Introducción Diciembre 2020
Parece que la Comisión y el Parlamento Europeo han dado un giro importante, más allá de las consideraciones e intereses de determinados grupos y han acelerado su ritmo, que normalmente no es muy veloz.
Nos referimos a la dotación económica y apoyo a la investigación para conseguir la ansiada vacuna contra el coronavirus. Ciertamente las multinacionales farmacéuticas son las que mayor presión ejercen y más interés tienen en ser las primeras y más rápidas en conseguir dicha vacuna, como es fácil imaginar por todo lo que les supone como prospección comercial y económica en el futuro inmediato, ante la «oportunidad» de la mayor pandemia conocida por las generaciones actuales.
Será importante observar si el la Unión Europea es también rigurosa y eficaz para que llegue la y ahora ya las vacunas, equitativamente a todos sus miembros.
Pero quisiéramos que esta celeridad que hasta ahora no se ha producido, llegara a producirse en el posicionamiento, toma de decisiones y obligatoriedad a que las tomen todos sus miembros, en lo referente a la crisis de los REFUGIADOS y solventar el «cementerio humano» en el que se ha convertido nuestro querido Mar Mediterráneo.
Es inadmisible e inhumano, situaciones como la producida recientemente en el muelle de Arguineguín, o anteriormente en Lesbos, Lampedusa, …. y tantos otros. Basta ya de titubeos y esconder la cabeza. La Unión Europea no puede, no debe ser operativa solo cuando hay intereses crematísticos de por medio. Esa no es la Unión diseñada y pretendida en el Tratado de Roma hace ya más de 60 años.
Si creemos en Europa, no queremos avergonzarnos del tratamiento dado a los refugiados, con las mil aristas que pueda tener la solución. Pero el conflicto no está en que vengan, el conflicto está en que nosotros el mundo rico, no sabemos ser solidarios y solventar este tema que no es solo de ellos. Nos atañe a todos.