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Françoise Frenkel – “Una librería en Berlín”  

Libro: “Una librería en Berlín”

Autora.  Françoise Frenkel

Editorial: Seíx Barral

Año: 2017 (Edición original del texto.Ginebra1945)

“La señora F** ha sido durante años la directora abnegada e inteligente de una librería dedicada exclusivamente al libro francés y fundada por ella misma en Berlín en 1921. Ha prestado a Francia un auténtico servicio en la difusión del libro francés en el extranjero. Es nuestro deseo que pueda disfrutar en nuestro país, por el que tanto y tan bien ha trabajado, de todos los derechos y libertades “

Casi con esta referencia podemos sintetizar el contenido de esta novela olvidada, escrita en Suiza por la autora, Françoise Frenkel, una mujer polaca de cultura francesa y que ha sido capaz en los años difíciles de la subida del nazismo en Alemania, de resistir en Berlín con su establecimiento abierto hasta 1939. Un empecinamiento que casi le lleva a la muerte como le llegó a su marido, por su actitud de resistente al maremoto que supuso la subida al poder en Alemania de Adolf Hítler.

El relato está escrito desde un cantón suizo entre 1943 y 1944 y se publicó en los años cincuenta pasando bastante desapercibido. Rescatado para memoria colectiva por Patrick Modiano, el autor francés premio nobel de 2014, constituye un alegato innegable contra el nazismo. Modiano realiza la introducción del texto, señalando con todo detalle las vicisitudes mas significativas que tuvo que sufrir la autora en medio de una Europa que empezaba a entrar en un periodo de autodestrucción.

Otros autores como Sebastián Haffner, que en su obra “Historia de un alemán” escrita desde el destierro en Londres, ya recoge el cambio sociológico sufrido en la sociedad alemana con la llegada en 1933 del partido nazi al gobierno. En esa obra se acreditan los procedimientos de las nuevas autoridades para someter a la población. Este relato de Haffner se centra en la repercusión del nazismo en las actividades laborales de un simple abogado, para ejercer su oficio y cómo se va estrechando el margen de maniobra para representar a los defendidos en los tribunales alemanes y, en consecuencia, para ejercer el Derecho. El autor conoce muy bien el proceso porque esta experiencia constituye el relato de su propia vida. Es un cambio lento pero perceptible, llegando hasta el agotamiento. Señala cómo el sistema de justicia colapsa supeditado a las normas dictadas por el nuevo régimen a cuyo fin se doblega. ¿Cómo una sociedad culta y sofisticada como la alemana de aquel momento pudo caer en esa sima? Muchos se lo han preguntado y aun no está clara la respuesta.

Desde su exilio en Londres, Haffner acaba por componer un conjunto de obras históricas que desmenuzan el proceso de denuncia. Proceso que afectó a todas las facetas de la vida alemana desde las Ciencias, hasta el Arte, afectando a los mas mínimos detalles de la vida del alemán medio, y a la vertiente de sus derechos sociales, civiles y políticos

Otros autores como Anthony y Thomas Mann, habían tenido por esas fechas que emigrar, recogiendo el ambiente de preguerra en sus propias obras. S.Zweig, el autor austriaco, lo califica como una plaga que se apodera de todo hasta la náusea. Su percepción le llevó aterrado hasta el suicidio en Brasil, país que lo acogió después de otra notable diáspora por media Europa.

En el caso de nuestra librera el proceso es análogo en el ámbito cultural y educativo. La llegada del nazismo al poder, estrangula la librería lenta, pero implacablemente. Desaparecen o empiezan a disminuir lectores y actos culturales, dando al traste con el espacio de estudio y reconocimiento cultural de su trabajo, e incluso la labor de préstamo fue cercenada. La importación de libros franceses en los meses siguientes se hace cada vez mas lenta y más cara por los obstáculos administrativos, las amenazas cada día son más frecuentes, las visitas de inspección más agobiantes. Los visitantes violentos cargados de la ideología imperante van enrareciendo el aire de la librería mientras que la censura implacable le obliga a retirar títulos y le impide exponer materiales. Todo el proceso acaba colapsando con las actuaciones de grupos violentos en la calle.

