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Conversaciones entre Azorín y Lorca

 

 

 

Pido la paz y la palabra ….

Blas de Otero

Dice Mariano Sigman, neurocientífico argentino, que no necesitamos la inteligencia artifical para destruirnos, nos bastamos solos. Los años transcurridos del presente siglo XXI están ya tachonados de guerras, Yemen, el Sahel, Ucrania y recientemente, de nuevo, el fuego genocida del conflicto entre Israel y Palestina, un largo episodio de enfrentamientos que se prorroga, sin solución pacífica, desde 1948.

En este contexto internacional, cuando la conmoción de los últimos días nos tiene en vilo por los sangrientos episodios de Oriente Medio, la Fundación Hugo Zárate nos ha obsequiado con un presente, un regalo en forma de recital de poesía y música. El evento se ha celebrado el pasado día 19 de Octubre, a las 19 horas, en el Colegio Mayor Rector Peset. (Salón de la muralla).

Gloria de Frutos

Con el salón completo, la sesión transcurrió con un aroma a flamenco interpretado por dos magníficos instrumentistas, Oscar de Manuel, compositor, interpretando algunos solos de flauta travesera y Juan de Pilar, con el acompañamiento de guitarra. El duelo de escritores se sustentó en la lectura de poemas de Federico García Lorca, que corrió a cargo de Ana Noguera, y del relato de Gloria de Frutos, con la evocación de las palabras de Azorín en su boca.

Ana Noguera

Ambas son escritoras y su recital literario constituyó un duelo de empatía en una sala entusiasmada. La música de fondo en medio de ese duelo literario, alcanzó, por momentos, un hondo sentido de paz y belleza, que unió a los protagonistas y al público. Una comunión que solo se vió interrumpida por alguna breve pausa imprescindible para evocar el cuadro escénico siguiente en la interpretación de los protagonistas.

Dos generaciones diferentes de escritores frente a frente, uno de la generación del 98, Azorín, que vivió junto con Pío Baroja, su exilio en París lejos de la guerra civil, y un poeta, García Lorca, de la generación del 27, que pereció asesinado en Granada, no lejos de su casa, a cargo de los protagonistas del sangriento golpe militar de 1936.

Dos diálogos literarios frente a frente, dos ideologías y dos estilos procedentes de generaciones singulares, y con biografías y contenidos literarios, sin buscarlos, contrapuestos y diferentes.

Azorín, salvado el episodio sangriento de la guerra, volvió del exilio con la ayuda de Serrano Suñer, el cuñado de Franco, y vivió una existencia holgada y ceñida al nuevo régimen político, disfrutando de apoyos de todo tipo. Nacido en Monovar y de educación religiosa, estudió Derecho en Valencia, recorrió varias ciudades, pero interesado por el periodismo, se afincó en Madrid, y cultivó las tertulias literarias. Firmó abundantes columnas de prensa en varios periódicos conservadores, entre los que destacarón sus aportaciones en el ABC y la Vanguardia.

Su ideología inicial afín al anarquismo, acabó recalando después en el partido conservador, participando en la vida politica de la mano de Juan de la Cierva, el hombre fuerte del momento, dirigente del partido conservador, llegando a ser, con el tiempo, subsecretario de Instrucción pública, y más tarde diputado en cinco legislaturas diferentes, siempre durante la monarquía de Alfonso XIII. Su larga obra como escritor y columnista la fue esculpiendo con ensayos, novelas y alguna obra de teatro. Fue elegido miembro de la Real Academía Española en 1924, durante la Dictadura del general Primo de Rivera.

Después de la guerra, mientras los demás escritores relevantes de las generaciones citadas eran pasto del exilio, o de un final trágico, la Dictadura  recompensó a Azorín, en 1946, con la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. Murió en 1967, en un segundo plano, porque a pesar de ser un  escritor reconocido, la cultura no era precisamente un valor a enaltecer en los nuevos tiempos. El propio Baroja, de la misma generación del 98 que Azorín, fue de los pocos que volvieron pronto del exilio. Con idéntica ideología anarquista, con tan poco interés por los partidos políticos como Azorín, y con fama de huraño, y de encerrarse en casa, sufrió idéntico ostracismo. D. Pío además, era profundamente anticlerical, lo que acabó generándole una cierta aversión por el Régimen nacional-católico. Murió en Madrid en 1956 en un cierto abandono.

