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Nos han robado el derecho a la vivienda

Una inflación puede ser definida como la subida de precio de todos los productos, y una de sus consecuencias negativas es la reducción del valor del dinero al cambiarlo por otra cosa.
Sin embargo, antes conviene recordar que no significan lo mismo el «valor» y el «precio» de un artículo. El «precio» es un «valor» financiero que determina la cantidad que el cliente tiene que pagar por la adquisición de un producto y el servicio que lo acompaña. El «valor» es una apreciación subjetiva de cada consumidor: lo que la persona percibe de la marca de acuerdo con las acciones que haya realizado. Por tanto, el «valor» radica en la importancia o utilidad que se le da a un bien o servicio y el «precio», en la cantidad de dinero que se paga por ese bien o servicio en un mercado determinado. La diferencia entre «valor» y «precio» es consecuencia de la intervención del capitalismo. También el dinero, tan relacionado con la inflación, culpable de que disminuya el valor de algo valioso o, por el contrario, que algo que no lo tiene, lo adquiera.

Podemos tener ambos conceptos en cuenta por lo que respecta a la adquisición de una vivienda.

Los tipos de interés
Otro factor relacionado con la inflación. Cuando la gente no pide préstamos, bajan. Cuando pide, suben. Por cierto, en cuanto a la solicitud de préstamos, no lo prestan tan fácilmente a un particular como a las grandes empresas capitalistas. Mientras nosotros nos las vemos y deseamos para conseguir uno, por poco elevado que sea, las grandes empresas poseen una inmensa capacidad para que el dinero solicitado a los prestamistas —mayoritariamente gente muy rica y con grandes ahorros— les sea concedido, por muy elevada que sea dicha cantidad.

Por tanto, la subida o bajada de los tipos de interés depende, sobre todo, de la cantidad de dinero que soliciten las grandes empresas; situación que los bancos centrales controlan con dificultad, porque la presión de los bancos privados y las grandes empresas es extraordinaria, si bien los tipos de interés generales dependen de la oferta y la demanda.

Socialismo para ricos y «austericidio» para nosotros
Veamos qué ha estado ocurriendo desde la crisis financiera del 2008. A partir de entonces y, durante toda la pandemia, la inflación fue negativa y el precio del dinero se desplomó, porque la austeridad que nos impusieron políticos y bancos centrales lo impidió. Durante la pandemia, porque la gente no consumía y la actividad empresarial se desmoronó. Recordemos que, tanto a la clase trabajadora como a la clase media, los políticos y las entidades económicas estatales nos impusieron el «austericidio1» porque el dinero que imprimían lo regalaban donosamente a la banca privada y a los financieros, que lo reinvertían en acciones que subían escandalosamente y se enriquecían todavía más. Con todo, se suponía que deberían haberlo reinvertido en las empresas para que estas contratasen a más trabajadores, consumieran más y la economía se reactivase.

El desmoronamiento de la actividad empresarial y la reinversión en acciones del dinero regalado se debió al pánico que cundió entre los capitalistas cuando vieron que la gente ni pedía préstamos ni gastaba más por muy barato que estuviese el dinero. Temieron que sus inversiones cayeran en saco roto y redirigieron nuestro dinero —porque si es estatal significa que es nuestro— a sus acciones.

¿Por qué políticos y bancos centrales regalaron tanto dinero?
Porque los banqueros de todo el mundo, culpables de la crisis de 2008 por sus acciones delictivas, tenían un poder tan absoluto que controlaban a políticos y bancos centrales e hicieron lo que quisieron con el dinero regalado —destinarlo a inversiones financieras— en vez de terminar en la cárcel.

¿Por qué tiene tanto poder la banca privada?
Porque, durante 30 años, el capitalismo estadounidense dominó de manera tan absoluta el capitalismo mundial que no «pagaron los platos rotos», siendo los estadounidenses los primeros bancos mundiales que quebraron (2007) y no se recuperaron un poco hasta 2011.

Tras llevarnos al crac, arruinaron el planeta. Sin embargo, los ricos fueron rescatados por los Estados europeos, EEUU y Japón con el dinero que imprimían. Dinero que disparó hacia arriba las cuentas de los financieros de todo el mundo, lo cual aún bajó más los tipos de interés. De nada sirvió que los Estados esperasen la reinversión de ese dinero en las empresas para que se creasen puestos de trabajo y aumentase el nivel de vida de la ciudadanía.

Avales exigidos a los ricos y a nosotros
Cuando los Estados vieron a qué destinaban el dinero regalado a los ricos, no pudieron hacer nada para exigirles su devolución, porque los avales exigidos eran «papel mojado» que no servía para nada y no lo devolvieron. Mientras que la exigencia de avales de la banca privada a nosotros es siempre enorme.

¿En qué gastaron sus escandalosas riquezas financieros y banqueros?
Tras reinvertir el dinero en acciones que subieron como la espuma, se enriquecieron tanto que destinaron las «sobras» a la compra de poblaciones enteras, inmensas extensiones de tierra, islas, construcciones de todo tipo (almacenes, chalets, edificios enteros…), arte, joyas y piedras preciosas, oro, clubes de fútbol, yates, activos digitales como bitcoins, empresas turísticas y de navegación por tierra, mar y aire, y mucho más…

Por eso, es imposible que la clase trabajadora y media podamos encontrar una vivienda digna a un precio asequible, aunque eso no nos lo digan los políticos…

1Acción y efecto de matar con las políticas de austeridad que han practicado los gobiernos para compensar el dinero que regalaban a la banca privada y los financieros reduciendo las inversiones beneficiosas para la clase trabajadora y media: sanidad, pensiones, educación, infraestructuras, vivienda…

Pepa Úbeda

  1. Rosa Kochubey Says:

    Hasta que los bancos, las empresas energeticas, y otras clave no seran estatales siempre vamos a ser servidumbre de los ricos, muy ricos.

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