Josefina Aldecoa -”Historia de una Maestra”
Libro ”Historia de una Maestra”
Autora: Josefina Aldecoa
Editorial:1990
Josefina Rodríguez Álvarez es conocida como Josefina Aldecoa (Era el apellido de su marido, Ignacio Aldecoa, escritor de cuentos. Adoptó su apellido en 1969 a su muerte, como apellido literario) Fue una escritora leonesa nacida en La Robla 1926, y muerta en Mazcuerras, Cantabria, 2011. De gran vocación para la enseñanza, su compromiso le llevó a fundar el colegio Estilo donde ejerció durante muchos años. Su inspiración pedagógica descansaba en el Krausismo y en la Institución libre de enseñanza. Era un centro de educación libre, humanista y laico, donde no se hablaba de religión. Todo un reto para una sociedad nacional-católica.
Sus obras literarias son relatos nostálgicos y evocadores y están dotados de una prosa amena y limpia. Suelen tomarse sus obras como referentes de la prosa española para difundir en los centros educativos. Ella misma cuenta que fue una escritora sin buscarlo, fruto de un encargo puntual que le hicieron, el cual motivó el despertar de esta otra vocación.
Cuenta la propia autora que escribió este libro de “Historia de una maestra” como un recuerdo hacia su madre y como homenaje a las Maestras de la República, que hicieron el meritorio esfuerzo generacional de alfabetizar una España rural abandonada hasta entonces por los poderes públicos.
Al amparo de los primeros compases de la II República Española el nuevo gobierno emergente de 1931, estableció el impulso vigoroso de fijar los parámetros de una sociedad moderna, que alcanzaron en materia de Educación, un importante nivel de compromiso. Ese gobierno supo invertir, formar e impulsar una generación de maestros y maestras, para comprometerse en un inmenso objetivo. Su compromiso y su empeño fue que por primera vez la Educación pasara en este país a un primer plano de la actualidad. Esa nueva pléyade de docentes tuvieron sobre sus hombros, el objetivo y la responsabilidad de alfabetizar y educar a una sociedad desamparada. Era una España rural con unos pocos focos industriales y algunos núcleos de población modestos, excepción hecha de algunas capitales. Uno de los objetivos de la época fue dotar con un Instituto al menos la capital de cada provincia del país. Y otro no menos importante, la construcción de centros escolares en todo el territorio y la formación de su profesorado. Josefina cuenta esto en su texto desde el franquismo, cuando las cenizas de la guerra se han llevado por delante todo este empeño acumulado durante años..
Para acometer este empeño de la narración desde la memoria, la escritora recoge la historia de una maestra, Gabriela, que durante los años veinte hasta el comienzo de la guerra civil desempeña su trabajo con entusiasmo. Su devenir transcurre sobre el trasfondo político e histórico de la llegada de la República, la Revolución de Octubre y el comienzo de la guerra civil.
En esta época la protagonista rememora las condiciones de vida, la pobreza de medios y recursos, la ignorancia y la opresión y muestra el importante papel de la enseñanza y, sobre todo, el esfuerzo de los que lo dieron todo por hacer que aquello funcionara. Un dato muy significativo fue educar a los alumnos en la igualdad y la coeducación.
Josefina Aldecoa es una escritora de la generación de los 50, formada por Martin Gaite, Juan Benet, Luis Martín Santos, Rafael Sánchez Ferlosio y otros muchos, entre los que también estaba el que sería su marido, Ignacio Aldecoa. Este colectivo se considera la segunda parte, ya en el franquismo con lo que supone éste, de aquella famosa generación del 27. que marcó el esplendor de las letras españolas del siglo XX.
En otra obra “En la distancia” que en realidad constituye una buena parte de sus memorias relata muchos de esas vicisitudes. En ella se atesora una reflexión sobre la narrativa de los escritores españoles que conoció. Son relatos de esperanza e idealismo que Josefina Aldecoa esculpe con dedicación y desde donde se puede uno asomar a su vocación literaria. En “Historia de una maestra” los personajes son ficticios pero el relato es real y se desarrolla en escuelas españolas y de Guinea donde la protagonista ejerce su vocación docente.
