Este pasado lunes, una colaboradora de la revista norteamericana Forbes publicaba un artículo con un título provocador: «¿Qué tienen en común los países que mejor están respondiendo al coronavirus? Que están gobernados por mujeres». En su recorrido nombraba a siete de las 10 mujeres que, según fuentes de Naciones Unidas, lideran uno de los 193 país del mundo. El resto, más de 180 están liderados por hombres.

En el artículo, Avivah Wittenberg-Cox, directora de una consultora sobre igualdad de género, citaba a la canciller alemana Ángela Merkel y a las primeras ministras de Islandia (Katrín Jakobsdottir), Noruega (Erna Solberg), Dinamarca (Mette Frederiksen), Finlandia (Sanna Marin), Taiwan (Tsai Ing-wen) y Nueva Zelana (Jacinda Ardern). Valoraba de ellas la prontitud con la que tomaron las primeras medidas, la cercanía del mensaje con el que se dirigieron a la población y la capacidad para transmitir confianza.

Durante los últimos días el artículo corrió por las redes sociales y grupos de Whatsapp de todo el mundo y fue, incluso, reproducido en medios de distintos idiomas. Si bien la publicación no aporta ninguna comparativa en relación al manejo de la crisis que han hecho otros países, este pequeño ránking traspasó las fronteras.

¿Las mujeres lo hacen mejor?

«No creo que pueda hablarse de una relación causa-efecto directa entre el hecho de que una mujer sea jefa de gobierno de un Estado y que las medidas adoptadas por ese gobierno en la lucha contra el Covid-19 tengan mayor efectividad», arranca la politóloga Arantxa Elizondo.

Para esta experta, profesora de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco, la realidad es que existen muchos países que arrojan cifras más positivas que estos siete que nombra el artículo de Forbes, ya sea medido en número de muertes por millón de habitantes, número de contagios, u otros baremos. Y afirma que es difícil saber que estrategias estrategia tendrán a medio y largo plazo un resultado más efectivo, «pues seguimos temiendo los posibles rebrotes cuando se vayan levantando los confinamientos». Para Elizondo, contar con un extenso sistema de protección social, en el que se incluye un sistema sanitario universal de calidad, es un factor clave para obtener buenos resultados en la lucha contra la pandemia. «Los ejemplos incluidos en el artículo ilustrarían esto».

Uno de los datos clave, y que el artículo de Forbes pone de relieve para esta politóloga, es el hecho de que cita a siete de las diez mujeres jefas de Gobierno de más de 190 países del mundo, «lo que pone de manifiesto de que a pesar del incremento de la presencia de mujeres en los parlamentos e incluso en los ejecutivos como ministras, su presencia en los puestos de liderazgo institucional aún sigue siendo muy reducida en el mundo».

María Ángeles Abellán, Socióloga y antropóloga social de la Universidad de Valencia, propone reformular la pregunta. Los rasgos femeninos ¿ayudan en la gestión de la pandemia de la covid-19. «Mi respuesta es afirmativa, porque valoro positivamente las capacidades del liderazgo femenino, lo que no quiere decir que ser mujer te proporcione carta blanca y sea un enfoque monolito», explica.

Esta experta resalta que precisamente en momentos en que «devoramos mucha información, en que necesitamos información veraz, directa (no bulos ni fakes), una líder política con dotes comunicativas, con capacidad de gestión, que sepa delegar, que no se muestre autoritaria, con escucha activa asertiva y empatía, seguramente tendrá mayor tasa de éxito de ser escuchada y emulada».

La comunicación es la clave

Si hay un rasgo que puede ser diferenciador para todas las consultadas, es la comunicación. En general la utilización de un mensaje más claro, directo y sobre todo menos belicista es algo que tal vez si marca la una diferencia.

«En este sentido, estas mujeres representan un estilo de liderazgo más cercano, directo, sencillo, un estilo que encaja mejor con la situación que nos toca vivir ahora. Es muy probable que algunos hombres jefes de gobierno también estén desarrollando un estilo comunicativo en la misma línea, pero la realidad es que muchas mujeres políticas (aunque no todas) consiguen en su forma de comunicar un acento más cercano a la empatía. Se alejan del tono épico que impregna algunas de las declaraciones de sus homólogos en muchos países», reflexiona Elizondo.

Abellán abunda en esta idea: «El liderazgo femenino apuesta por un lenguaje menos beligerante y belicoso; más directo (menos enlatado), incluso más sincero y mostrando resiliencia. Precisamente, en un momento en que devoramos mucha información, que necesitamos información veraz, directa (no bulos ni fakes), una líder política con dotes comunicativas, con capacidad de gestión, que sepa delegar, que no se muestre autoritaria, con escucha activa asertiva y empatía, seguramente tendrá mayor tasa de éxito de ser escuchada y emulada.

Tanto Abellán como Elizondo resaltan, también, el rol de los cuidados. «Esto no es una crisis y tampoco es una guerra. Es una pandemia, es decir, un fenómeno social. Y creo que a diferencia de lo que vimos en la último crisis económica de 2009, el liderazgo femenina sale reforzado. La mujer siempre ha tenido y sigue teniendo ese rol central vertebrador, sostenedor de la casa, del hogar y es posible que haya una especie de asociación entre la crisis sanitaria, el mensaje y el empoderamiento femenino», afirma la socióloga.

«En esta pandemia queda patente la feminización de estas labores cuando vemos las imágenes de quienes ejercen directamente los cuidados, el personal sanitario, cuidadoras de residencias de mayores, limpiadoras, cajeras de supermercados… Y puede que estas líderes representen simbólicamente para la ciudadanía una disposición en la que cristalicen años de socialización en los roles de género. Una cercanía con los cuidados de las personas vinculado históricamente al papel social de las mujeres. Tal vez una de las consecuencias positivas de esta terrible pandemia sea que a partir de ahora este tipo de actividades se valoren mucho más en la sociedad», añade Elizondo.

«Es posible que la comunicación sea un hecho diferenciador y probablemente es menos belicosa, porque nuestra socialización no se nutre de la competitividad», concede la filósofa Alicia Miyares. «Todo lo demás son comparaciones que se caen por su propio peso. Hay otros países gobernados por varones que no lo han hecho mal, como Portugal o Singapur, y cabe recordar que Angela Merkel es mujer, pero no tiene ninguna empatía por los países del sur».

«No me gustan este tipo de artículos diferencialistas sobre si nosotras tenemos un valor distinto. No me suelen seducir, porque no es cierto. Mira a Díaz Ayuso, que gobierna la Comunidad Autónoma de Madrid y contradice esta hipótesis todo el rato. O mira a [Macarena] Olana [diputada de Vox]. ¿Te imaginas que tuviera responsabilidades de Gobierno?», concluye.

Marisa Kohana
Artículo publicado en Público