sociales, cuidar al planeta, todo ello mediante modernos y desarrollados métodos para aplicar la sobriedad en el consumo, acertar con medidas eficaces para conseguir la deseada sostenibilidad ecológica, la disminución o a ser posible la supresión de las desigualdades económicas y sociales entre las personas, en definitiva, una sociedad más igualitaria, más justa y menos propicia a las enfermedades sociales.

Surgieron muchas ideas, desde la necesidad de fomentar el uso de energías alternativas y métodos naturales e ingeniosos de aplicar los conocimientos e investigaciones en ahorro energético, dejar de fabricar armamentos, potenciar y desarrollar la banca ética y el comercio justo, volver a valorar el trabajo concediendo la importancia que tenía y tiene la formación profesional, la importancia de la educación en valores y sobre todo una mayor participación de la sociedad civil en la toma de decisiones.

Se planteó que el PIB es un parámetro económico que no mide el grado de desarrollo humano en la sociedad, porque no mide el reparto de la riqueza, la desigualdad, la pobreza, la salud, el impacto ecológico. Que no es en absoluto un indicador de progreso sino el indicador de “crecimiento” propio del sistema que está llevando al ser humano a su ruina ecológica, económica y moral.

Se comentó una idea que Ana Noguera aportó en su conferencia: la globalización y la pertenencia a organismos internacionales como el BCE, FMI, la CEE etc. han hecho perder soberanía a los estados y deja en entredicho la capacidad de los distintos gobiernos para tomar decisiones autónomas o para gestionar honradamente los mandatos recibidos de sus pueblos.

También se habló de la necesidad de una disminución de la jornada laboral que sirva, además de repartir el trabajo como una forma de disminuir las desigualdades económicas y también, para fomentar de un modo moderno y creativo el ocio.

Igualmente se estuvo de acuerdo en que el mercado y la propiedad privada deben de estar subordinados a su uso colectivo como plantea la economía del bien común.

Concluimos que el ser humano y por tanto los cuidados de la vida, debe de ser el centro de la economía y por ello es necesario generar una utopía que sea creíble e ilusionante, que genere esperanza, que sea capaz de provocar una educación en valores que conduzcan a su consecución y que pueda producir un cambio político que profundice en la democracia, pasar de una democracia representativa a una participativa, donde se fomenten la iniciativas legislativas por parte de la ciudadanía, referéndums para la toma de decisiones importantes, y que desarrolle con garantías un poder revocatorio en el caso de que los ciudadanos no crean que sus políticos cumplen o sirvan para aquello para lo que han sido elegidos.