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La ley del no es no

La batalla por el relato se ha perdido por el momento, pero se puede ganar si convierte el error en acierto con un buen acuerdo que tranquilice a la ciudadanía sin traicionar el espíritu de la ley. Se trata de salvar no solo la ley sino a la izquierda

La reforma de la Ley del Solo Sí es Sí que quiere hacer el PSOE no evitará la reducción de penas ni las excarcelaciones. Dejemos esto claro. Aunque la deroguen, los condenados antes de la Ley del Consentimiento podrán seguir acogiéndose a ella para pedir una revisión de penas porque los jueces tienen la obligación de aplicar siempre la norma más beneficiosa para el reo de todas las que han estado en vigor. El problema ya no tiene solución para las condenas pasadas, solo para las sentencias futuras. El “efecto indeseado” del goteo de rebajas y salidas de prisión, que dicen querer eliminar, va a seguir sucediendo. Pedro Sánchez solo quiere y solo puede maquillar el resultado.

El presidente está intentando amainar cuanto antes la tormenta volviendo a las penas anteriores, más altas que las actuales, pero manteniendo la redacción del concepto de “consentimiento” tal como está ahora. Para que nadie pueda decirle que favorece a los violadores. Es la misma propuesta que hace el PP y es contraria al criterio de Podemos. El ministerio de Irene Montero impulsó una legislación menos punitiva y más precisa para que los jueces tuvieran más elementos y fueran más exactos al enjuiciar. Pero cometieron una imprecisión. Dejaron una puerta abierta por la que cabía la reducción de algunas penas. Digan lo que digan, o aunque no lo digan, yo digo lo que dije: fue un error.

Si no, no estaríamos aquí. El propio Ministerio de Igualdad lo reconoce sin decirlo cuando acepta que está dispuesto a subir las penas más bajas, como ha apuntado la Delegada contra la Violencia de Género, la jueza Victoria Rosell. Lo reconoce cuando acepta introducir una corrección en el texto que evite en el futuro las interpretaciones erróneas. Esa llave para cerrar la puerta existía y no se usó. Se llama “disposición transitoria”, un apéndice a las leyes que concreta su aplicación. La recomendaron algunos juristas, también juristas feministas, como la asociación Themis, para evitar lo que ha pasado. Igualdad esgrimió la disposición 5ª del Código Penal de 1995 que evita esa revisión a la baja, pero muchos juristas volvieron a discrepar: esa disposición dejó de estar en vigor en el 96.

Pero supongamos que el Ministerio de Igualdad lo hizo todo bien, supongamos que Podemos es infalible y que la izquierda nunca se equivoca (excepto los que disentimos, que estamos equivocados), y supongamos que el Consejo de Ministros y el Ministerio de Justicia que revisaron el texto estuvieron impecables, y que es intachable la mayoría del Congreso que aprobó la ley, y que todos los jueces y juezas que han rebajado penas son machistas con un sesgo de género, y que es un montaje de la derecha para hundir a Montero y la coalición. Supongamos todo eso, que es mucho suponer, pero supongámoslo. Más a mi favor. Si sabes que hay una caverna política, mediática y judicial, no les des la oportunidad. No solo por ti sino por la sociedad a la que inquieta esta situación y, sobre todo, por ellas: por las víctimas.

No es solo el daño que se le está haciendo a una ley justa y necesaria, una buena ley en su planteamiento, no es solo el daño que se le hace a un Gobierno de coalición que está ampliando derechos, es el daño que se les hace a las mujeres violadas a las que agrede este goteo. Pero de nada sirve lamentarse ahora, toca buscar una solución. Estoy con el Ministerio de Igualdad en que el problema de la violencia machista no se resuelve con más punición sino con más protección, con una ley integral. Estoy con Podemos cuando se opone a volver a las penas anteriores en los casos de “violencia e intimidación” porque eso diluye la fuerza del consentimiento dentro de la ley y vuelve a poner sobre las mujeres la responsabilidad de probar que se resistieron o las intimidaron, que es el marco que la derecha quiere imponer y que esta ley quería evitar.

Pero no estoy con la ministra Irene Montero cuando dice que el error no es suyo, es de todos los demás. Ni con Belarra cuando lo reduce a un temblor de piernas del PSOE frente a la derecha. No es un temblor del PSOE, hay un temblor social. No deben convertir su pelea por salvar la ley del solo sí es sí en su personal ley del no es no. No a todo y a todos. Porque también es un no a víctimas y ciudadanos que están alarmados. Hubo un error del Gobierno, aunque solo fuera un error de cálculo, y los responsables deben asumirlo y encontrar la mejor salida. Ambas partes están trabajando por el acuerdo. El acuerdo implica cesión. De los dos. La batalla por el relato se ha perdido por el momento, pero se puede ganar si transforman el error en acierto con un buen acuerdo que tranquilice a la ciudadanía sin traicionar el espíritu de la ley. Se trata de salvar no solo la ley sino a la izquierda en las próximas elecciones.

Javier Gallego
Publicado en ElDiario.es

  1. Amparo Bellver Cebria Says:

    Excelentes reflexiones.
    No puedo estar más de acuerdo.
    Por el bien de las mujeres y de la sociedad en su conjunto.
    Kilos de serenidad, hay que contrarrestar los daños que los ha habido, reconociendo la bondad de la ley y consensuar una salida lo más digna posible.

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