La “noche de los cristales rotos” es recogida al detalle con pavor y acabará por dar al traste el escaso oxígeno ciudadano condenando a la población judía y a la disidencia política, en general, a la cárcel o al destierro. En 1939, la declaración de guerra con Polonia marca el final del proceso. La autora se ve obligada a empaquetar sus pertenencias y a viajar con el personal de la embajada francesa que ya no puede otorgarle su apoyo consular, llegando al límite para darle el respaldo necesario como correspondía hasta el momento, dado el servicio cultural que desempeñaba con su trabajo.

La llegada a París le obliga a pedir carta de residencia, como ciudadana polaca y con estudios en Francia. Dicha documentación le es otorgada gracias a los servicios del agregado cultural de Francia en Berlín y a los editores que la defienden. Era el gobierno Daladier, que todavía daba cobertura a estos casos.

La invasión alemana de Francia, de nuevo, la obliga a otro dilema, permanecer y arriesgarse en el París que ama, o emprender la huida. Acompañado por un antiguo profesor deciden ausentarse de la capital y dirigirse a Aviñón. La Provenza no es su final. Después de innumerables peripecias, a través de otros destinos vagó en un largo periplo por diversos puntos de Francia, entre ellos Vichy y Niza, mientras la propaganda alemana se apoderaba de la prensa francesa.

Mientras buscaba un lugar seguro donde ubicarse, con dificultades, con los papeles en precario porque quedaron anulados con el Armisticio, a riesgo de ser detenida, su estancia se fue complicando cada vez mas. Para renovar el permiso era necesario disponer de domicilio conocido y solvencia económica. Muchos se prestaban unos a otros los recursos disponibles para acreditar los papeles. Compartiendo alojamiento con otras personas, durante los años 1941 y 1942, conoció el racionamiento, el estraperlo, el mercado negro, la inflación del precio de los alimentos, su escasez. La penuria. Ocho de cada diez franceses acudía a procedimientos prohibidos para su supervivencia, tan solo dos de cada diez se regía por los cupones oficiales. Entre tanto, el antisemitismo se instalaba en el ambiente. En Marzo de 1942 se efectuó un censo por las autoridades. En Julio empezaron las detenciones. Hubo gente que se pasó a la clandestinidad. La protagonista no tuvo otro remedio. Después de un intento de paso a Suiza desde Grenoble es arrestada y llevada a un centro de detención en Annecy, de donde logra salir. Todavía pasará por diversos incidentes hasta lograr pasar la frontera. Muchos de los refugiados en Niza se dirigieron a Marsella buscando un barco para proseguir la evasión y acabar con el infierno de una vida sin futuro o cruzar a Suiza a campo través.

En Suiza logra alcanzar, al final, el respaldo de las autoridades desde donde escribe sus vivencias. Nunca supo si verían la luz o permanecerían en la sombra.  Entre tanto su librería en Berlín ha sido confiscada por las autoridades alemanas y su trabajo de tantos años arruinado. No sabe de su marido en bastante tiempo. Ha sido detenido y enviado como un judío mas al sacrificio de los campos de exterminio. Se cierne sobre ambos las sombras de un conflicto que, como a tantos otros, acabó arruinando vidas y haciendas.

Toda la experiencia vital que recoge el texto está descrita con minuciosidad y esmero, dotándole al texto de una gran belleza no exenta de poesía.

A pesar de las dificultades y sinsabores, el relato adquiere, por momentos, el perfil de un testimonio insuperable. Patrick Modiano en la introducción recoge la pulcritud de lo expuesto, su estilo escueto y sobrio y la riqueza de vivencias recogidas en medio de tantas peripecias.

La obra incluye la evocación de algunos paseos por el Berlín de preguerra y por el París del primer cuarto de siglo, donde estudió la autora, incluido los barrios del Sena que han quedado recogidos en muchas publicaciones y estampas, como mitos emblemáticos entre la primera y segunda guerra. Sus cafés, su ambiente universitario, sus señas de identidad. Es un lienzo escrito sobre la Europa que hemos admirado y cuya destrucción supuso un lastre horrible. La reposición fue un desafío que marcó a muchas generaciones que tuvieron que pagar un alto precio en vidas y recursos para su restitución. No fue posible reponer las vidas perdidas de aquellos que no volvieron.

Pedro Liébana Collado

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