Este martes, tras la aprobación del Consejo de Ministros, el Ministerio de Pilar Alegría ha desvelado todos los cambios que introduce en la enseñanza del Bachillerato, la formación intermedia después de la ESO y previa al comienzo de la universidad.
Hay apuntes conceptuales y teóricos del currículo que aspiran a transformar la forma de entender el estudio en general y cada asignatura en particular. La perspectiva de género está implementada de lleno en el contenido de las asignaturas, así como la memoria histórica o la pretensión de evitar miradas europeístas. Todo bajo el paragüas de crear un sistema de estudios de «enfoque competencial«, modelo de aprendizaje basado en la aplicación de los conocimientos.
Un contenido para aprender más que aprobar
La catedrática Elena Martín, una de las autoras de la ley, apunta a que esta forma de repensar los métodos de estudio suponen un cambio cultural en un contexto en el que, con los avances tecnológicos, el acceso a la información es más fácil y rápido que nunca: «Un aprendizaje es un cambio en la persona. No debemos creer que una persona ha adquirido un conocimiento si no actúa de una manera distinta después. El objetivo es que todos aprendan, no que todos aprueben. Que haya alumnado que aprenda más por un tutorial de YouTube debe hacernos pensar».
Este modelo y sus modificaciones entrarán en vigor en el curso 2022-2023. Entre los aspectos técnicos, el que más suspicacias ha levantado es la opción que se abre de aprobar el Bachillerato con una asignatura suspensa. Una situación que ya ocurría de forma encubierta en los institutos pero que ahora se reconoce en esta ley. Si un alumno tenía tan solo suspensa una materia y el claustro de profesores intuía que no tenía repercusión, se terminaba por poner un suficiente (un 5) para que finalizara el bachillerato y no cortar la progresión del alumno.
Perspectiva de género y otra forma de estudiar la Historia
Una de las grandes novedades es que este nuevo Bachillerato reconocerá el golpe de Estado de 1936 tras 85 años de eufemismos: «Resulta necesario que el alumnado forme juicios propios argumentados en fuentes fiables y en trabajos históricos contrastados, que eviten la desinformación y favorezcan el diálogo. La Guerra Civil y el Franquismo dan cuenta del grado de violencia que pueden adquirir los conflictos y de las consecuencias del uso dictatorial del poder», reza el currículo del Real Decreto.
Pedro González de Molina, profesor de Historia en un instituto y exsecretario de Educación y Ciencia de Podemos Canarias, valora de forma positiva los cambios en la materia que él imparte: «La sensación es que vamos a transitar desde una educación positivista y cronólogica a una educación más amplia donde se pueda generar polémica y debate. Ahora es muy difícil llegar ahora a final del Bachillerato dando contenidos dignos de cada tema. Bienvenido sea romper con esos moldes«.
Incluso Educación Física se ve removida por el feminismo, ya que un apartado de los contenidos versará sobre «deporte y perspectiva de género: estereotipos de género en contextos físico-deportivos». Lo mismo pasa entre los saberes básicos que el alumno debe tener para superar la asignaturas de Filosofía, del primer curso de Bachillerato. Entre los muchos epígrafes que se incluyen, está el de «feminismo y la perspectiva de género en la filosofía».
La posibilidad de cambios, inevitablemente, conlleva la posibilidad de fracasar. Prueba de ello es la multitud de novedades que auguraba el Plan Bolonia en las universidades y que aún hoy no terminan de impregnarse: «O se da una formación muy específica al profesorado que tiende a no formarse en estas cosas o la tendencia será que se evalúe como siempre. Una cosa es lo que ponga en las programaciones y otra es la realidad«, apunta el docente Pedro González.
José Carmona
Publicado en Público