Siempre nos venden que Europa es un territorio de libertades y es verdad, pero lo que no se dice es que las libertades son para unos, no para todos. Vine a España hace más de 20 años buscando la libertad que no tenía en mi tierra querida, Marruecos, pero no sabía toda la verdad.

Siempre pensaba en la policía como las personas que se encargan de proteger a la población y colaborar en nuestro bienestar. Por eso, cuando veía las redadas policiales contra las personas migrantes, creía, por desconocimiento e ignorancia, que esa gente había hecho algo malo. Si la policía las detenía en mitad de la calle, las obligaba a identificarse y las registraba era porque estaban relacionadas con algún asunto de drogas, terrorismo o robo. Seguro que habían hecho algo malo y lo que veía me parecía justo, aunque no supiera si eran inocentes, porque presuponía que la policía actuaba en beneficio de la comunidad.

Hasta el día que me pasó a mí. Una mañana estaba sentada en el parque, tranquilamente, escuchando la radio y leyendo un libro. Llegaron dos agentes a pedirme la documentación. No lo entendía, ignoraba por qué se habían fijado en mí entre tantas personas. Pero no me atreví a preguntar porque no sabía si tenía derecho a hacerlo. Les di los papeles y también se los pidieron a una mujer marroquí que estaba jugando con su niño, aunque el parque estaba lleno de gente. Entonces empecé a cuestionar lo que yo había visto tantas veces que habían hecho con otros. Me planteé que si yo estaba sentada, no había hecho nada malo ni había molestado a nadie y se habían acercado a mí sería por algo: la diferencia es que la otra mujer y yo éramos migrantes en un parque lleno de personas con aspecto de ser nativas. Menos de una semana después, el mismo agente me paró mientras iba al trabajo y me volvió a pedir la documentación. Una vez pudo ser casualidad, pero dos en tan poco tiempo y sin haber pasado nada que lo justificara era muy sospechoso.

Cada vez que la policía pide los documentos a las personas fijándose en su raza, sus vestimentas, su color, sus rasgos ¿qué es? ¿No se llama discriminación? No los vemos parar a los blancos para preguntarles por sus documentos. Si está prohibido salir a la calle sin documentación, lo lógico sería que también se la pidieran a los demás. Me pregunto qué buscan, quisiera saber si no puedo estar en el parque o ir a trabajar vestida como yo quiero, si las personas migrantes podemos circular libremente por la ciudad… ¿Existe el derecho a escoger una tierra digna donde vivir?

Hemos escapado de nuestros lugares de origen porque sufríamos la discriminación, da lo mismo que fuera por razones políticas, económicas, religiosas o cualquier otra causa. Llegamos aquí con la intención de vivir dignamente y aportar a esta sociedad. En cambio, encontramos que nos juzgan, nos etiquetan porque vamos vestidas, hablamos o tenemos un color diferente. Y si no tenemos papeles y tratamos de denunciar en una comisaría los abusos que padecemos, nos arriesgamos a que nos encierren en un CIE y nos deporten

Hoy, domingo, 21 de marzo, Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, volveré a ir al parque con la esperanza de ser una más entre las valencianas y valencianos que disfrutan de su ciudad sin miedo a que nadie piense que soy una amenaza por ser migrante.

Malika Ouchatichen
Artículo publicado en Levante.emv