El artista y el ‘procés’
Los artistas, que tienen el alma muy sensible, siempre se expresan a corazón abierto. El problema llega cuando el artista decide dedicarse a la política activa. En ese momento su excepcional espíritu entra en mundo cruel; donde deberá someterse a la simulación y la mentira necesaria. De la luminosa belleza del arte sin reservas, pasará a la oscura fealdad de una praxis astuta y engañosa; donde el fin justifica siempre los medios. Entonces, el artista, venido de un mundo que busca la verdad, ingresará en otro donde la verdad solo es aceptada si coincide con los intereses políticos del partido.
Lo más beneficioso para la sociedad sería que los artistas se abstuvieran de transformarse en políticos. Y así continuaran ejerciendo su tarea de creación libre; de búsqueda de la verdad y la belleza. Sin someterse nunca a consignas ni dioses. Sin doblegarse a dictaduras, ni a dictados políticos en democracia. Cumpliendo una labor de contrapeso frente a los políticos y las élites dominantes (bajo dictadura o democracia).
Pero no lo entendió así el dulce Lluís Llach. Y se involucró en un proceso político que cree justo, transcendental y adecuadamente radical para su aura de viejo rebelde. El alma del artista, que aún palpita, se vio contrastada con las normas establecidas por el juego político. Porque el artista debe ser hoy más político que artista; si es posible resolver esa contradicción. Y como no se resuelve en Lluís Llach, la verdad se le escapó por la boca. Esa boca que cantaba (siempre triste y meliflua) al amor, a la justicia y a la libertad. Y dijo lo que su grupo parlamentario —los nacional-independentistas de ERC y PDeCAT— y sus socios nacional-bolcheviques de la CUP tienen preparado para la desconexión (sí o sí) con España. Lluís Llach, tan acostumbrado a decir la verdad en sus canciones, cantó el contenido de un proyecto que quiere sustituir la legalidad democrática española (sus leyes vigentes), por una nueva legalidad (otras leyes) que se impondrá con la actual mayoría independentista en el Parlament. A estos demócratas no les hace mucha gracia las nuevas elecciones; por si pierden la mayoría con la que ahora pretenden dar el salto a la independencia unilateral.
Juanjo de la Asunción
Artículo publicado en ultimahora.es