Nace la acción del relato en 1923, en Oviedo, donde la protagonista con 19 años acaba de coronar sus estudios de maestra de la época. Ha estudiado lejos de su casa situada en la línea divisoria entre León y Asturias y habita en una pensión mientras estudia. Muchas de las maestras de entonces eran destinadas a zonas rurales en los primeros años donde tenían que lidiar con la alfabetización de los niños y niñas y la educación de muchas de las madres que no sabían ni leer ni escribir, lo llevaba aparejado a la lucha por vencer muchas resistencias entre ellas, la influencia de la Iglesia en el medio rural, y para vencer los tabús tradicionales de las costumbres ancestrales del mundo rural que eran un obstáculo para su trabajo. En ocasiones eran alumnos de diversas edades y colectivos numerosos hasta que llegó la regulación de las escuelas graduadas que separaban los alumnos por edades.
Las labores diarias para muchos docentes eran precedidas de un desplazamiento de varios kilómetros, a pie, a caballo, por el llano o desde el lugar de residencia hacia las colinas, o brañas en las que estaban ubicadas las escuelas unitarias. Hoy es difícil entender tanto esfuerzo y tanta tasa de idealismo en las entrañas. Todo ese menú de incidencias está en el trasfondo ante el que nos coloca el relato de la autora. El buen hacer, la paciencia y la vocación de la maestra nos dan cuenta de sus resultados.
La novela describe como Gabriela, la maestra, se arregla para hacer frente a la disparidad de saberes y conocimientos entre los alumnos que le han tocado en suerte, de edades y habilidades diferentes. También se recoge en relato su relación con los vecinos, con sus cuitas y sus preocupaciones. Atiende a la crianza de algún bebé y vista la necesidad decide redoblar el esfuerzo con las madres en su vida cotidiana. Propone al alcalde dar clase de adultos, generando su recelo. cuando no su hostilidad. La protagonista ante un nuevo reto, redoblaba el esfuerzo y la imaginación para solventarlo todo, mientras los niños iban creciendo en confianza y en saberes. Dos años después las oposiciones. Gabriela logra plaza en propiedad en Guinea. Otros paisajes y otras gentes, otro clima y mas dificultades. Una mujer blanca en medio de la negritud. Desconfianzas por la piel en medio de la misma miseria secular ente la población. Vuelta a un pueblo de León. Con su pareja, Ezequiel, llega otra vida. La República llama a la puerta y con ella los cambios en la educación.
Después de ésta obra inicial las obras de Josefina Aldecoa se ensancharon con otras dos, “Mujeres de negro” y “La fuerza del destino” que constituyeron una trilogía sobre la educación y la narración de éste oficio. En esas dos obras, el afán de la escritora es satisfacer a sus lectores incluso cuando el trasfondo político ya no era el mismo. La propia escritora reconoce que “Historia de una maestra” ha permanecido vigente en el tiempo con la misma frescura que cuando lo escribió. La escritora consumió casi una década en volcar la evocación literaria de ese personaje y de lo que representa.
Hay otra escritora asturiana que empeñó sus esfuerzos en reivindicar el papel docente, oficio que ejerció con gran vocación y de la que fue depurada por el franquismo, es el caso de Dolores Medio. También dejó su huella literaria aunque con menos fortuna que Josefina Aldecoa a pesar de que fue premiada inicialmente con el premio Nadal de 1952. Pero su vocación de escritora no decayó y aun pueden encontrarse algunas de sus obras sobre su admirado Oviedo como “Nosotros, los Rivero” o “Diario de una Maestra” fruto de la actividad en Nava, un pueblo del Oriente asturiano. Algunas de éstas maestras, como Matilde de la Torre, Veneranda García Manzano o María Azcárraga acabaron añadiendo a su vocación docente, la faceta política en el seno de las Cortes Españolas. Como diputadas marcaron con su huella aquel tiempo difícil, pero ilusionante e innovador, del período democrático que fue la Segunda República.
Pedro Liébana Collado