Uno de los libros imprescindibles para conocer los orígenes y la formación de estas ideologías tóxicas es El nacimiento de la ideología fascista, editado por Siglo Veintiuno de España Editores y escrito por Zeev Sternhell, Mario Sznaider y Maia Asheri. El libro, ya en su introducción, advierte sobre la búsqueda de explicaciones fáciles, un texto que no gustará a quienes necesitan encontrar explicaciones que reafirmen sus dogmas: “Quien persista en la idea de considerar el fascismo como un subproducto de la Gran Guerra, un simple reflejo de defensa de la burguesía ante la crisis de la posguerra, se condena a no comprender nada de ese fenómeno capital en nuestro siglo”. En definitiva, un libro para aprender de verdad lejos de los pensamientos monolíticos y axiomáticos sobre el modo en que nació y se conformó la ideología más nociva de nuestro siglo.
La clase obrera como elemento de ornamentación social. Como un producto de escaparate al que acuden cada cierto tiempo elementos de clases dominantes para explicar los males que destruyen la sociedad. Una clase de la que solo se acuerdan para culpar del ascenso de estos fascismos y populismos de extrema derecha. Y para comprender –no a la clase obrera, sino a muchos de lo que hablan de ella desde los márgenes– es imprescindible la lectura de alguien que precisamente no pertenecía a ella. En los Ensayos escogidos de G.K. Chesterton, editado por Acantilado, se incluye un texto que ayuda a comprender esa folclorización de la clase trabajadora. El texto se llama Novelistas de los barrios bajos y en él realiza un retrato de quienes se creen que conocen la vida de los más pobres por observarlos desde fuera con una libreta, o lo que sería hoy un smartphone: “El único hombre capaz de expresar los placeres de los pobres es el que puede participar en ellos… esos libros no son una investigación sobre la psicología de la pobreza, son una investigación sobre la psicología de la riqueza y la cultura cuando entran en contacto con la pobreza. No son una descripción del estado de los barrios bajos, solo una oscura y terrible descripción de quienes van a visitarlos”.
En cuanto a la desubicación de la izquierda en tiempos de desconcierto hay un breve texto de Jordi Gracia que puede ayudar a confrontarte con realidades aceptadas como propias. “Contra la izquierda” es un librito editado por los nuevos cuadernos de Anagrama que da unas claves para “seguir siendo de izquierdas en el siglo XXI”. No es necesario compartir todo lo que el autor explica en su libro para reflexionar y replantearse tus propias ideas. Algo que sí es imprescindible para ser de izquierdas, no ser dogmático.
Recomendación de la lectora @relatoraroja en Instagram.
El hombre de la dinamita, de Henning Mankell
“Si yo fuera joven, habría hecho lo mismo. Por lo menos, habría creído en lo mismo. El socialismo no es nada extraordinario. Es algo natural, una vez que uno comprende cómo funcionan las cosas. Y entonces, todo lo demás resulta erróneo y extraño. ¿Cabe imaginar algo más ilógico y menos razonable que el capitalismo? Yo no me lo imagino”.
Mankell no fue solo Wallander. Su primera novela, El hombre de la dinamita, escrita en 1972 y publicada por fin ahora aquí, no tiene como protagonista al inspector, sino a un dinamitero al que los periódicos dieron por muerto tras un accidente durante la voladura de un túnel, pero sobrevivió durante 58 años más. Este libro relata su vida y da cuenta también de la situación de la clase obrera durante la primera mitad del siglo XX. Sus esperanzas. Sus desalientos. Su conciencia. “El socialismo no es nada extraordinario. Y yo tampoco lo soy. Así que encajamos bien el uno con el otro”.
Antonio Maestre
Artículo publicado en La Marea