En ese contexto, la biografía de Federico García Lorca es la de un hombre comprometido con los humildes, y su obra está ligada desde sus orígenes a los mas puros sentimientos de un poeta, de un poeta afín a la Izquierda española desde sus propias vivencias. Muchos de sus mas enaltecidos momentos los vivió alrededor de la Residencia de Estudiantes, lugar de encuentro de muchos congéneres de su generación. Allí esmaltó su amistad con lo mas granado de una pléyade de escritores, cineastas, periodistas e intelectuales republicanos, en que la libertad y el compromiso por los desheredados, marcó su vida, no solo en Andalucía, su patria chica, sino en todos aquellos lugares donde los desheredados la sufrían, fuera Nueva York o La Habana.

Su obra literaria alcanzó una trascendencia universal. Y después de su asesinato, todavía más, porque se convirtió en un símbolo que sobrepasó la vida de la Dictadura que lo había asesinado, para convertirse en el icono de las libertades, en el referente que ha marcado en nuestra memoria. Su recuerdo en el imaginario colectivo de su generación y de las siguientes, aún perdura, y ha traspasado fronteras como un símbolo del sacrificio en el resto del mundo.

Esta dicotomía se manifestó en la escena a través de un texto muy bien trabado por las dos protagonistas del acto, apoyándose en la espléndida interpretación de los músicos que las acompañaban. Hubo algunos pasajes sublimes cuando Azorín en boca Gloria de Frutos, alude a la fama adquirida, casi un reproche con Federico, porque a pesar de la escasa edad, y su singular sexualidad, alcanzó un éxito universal, mientras él tuvo un discreto reconocimiento en su vida, a pesar de su longeva vejez, y de su larga obra literaria. En consonancia, el relato alcanzó un punto de envidia en ese apartado de la creación teatral, de su pobre reconocimiento, frente a la magnífica acogida de las piezas de Federico.

Aunque leído, el texto alcanzó, en ocasiones, el sublime valor de una pieza recitada. Aún nos permitió imaginar las palabras de Federico recitando acompañado del piano sus poemas en la Residencia de Estudiantes. El Trasatlántico, como lo conocían. Luis Bello, su animador cultural, así lo citaba.  Allí sigue estando abierto a los visitantes en lo que en otro tiempo fue la colina de los chopos. Recordadlo cuando busquéis ese espacio en Madrid. Aún se puede evocar en el salón el espíritu de Federico. Quizá suenen aún los ecos de una guitarra o el sonido del piano de la mano del poeta.

En medio de estos instantes cargados de odio, con un sentimiento de dolor en el aire, la divergencia del relato expuesto, ha concitado el entendimiento y la empatía necesaria para que los protagonistas se reconociesen.

Óscar de Manuel y Juan del Pilar

Se hace mas que nunca preciso reivindicar la necesidad de encontrarse, de dialogar y de mirarse a los ojos, de buscar lo que nos une, más que lo que nos separa, y escucharnos. La llamada de Marita Macías, la presidenta de la Fundación, ya instaba en la presentación a valorar la conveniencia de poner un punto de cordura en medio de estos tiempos revueltos.

Es preciso agradecer, por ello, a la Fundación Hugo Zárate este encuentro que nos ha transportado a nuestro pasado y que nos ha permitido tejer esa complicidad en la sala.  La música y literatura con buena acústica y con la muralla al fondo, nos recordaba las diferencias que la Historia nos pone como obstáculo para encontrar el sosiego y la simbiosis necesaria.

Sin memoria no hay identidad, el pasado es la luz que nos guía en el presente y nos alumbrará en el futuro. Reivindicarlo en imprescindible después de tanto ruído y tanto olvido, máxime cuando los tambores de la guerra se dejan sentir de nuevo. Necesitamos todos paz y respeto en medio de tanta sinrazón.

Pedro Liébana Collado

  1. Amparo Bellver Cebria Says:

    Magnífica crónica relato del evento Conversación entre Azorin y Federico García Lorca.
    Dos referentes en la historia de nuestro pasado.
    Dos mujeres dando vida a ambos autores con buenos textos y excelentes poemas.
    La música un plus a un ambiente preñado de recuerdos.
    Dos formas de. Vivir y pensar diferentes que al final del encuentro sen dan la mano.
    Algo prioritario en estos momentos tan con convulsos.
    Gracias a la Fundación por estar siempre ahi

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