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Los cadáveres turísticos del verano

Ciudades fantasma, parques de atracciones y resorts turísticos de todo tipo engrosan esta lista de abandonos y declives del turismo español.

La burbuja inmobiliaria dejó tras de sí grandes cadáveres: ciudades fantasma, complejos turísticos mastodónticos o parques temáticos que apenas tienen uso. Estos proyectos empresariales han padecido dificultades económicas por su propia concepción, pero también por la aparición de varias crisis sociales y económicas, como pueden ser la Gran Recesión surgida en el año 2008 y el confinamiento y los aprietos provocados por la pandemia de 2020, fruto de la propagación de la COVID-19 a lo largo y ancho del mundo.

Del primer tipo, las ciudades fantasma, contamos con el célebre caso de la urbe abandonada de «El Pocero», en Seseña, a poco más de 30 kilómetros de Madrid. Del segundo y el tercer caso, en cambio, los ejemplos más representativos quizás sean Marina d’Or Ciudad de Vacaciones, en Oropesa del Mar, y Terra Mítica, en Benidorm.

No obstante, y a pesar de las enormes dificultades, estos dos últimos proyectos siguen en pie, aunque no pasen precisamente por su mejor momento. Hablamos de grandes referencias de la estética kitsch en la España contemporánea. ¿Es este tipo de ocio el que domina la cultura nacional a día de hoy? Dada la realidad de tales emplazamientos y el hecho de que cuentan con una popularidad cada vez menor, cabría pensar que no: quizás fueran concebidos para una España que, en gran medida, está desapareciendo. 

En el caso de Marina d’Or, el complejo turístico se salvó por poco tanto de la crisis inmobiliaria como de la pandemia. Inaugurada en abril de 1997, su progresión fue positiva hasta el pinchazo de la burbuja en 2008. La crisis, que tuvo como consecuencia entre otras cosas un empobrecimiento de la sociedad general, no favoreció precisamente el consumo de ocio veraniego ofrecido por la entidad. De hecho, esta tuvo que cerrar parte de sus oficinas y echar a 1.000 empleados, al tiempo que su deuda alcanzó los 540 millones de euros. En el año 2014, la empresa constructora y promotora de los apartamentos, Comervi, entró en concurso de acreedores. Tras superar esta situación por vía de una lenta recuperación, en 2020, año en que golpeó la pandemia de la COVID-19, Marina d’Or logró beneficios de 7 millones de euros. Al año siguiente, Marina d’Or vendió 107,6 millones de euros de deuda al fondo Farallon, que se comprometió a realizar toda una serie de reformas para hacer reflotar a la conocida ciudad de vacaciones, que hoy sigue viva y coleando (si bien queda por saber hasta cuándo).

Terra Mítica, por su parte, ha pasado por procesos similares a los de la ciudad de vacaciones de Oropesa del Mar. Situada a 252 kilómetros al sur de Marina d’Or, este parque de atracciones —inaugurado en el año 2000— siguió la estela de otros parques como PortAventura, sito en la provincia de Tarragona. Tras unos inicios no muy sólidos, Terra Mítica buscó el apoyo financiero de Paramount Parks. No obstante, y a pesar de dichos esfuerzos, en 2004 el parque entró en suspensión de pagos para evitar su quiebra, puesto que debía varios millones de euros. En 2012, Terra Mítica fue vendida a la empresa Aqualandia por 67 millones de euros. El complejo costó a las arcas públicas y al sector financiero valencianos un mínimo de 377 millones. Tras un cierre de dos años provocado, en parte, por la pandemia, Terra Mítica reabrió sus puertas en julio de 2021 y hasta el día de hoy.

Aunque tanto Marina d’Or como Terra Mítica han pasado por tiempos difíciles, en parte a causa de fenómenos sociales que escapaban al control de sus creadores y gestores, parece que no acaban de pasar a mejor vida. Quizás la demanda del público y las diversas renovaciones e inversiones a ellos aplicadas puedan asegurar su futuro; un horizonte, hoy, que sin embargo tampoco es especialmente brillante.

No hay que ignorar, además, que se trata de proyectos ideados e inaugurados a finales de los noventa y principios de los dos mil, años desde los cuales muchas cosas han cambiado, muy particularmente en lo referente a formas de ocio, introducción de nuevas tecnologías y modos de relacionarse que han transformado las costumbres y formas de consumo de los españoles. 

Iñaqui Domínguez
Publicado en Ethic

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