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Impunidad (II)

 

A mi juicio una gran parte del éxito de “la roja” hay que atribuírselo a Lopetegui, por haber despistado a los italianos con su llamada a Villa: daba a entender que iba jugar con algún nueve puro, Villa, Morata o Iago Aspas. Despistó a los italianos y por eso estuvieron todo el partido desorientados sin entender ni saber a qué se jugaba. Chapeau.

Al hombre, en la rueda de prensa se le notaba eufórico, disfrutando de la lógica satisfacción por el trabajo bien hecho. Hasta ahí estupendo. Pero después, borracho de orgullo se vino arriba e hizo un elogio nada inocente a Villar, al corrupto, algo propio de las Repúblicas Bananeras.

Villar, desde el punto de vista judicial, hoy es un presunto corrupto pero desde el punto de vista del aficionado al futbol sobra lo de presunto porque ya hace muchos años que los que seguimos al futbol sabemos que es un mafioso, aunque solo fuere por el modo antidemocrático de mantenerse en el poder desde 1988… ¡¡29 años!!  Eso es algo que canta mucho, aunque la justicia no se entere.

Pero no escribo esta columna para descubrir ni comentar las trapacerías de Villar, o del futbol español o el ambiente mafioso en que se mueve. Ya expliqué en la columna anterior que lo que actualmente me preocupa no es la corrupción sino la IMPUNIDAD.

Y vuelvo con Lopetegui. No tengo la menor idea del grado de implicación con el sistema mafioso del futbol español que este señor pueda tener. Lo que sí me llamó poderosamente la atención en la rueda de prensa, la rueda de prensa que no es otra cosa que una comparecencia pública oficial como representante de la selección, se atreviese a hablar de algo que no es futbol metiendo la cuña política y nos hablase de las virtudes de Villar.

Eso en Europa no pasa. Si este fuese un país educado en democracia a nadie se le ocurriría ni tendría valor para “echar un cable” públicamente en un acto oficial a un corrupto. No conozco lo suficiente a Lopetegui como para atreverme a interpretar hasta qué punto hizo lo que hizo, y dijo lo que dijo, consciente de que estaba cometiendo una terrible falta, pero sí sabía que estaba poniendo su grano de arena en defensa de un señor que está en la cárcel por corrupto y del que existen muy pocas dudas acerca de su culpabilidad.

Volvemos a lo de antes, este hombre, Lopetegui, probablemente no sea totalmente consciente de lo irresponsable de sus palabras, al fin y al cabo no es más que otro ciudadano español, uno más, acostumbrado a respirar y moverse en ambientes mafiosos y por tanto considerar que eso es lo normal. A él le basta con estar agradecido en lo personal por haberle elegido para su actual cargo, pero en un país decente ya le habrían destituido o como poco le habrían obligado a dimitir. Esa falta no habría quedado impune.

Miguel Álvarez

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