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El nuevo barrio de las Barraques de Lluna

Dos promociones de 27 y 32 unifamiliares rodean un grupo de alquerías con las que han tratado de mimetizarse y crear un «pueblo»

Puede considerarse una muestra de sensibilidad o una dudosa intervención urbanística, pero es indudable que se trata de una urbanización singular la que se está construyendo en Nou Benicalap, entre la avenida del Levante, La Ronda Norte y las calles Encarna Albarracín y Manuel Melià i Fuster, en València. Se trata de dos promociones de unifamiliares que rodean unas alquerías y, en la medida de lo posible, se mimetizan con éstas para constituir lo más parecido a un pequeño pueblo dentro de la ciudad.

Estos terrenos, cercanos a la Ciudad Fallera, han pasado por numerosas situaciones. En principio era un PAI al uso, luego la crisis acabó con la idea y con la propiedad, que pasó a la Sareb, para finalmente ser comprado por unos nuevos propietarios que han lanzado dos promociones de 27 y 32 unifamiliares cada una.

El nuevo barrio de las Barraques de Lluna | J. P.

Barraques de Lluna, el nuevo barrio de València

Todo esto, en principio, puede considerarse normal dada la crisis de la construcción vivida en la última década. Su singularidad reside en que estos unifamiliares rodean un grupo de alquerías denominadas Barraques de Lluna, que se encuentran en la calle del mismo nombre. Es más, de alguna manera han acompañado estéticamente a este conjunto de construcciones agrarias, que en su día eran alrededor de 15, pero que ahora se ha quedado en apenas tres.

El nuevo barrio de las Barraques de LlunaSegún fuentes de la promoción, estas construcciones se han hecho en régimen de cooperativa y, por tanto, todas las viviendas, de entre tres y cinco dormitorios, terrazas particulares y piscina comunitaria, están vendidas.

Al parecer, la legislación patrimonial de València obliga a conservar la estética de las alquerías y de ahí que se haya optado por este tipo de edificaciones, dijeron las fuentes, que aseguran que han querido ser respetuosos con las viejas construcciones agrarias, algunas de las cuales han sido incluso restauradas.

El nuevo barrio de las Barraques de Lluna

Las otras, las que se encuentran en buen estado, están habitadas y perfectamente conservadas. Ramón es el propietario de una de ellas. Ya ha cumplido los 80 años y, aún así, cuidaba su jardín desde lo alto de una escalera. A él este proyecto ni le gusta ni le disgusta, sobre todo por la evolución de las cosas en los últimos tiempos.

«Hace veinte años aquí no había nada, era todo huerta», dice. «Hicieron un PAI y empezaron a construir los edificios, pero la crisis lo paró todo», añade. Ahora, «lo han comprado unos de Madrid y están haciendo las casas, pero se ve que tienen que guardar la estética y por eso están haciendo casas bajas», explica.

Por lo que a las alquerías se refiere, Ramón asegura que allí había «15 casas y quedaban apenas siete u ocho». Lo bueno es que las que no estaban en condiciones «las han hecho como estaban, las han respetado», asegura.

Él, por tanto, prefiere no pronunciarse mucho, únicamente expresa sus sensaciones personales. «Antes se vivía mejor. Éramos catorce o quince vecinos y ahora esto es Corea. Pero en fin, eso es así», dice.

A Ramón le han intentado comprar su alquería en numerosas ocasiones, asegura, pero siempre se ha negado a vender. Dice que nació allí y ha vivido allí toda la vida, de manera que seguirá en el sitio «hasta que se muera». «Luego mis hijos que hagan lo que quieran, pero yo estoy bien así. Estoy bien de salud, vivo aquí desde que nací ¿Qué voy a hacer?. Hay que vivir con lo que viene», explica este superviviente de Barraques de Lluna, que se siente orgulloso de haber puesto un cartel que recuerda quienes son.

José Parrilla
Artículo publicado en Levante emv

  1. Amparo bellver Says:

    Magnifica iniciativa la publicación de este artículo que recoge el ayer de Les barraques de lluna y conecta con el presente respetando el nombre original y aportando vida con sabor comunitario.
    Por fortuna quedan algunas alquerias de lo que fue aquel conjunto donde vivieron 15 familias.
    Mis abuelos maternos y mi madre vivieron en una de ellas.
    Mis primos y primas mi hermana y yo jugabamos en aquel espacio de huerta tocabamos el agua de la acequia y comiamos a la sombra de la olivera.
    Esos son nuestros recuerdos de infancia

  2. Amparo Bellver Cebria Says:

    Todo mi reconocimiento a la labor continuada de la Fundacion por su compromiso en el trabajo y desarrollo comunitario y en toda la gama de interes social, ecológico, sanitario… en aras del bienestar comun, los contenidos rigurosos son una seña de identidad.
    Seguir asi que aprendemos mucho.

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