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El FMI y la derechización mundial

Cuando un país pobre —lo cual no implica que no posea bienes muy preciados por los países ricos— o en desarrollo2 necesita un préstamo para superar sus problemas económicos, los bancos no se lo suelen conceder. Así que tiene que recurrir al FMI, que actúa como un «prestamista de último recurso».

El FMI frente a los países pobres o en desarrollo

Esta institución tiene su sede en Washington y asegura que su objetivo fundamental es garantizar la estabilidad del sistema monetario internacional y evitar las crisis económicas. Sin embargo, cuando se desató la crisis financiera del 2008, no pudo, no supo o no quiso evitarla. Tampoco la derivada de la pandemia por COVID o la actual.

¿Será, quizás, porque anda demasiado ocupado controlando a los países pobres o en desarrollo para que cumplan con las obligaciones que les exige al concederles un préstamo? Tal vez por eso no vigiló como hubiese debido a EEUU3, responsable de la crisis del 2008.

El intercambio entre el FMI y los países pobres o en desarrollo presenta matices, como mínimo, escabrosos. No les exige garantías para que paguen los préstamos concedidos, pero les obliga a realizar unas reformas estructurales que constituyen una auténtica «vampirización». En síntesis: especializarse en exportar sus bienes más valiosos, privatizar determinados sectores —sanidad, agua, energía,  comunicaciones…—, disminuir las prestaciones sociales —desempleo, pensiones por vejez…—, reducir las instituciones públicas y obligarles a comprar productos procedentes de países ricos. Ante la frágil situación económica de los países pobres o en desarrollo, solo les queda aceptar las condiciones impuestas por el FMI. Por cierto, son mayoría en el planeta los países solicitantes de préstamos.

Desgraciadamente, el FMI no tiene en cuenta el contexto de cada país y su único empeño es promover los supuestos beneficios de la liberalización4.

Consecuencias de la política «esclavista» del FMI

Ha aumentado la distancia económica entre los países endeudados y los países ricos, que son quienes promueven y controlan el FMI.

Asimismo, han tenido que privatizar sectores enteros de su economía vendiéndolos a precios irrisorios a grandes compañías europeas y estadounidenses.

Además, han tenido que comprar bienes procedentes de países ricos a precios mucho más elevados que aquellos a los que venden sus propios bienes.

Finalmente, les han obligado a reducir los impuestos a las empresas multinacionales que se han instalado en ellos, lo que ha conllevado condiciones de vida muy duras para sus poblaciones al menguar las aportaciones procedentes de impuestos.

Los «perversos» recursos naturales

Una primera consecuencia de tener recursos naturales valiosos es que el FMI obliga a los países endeudados que los poseen a especializarse en ellos para exportarlos; pero a precios bajos… Sin embargo, exige que su manufactura la realicen empresas privadas, que suelen ser grandes multinacionales. Y, por si fuera poco, les fuerza a comprar productos procedentes de países ricos a precios muy elevados. Es fácil deducir que las consecuencias son extremadamente nocivas para los países pobres o en desarrollo.

Una segunda consecuencia, muy nociva para los países que poseen recursos naturales, es su sujeción a la volatilidad de los precios, que dependen de los mercados financieros mundiales.

Finalmente, la perversión de especializarse en materias primas es que no se trata de una opción sino de una imposición.

Veamos el caso del petróleo, que suele hallarse en países de base agraria que no pueden desarrollar su agricultura porque el FMI no se lo permite ni tienen recursos para hacerlo independientemente. El resultado es que deben importar productos alimentarios de primera necesidad a preciosos muy gravosos. Por otro lado, tampoco les permiten desarrollar una industria básica porque quieren que dependan exclusivamente de la industria de los países ricos. El petróleo abunda en algunos países africanos como el Congo, Gabón y Camerún. Supongamos que uno de ellos recibe un préstamo del FMI, lo cual lo obliga a especializarse en la exportación del «oro negro» a través de una empresa privada. En el caso de tener una empresa nacional, el FMI lo obligará a privatizarla y una multinacional se quedará con ella a bajo precio. De todos modos, las empresas públicas de los países pobres cuentan con pocos medios técnicos porque ningún banco les quiere prestar dinero para mejorarlos. En la exportación del petróleo, el país que lo posee no tiene ningún control sobre el precio, porque lo fijan los mercados financieros y, en consecuencia, es muy volátil. En cuanto al volumen de la exportación, tampoco lo controla, porque es la empresa privada la que decide cuánto y cuándo quiere exportar. Finalmente, tampoco controla el valor de su bien, porque los datos del yacimiento (rentabilidad, costo de explotación…) son establecidos por las compañías privadas.

En resumen, la economía del país prestatario no es dirigida por su gobierno, sino por los mercados financieros, y las compañías privadas. Sus crecientes empobrecimiento y sujeción son aplicables a cualquier país del planeta especializado en una materia prima.

