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Elogio de Pedro Sánchez

Sanchez, durante el comité federal del PSOE del sábado en la sede de la calle Ferraz) Eva Ercolanese PSOE / EFE

Pocas veces ha habido una campaña tan encarnizada contra un político como la que ha tenido lugar contra Pedro Sánchez. Empezó en el comité federal del PSOE en el 2016 instigada por Felipe González y Susana Díaz. Se recrudeció en el 2018 cuando Sánchez accedió a la presidencia del Gobierno. Ganó en intensidad durante su mandato, tras ganar dos elecciones en el 2019. Y se convirtió en acoso furibundo tras las elecciones del 2023, cuando se frustraron las expectativas de la derecha.

Se han utilizado todos los medios, políticos, mediáticos, judiciales y cloacales. Se atacó a su familia. Y se transmutó el debate parlamentario en sarta de insultos personales y exigencias cotidianas de dimisión. Para saber de dónde viene tal inquina hay que recordar los rasgos distintivos de la política de Sánchez.

Pocas veces ha habido una campaña tan encarnizada contra un político

Una opción clara de gobernar desde la izquierda, tanto en la composición de su gobierno, como en su prioridad al Estado del bienestar y a las mejoras de salarios y pensiones. Una afirmación inequívoca del feminismo y de los derechos LGTBI. La puesta en práctica de la transición ecológica a un modelo sostenible. El reconocimiento del carácter plurinacional de España y la reconciliación ciudadana en Catalunya y en Euskadi. La recuperación de la memoria histórica frente a los proyectos de rehabilitación del franquismo. Y una política internacional anclada en el europeísmo, al tiempo que defensora de los derechos humanos y de la paz, sin titubear en enfrentarse al Estado genocida israelí y al extremismo de Trump.

Claro que con los matices necesarios para tener en cuenta el contexto internacional y español. Todo ello asegurando un crecimiento económico por encima de la media europea y generando más empleo que nunca. Pues bien, si repasamos cada uno de esos ejes de su política se pueden fácilmente identificar sus adversarios y la ferocidad de su oposición.

Desde el inicio de su singladura, la derecha nacionalista española confirmó que no soporta perder el gobierno, porque 500 años de control absoluto en lo social y en lo institucional la convencieron de que eso es lo natural en este país. Como lo es el centralismo del Estado y la resistencia a reconocer las nacionalidades históricas consagradas en la Constitución.

La derecha político-mediática-judicial niega, desde el principio, la legitimidad democrática a un gobierno de coalición de izquierda, único en Europa, apoyado por los nacionalismos minoritarios del Estado. Por tanto, se aprovecha y magnifica cualquier problema, apoyándose en los medios de comunicación y en las redes sociales, para sembrar el descontento y fomentar el odio, cada vez más violento.

Parece claro que hay corrupción y mendacidad en el PSOE, como las hubo con Felipe González, en Convergència y, en mucha mayor medida, en el PP. Con un Aznar que incluso mintió sobre las muertes del 2004. Sánchez se equivocó gravemente en sus nombramientos. Pero eso no borra su hoja de servicios. Ni es la razón del asedio que sufre.

Manuel Castells
Publicado en La Vanguardia

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