La (otra) cara de la ciudad
La Unión Europea espera que, en 2050, el sector del transporte haya reducido en un 90% las emisiones de gases de efecto invernadero, una línea de meta que, a cada segundo, deja un margen de error cada vez menor. Frente a ello, sus habitantes exigen medidas que fomenten la movilidad compartida, sostenible y segura para construir un nuevo tipo de ciudad libre de coches y capaz de devolverle el espacio al ciudadano
Como cualquier ser humano, la ciudad también vive eternamente entre dos identidades: la que es –con sus cualidades y sus defectos– y la que quiere ser. Mientras vive el presente, siempre mira adelante con la ambición de que el futuro le traiga la mejor versión de sí misma (o, al menos, la que más cómoda le haga sentir). Son sus propios habitantes los que la llevan a intentar conseguirlo, generando alianzas para adaptarla a los retos más urgentes de cada momento. Y estos, ahora mismo, beben de una sola problemática: el cambio climático.
A pesar de los avances realizados de la mano de la Agenda 2030, todavía son muchas las ciudades que tienen sus arterias saturadas de vehículos, sus pulmones llenos de dióxido de carbono y un constante ruido que convierte sus calles en un entorno hostil para disfrutar de la vida en comunidad. En la actualidad, según la consultora Hedges & Company, en todo el planeta hay más de 1.400 millones de vehículos circulando por las carreteras, gran parte de ellos camiones y coches particulares.
Más concretamente, entre los países europeos con más coches privados por cada 1.000 habitantes destacan Luxemburgo (681), Italia (663) y Chipre (645). En cambio, España se sitúa en el puesto 14, una posición nada desdeñable si se tiene en cuenta que en nuestro país se venden más vehículos con más de 10 años que versiones nuevas; es decir, coches mucho más contaminantes que ni siquiera cuentan con la etiqueta distintiva de emisiones de la DGT. De hecho, según la propia institución, un tercio circulan sin esta pegatina, a lo que se suma otro tercio de coches que llevan el distintivo B, categoría en la que se incluyen los coches más contaminantes.
Mientras la Unión Europea espera que en 2050 el sector del transporte haya reducido en un 90% las emisiones hasta alcanzar las cifras de 1990, las ciudades españolas se ven con un margen de maniobra cada vez menor para alcanzar este objetivo. Y ante esta fotografía de la ciudad, el protagonista que se rige sobre el resto es el transporte compartido, que sigue apostando por la tecnología para optimizar las rutas con el fin de hacer de la movilidad un sector neutral en carbono, descongestionando las calles, generando un aire más limpio y permitiendo a los habitantes moverse de una manera más sostenible y eficiente.
No se trata únicamente de una cuestión puramente ambiental, sino también del bienestar de quienes componen las urbes: los propios vecinos. Según una encuesta realizada por Cabify a más de 3.500 personas de países hispanohablantes –entre ellos, España–, más de la mitad prefieren evitar el uso del coche privado de manera periódica y apostar por otras opciones como el transporte público (39%), las apps de movilidad (28%) o los trayectos a pie (26%). Entre los principales motivos se encuentra el aumento del volumen de tráfico, que alarga innecesariamente los desplazamientos y que, además de complicar los aparcamientos, los encarece sin control: el gasto medio de aparcamiento por usuario oscila entre los 260 y los 3.120 euros al año, dependiendo de la ciudad en la que vivan. Los españoles, por ejemplo, pueden llegar a pagar hasta 1.040 euros en un año solo por dejar el coche aparcado.
Así, la ciudad demanda un cambio de paradigma en el transporte: si todavía se recurre tanto a los vehículos privados es porque, muchas veces, no queda otra opción. Pero entre un entorno urbano lleno de coches semivacíos que pasan el 95% del tiempo de su vida útil aparcados, ocupando espacio y generando importantes emisiones las pocas veces que se utilizan, y otro que prioriza la vida en la ciudad libre de humos y ahorra a sus habitantes grandes gastos en aparcamiento, la respuesta parece clara: la mitad de los ciudadanos que utilizan el coche particular habitualmente están de acuerdo en que se tomen medidas para disminuir su uso y, en general, cuatro de cada diez encuestados creen que –más allá del transporte público– es importante fomentar otras alternativas, como la movilidad compartida y el uso de bicicletas o motos.
Esa es la otra cara de la ciudad, la de la descarbonización efectiva. Cabify ha invertido 31 millones de euros en I+D+i en los últimos cinco años que han contribuido a seguir mejorando la propuesta de valor de la compañía en pro de una movilidad sostenible. Además, en el marco de su nueva Estrategia de Negocio Sostenible, Cabify seguirá apostando por la innovación para conseguir que el 100% de sus viajes en las ciudades se hagan en flotas descarbonizadas o eléctricas para 2025 en España y 2030 en América Latina, y continuará apoyándose en la tecnología para seguir optimizando las rutas de los trayectos con el fin de que los vehículos recorran el menor número de kilómetros posible sin pasajeros, aumentando también la rentabilidad para los conductores. Como respuesta, en 2021 la compañía introdujo avances para minimizar los kilómetros en vacío, consiguiendo reducir una media de 1.000 toneladas de CO2 anuales a nivel global gracias a una serie de tecnologías.
La Estrategia de Negocio Sostenible de Cabify destaca precisamente por esa apuesta para renovarse constantemente y adaptarse a todas las necesidades. Como demuestran los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una sociedad no es más sostenible por ser menos contaminante, sino por poder garantizar un entorno más igualitario para toda la población. Por ello, desde 2019, la plataforma de multimovilidad está completamente adaptada para personas ciegas. Y no es el único paso: sigue innovando para hacerla más accesible para todos los colectivos que habitan en la ciudad, como las personas mayores y las personas con discapacidad auditiva y cognitiva. Actualmente, son más de 166.000 usuarios los que disfrutan de la posibilidad de desplazarse sin colapsar la ciudad con los servicios de accesibilidad universal de la aplicación.
El otro pilar de la compañía en esta hoja de ruta sostenible es la seguridad: Cabify invierte constantemente en que todos los usuarios se sientan cómodos y seguros en sus trayectos, incluyendo funcionalidades en su aplicación para socios conductores y usuarios pasajeros como la señal secreta –que activa protocolos de comprobación de seguridad en tiempo real para disuadir cualquier mal comportamiento del pasajero–, el botón de emergencia, el contacto de confianza –que permite compartir automáticamente la información de los viajes a un contacto favorito sin que tenga la app instalada– o la posibilidad de compartir el viaje para que los seres queridos conozcan exactamente el lugar donde se encuentra el pasajero (o el conductor) durante todo el trayecto.
Una ciudad sin coches no es una ciudad vacía, sino un lugar libre de vehículos innecesarios. Un entorno que recupere el espacio para fomentar ese modo de vida más humano, caracterizado por la conexión con el entorno y la interacción con todo y todos los que nos rodean. La ciudad que la propia ciudad siempre quiso ser.
Cristina Suarez
Publicado en Ethic