«Que todo cambie para que todo siga igual» (Lampedusa dixit)

Esta frase aparece en su novela El gatopardo y en la película del mismo nombre de Visconti. Se adecúa muy bien a los propósitos del FMI, que propaga a los cuatro vientos que el ajuste en cada país en el que interviene es un éxito. Sin especificar para quién, pero coincidente con sus objetivos: debilitar el control de los precios, disminuir las protecciones arancelarias y no arancelarias, reducir el sector público, privatizar los sectores deseados, no sobrevaluar los tipos de cambio, liberalizar los mercados de capitales5 y flexibilizar los mercados laborales6. Sí, todo un éxito para la economía de mercado, la gran ganadora, pero el derrumbe para los países pobres o en desarrollo que no pueden dejar de ser pobres ni despegar.

Con todo, el FMI ha tenido que cambiar su exitoso eslogan de ajustes perfectos ante las críticas mundiales de la sociedad civil de países ricos y pobres, aunque no su ideología, que sigue siendo la misma. Junto con el BM7, ha lanzado una iniciativa conjunta que pretende «lavarles la cara» a sus verdaderas intenciones: aquellos países de bajos ingresos que quieran beneficiarse de una ayuda financiera, deben preparar un «Documento estratégico para la reducción de la pobreza» (DERP). Aunque dicha iniciativa parece muy relevante, en realidad, les ofrece muy poco margen de maniobra, porque los países pobres o en desarrollo dependen en exclusiva de los dictámenes del BM y del FMI, muy poco empáticos con la pobreza, y, sin su aquiescencia, no hay préstamo.

Es fundamental, además, que asumamos que una política solvente de desarrollo y lucha contra la pobreza exige tiempo, que es lo que no tienen los pobres, que viven por debajo del nivel de supervivencia. No olvidemos tampoco que el DERP debe ajustarse a la ideología liberal del FMI…

El «austericidio» griego

En Grecia, el FMI mostró su auténtico rostro al exigirle al pueblo griego una serie de medidas que han sido catastróficas para el país, tanto desde el punto de vista económico como humano: aumento del IVA, disminución de la pensión de los jubilados, retirada de ayuda a los jubilados con pensiones más bajas y rechazo de la subida de impuestos a los más ricos y a las empresas. La política impuesta a Grecia por la troika8 es lo que se conoce como «austericidio». Desde 2008, el país ha perdido el 25% de su PIB9 y los ingresos de los hogares han disminuido un 30%. Asimismo, el desempleo ha aumentado un 190,5%, la deuda externa un 36,5%, la mortalidad infantil un 42,8%, los suicidios un 44% y las depresiones un 272,96%. Sin embargo, la troika continúa sangrando a los griegos.

Christine Lagarde, que al principio atacó con dureza a los EEUU por su responsabilidad en la crisis financiera —hay pruebas en más de un video—, una vez convertida en directora del FMI, dijo que los africanos necesitaban más ayuda que los griegos, cuando el FMI jamás se ha preocupado por ninguna población del mundo, pero sí de los más ricos y de las grandes empresas.

«Ahora que vamos despacio, vamos a contar verdades, tra-lará»

El único objetivo del FMI es liberalizar de la economía lo más rápidamente posible y beneficiar a las empresas multinacionales. No por azar tienen su sede en países ricos y se benefician de una economía poco regulada, pagan menos impuestos y aprovechan las privatizaciones del sector público y la flexibilización laboral.

Ante esta tesitura, ¿dónde están los partidos de izquierdas? ¿siguen existiendo? En caso afirmativo, ¿qué estarían dispuestos a hacer por darle un vuelco a la situación?

¿Tendrá esta situación algo que ver con el hecho de que la ciudadanía, desesperada, se haya lanzado en brazos de la extrema derecha sin calibrar adecuadamente que se está poniendo la soga al cuello?10

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1 Fondo Monetario Internacional

2 Están en Latinoamérica, Asia y África.

3 Estados Unidos.

4 En economía, la liberalización es el proceso por el que se pasa de una economía sujeta al control del Estado a una economía de mercado. Se reduce así la capacidad del Estado para intervenir directa o indirectamente en la economía de un país (Wikipedia).

Se trata de una ideología que se opone radicalmente al proteccionismo estatal. Sin embargo, sí que exige del Estado que proteja al mercado cuando entra en crisis. Es decir, lo que quiere para él, no lo quiere para la población mayoritaria.

5 Mercados financieros en los que se compran y venden deudas o valores respaldados por acciones. Canalizan la riqueza de los ahorradores hacia quienes le dan un uso productivo, que suelen ser las grandes empresas.

6 Implica una pérdida de los derechos laborales y económicos de la clase trabajadora.

7 Banco Mundial.

8 BCE (Banco Central Europeo), CE (Comisión Europea) y FMI.

9 Producto Interior Bruto.

10 Este artículo está basado en el libro de Thomas Porcher Tratado de Economía herética (Fondo de Cultura Económica).

Pepa Úbeda

 

 

 

  1. Rosa Kochubey Says:

    Y nos siguen molestando los emigrantes que huyen de la pobreza y de las guerras. En África no se fabrican las armas. Muy generosamente les venden las armas la empresas europeas y norteamericanas. A lo hecho… lo que toque..

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