¿Es posible rebobinar y buscar un acuerdo con Rusia?

El presidente de Rusia, Vladímir Putin.
Con el desprecio de la nueva administración de Estados Unidos hacia Europa, es más urgente que nunca pensar en que el “espacio europeo” es el que abarca a todos sus pueblos, incluida Rusia
No creo que podamos volver al pasado sin más, después de lo ocurrido en Ucrania. Pero sí creo que lo que se está decidiendo ahora en la mayoría de países europeos, la Unión Europea y la OTAN, nos va a distanciar aún más de Rusia, convertida de forma oficial en el nuevo y único enemigo al que hay que temer y, por ende, contra el que hay que defenderse de la mejor manera posible, aunque eso implique rearmarse mucho más que durante el período de la Guerra Fría, echando por tierra cualquier planteamiento de buscar alternativas a este temor y desenfreno.
Tanto los países de la OTAN como Rusia han declarado a la otra parte como “enemigo existencial”, lo que significa que la parte contraria atenta no solo contra nuestros valores, sino también contra nuestra propia vida. Hemos llegado a este extremo, y convendría plantearnos si realmente estamos ante esta tesitura, si estamos exagerando la cuestión y si se puede cambiarla, revertirla de alguna manera, con un planteamiento a medio plazo.
Vista la euforia con el rearme europeo, me pregunto si dentro de los centros de decisión política alguien ha pensado que lo que se necesita es justamente lo contrario de lo que se está planificando y comprometiendo en estos momentos. En otras palabras, ¿por qué nadie está dispuesto a ir a Moscú a negociar con Putin un nuevo esquema de seguridad europea, que incluya a Rusia, y dejemos a un lado el proyecto del rearme o la amenaza de destrucción mutua, pues ya ha entrado la ecuación nuclear en este proceso? ¿Es posible rebobinar, recordar lo que conseguimos en el pasado con la distensión, la creación de la OSCE, escuchar las preocupaciones y necesidades de todas las partes, y llegar a un consenso para parar la histeria colectiva y volver a razonar de forma más inteligente, y que no comprometa los avances sociales que tanto necesitamos en Europa?
Aunque sea ir contracorriente, soy partidario de que algunos políticos con responsabilidades en sus países se planteen una alternativa y vayan a Moscú a hablar con Putin, escucharle y ver si es capaz, si se le presenta una alternativa seria, de tomar decisiones, responsabilidad y compromisos en dirección contraria a la dinámica actual, que es sumamente hostil desde ambos lados. Paro ello, sin embargo, hay que pensar primero en lo que estaríamos dispuestos a ofrecer, en un planteamiento favorable a la desmilitarización del continente y a favor del desarme compartido, con unas reglas del juego bien claras y que garanticen la estabilidad en temas de seguridad europea, que volvería a ser compartida.
¿Cuáles serían los requisitos para reconciliarse mínimamente con Rusia?, podemos preguntarnos. La respuesta está en la propia historia de la seguridad europea, en su evolución, en las estructuras de seguridad compartida que se habían formado en el pasado, y en la historia del desarme, muy malogrado en la actualidad, y que hay que reanimar. También pasa por conocer y reconocer los motivos de fondo y las repercusiones que tuvieron la expansión de la OTAN hacia el este en los años noventa, entre otros aspectos que han influido en la situación actual.
Hace cuatro años escribí un libro sobre cómo se fabrica artificialmente al enemigo, en el que hay un capítulo sobre los procesos de escala en la formación de las imágenes de enemigo, con docenas de peldaños. Si se mira este apartado, se darán cuenta de lo rápido que estamos subiendo en la escalera de la deshumanización, que es un estado posterior al sentimiento de tener un “enemigo existencial”. Convendría igualmente repasar los textos clásicos de teoría de conflictos y negociaciones, que hay muchos y buenos, para ver lo mal que estamos haciendo las cosas y buscar planteamientos alternativos.
No nos encontramos en la primera y única crisis entre el occidente europeo y Rusia, sino que hemos tenido la suerte de haberlas sorteado bastante bien durante años y mediante las diplomacias de paz, hoy abandonadas. Podemos preguntarnos igualmente si es posible reconciliarse con el “enemigo actual”. También tenemos multitud de ejemplos en la historia para ver que eso es factible, y que pueblos que han batallado entre sí, han sabido encontrar vías de salida para reconciliarse y convivir pacíficamente. ¿Por qué ahora tendría que ser diferente?
Los manuales de resolución de conflictos más clásicos nos proponen reconocer el origen del conflicto, conocer la raíz de la hostilidad actual (previa a la invasión de Ucrania, no olviden) y preguntarse también qué motivaciones puede tener Rusia para actuar así, qué le duele, qué le asusta, qué agravios expone, y Rusia deberá hacer otro tanto, preguntarse por qué todos los países han querido entrar en la OTAN tras la invasión de Ucrania. Este paso en el conocimiento del adversario ayuda a cambiar la actitud hacia las personas y colectivos de la otra parte y crea un terreno más propicio para el diálogo.
Todos debemos asumir la propia responsabilidad, pues esto puede inspirar a la otra parte a que también reflexione sobre sus acciones dañinas y buscar puntos de encuentro, de conexión. En momentos como los actuales, hay que buscar la forma de establecer un diálogo sincero y constructivo, con escucha activa, esto es, tener la oportunidad de ser escuchados, pues esto es uno de los factores más poderosos para disminuir la hostilidad del momento actual. Con el desprecio de la nueva administración de Estados Unidos hacia Europa, es más urgente que nunca pensar en que el “espacio europeo” es el que abarca a todos sus pueblos, incluida Rusia, y si hay que pensar en la seguridad europea, aunque sea para un escenario de unos años vista, hay que volver a diseñar una seguridad en común, donde quepamos todos.
El mensaje que intento transmitir es claro: siempre hay que hablar con quien hemos declarado el “enemigo”, por detestable que nos parezca. Rusia no tiene ninguna intención de invadir todo Europa. Solo le preocupan sus vecinos fronterizos. Hagamos una propuesta interesante en este aspecto perturbador para Rusia, al tiempo que ganemos todos en seguridad sin entrar en el rearme total, que no beneficia a nadie. No hay vuelos directos entre la Unión Europea y Moscú debido a las restricciones mutuas en el espacio aéreo, pero es posible viajar con escala en terceros países que no tienen vetos aéreos contra Rusia. Lo que falta son las personas dispuestas a viajar con un maletín lleno de propuestas. Y mientras quienes deberían hacerlo no lo hagan, invito a los demás a pensar en una alternativa de futuro para la seguridad en Europa, totalmente diferente a lo que se está planteando ahora, ya que nos llevará a un mayor enfrentamiento y a más pobreza, excepto para los fabricantes de armas.
Vicenç Fisas
Publicado en ElDiario.es