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María Moliner o el amor por la lengua

María Juana Moliner Ruiz, más conocida como María Moliner, nació en 1900 en un pueblo, Paniza, de la provincia de Zaragoza, falleciendo en Madrid a los ochenta años.

Nombrar a María Moliner es citar su grandiosa obra, el “Diccionario del uso del español”, que no falta en los anaqueles de las bibliotecas de las personas interesadas por la lengua castellana. La obra fue publicada por la Editorial Gredos, entre 1966 y 1967, gracias al apoyo y la mediación del académico Dámaso Alonso, publicándose la segunda edición en 1998 (con un CD de apoyo a los dos volúmenes, junto con una edición abreviada) y editándose la última (hasta la fecha) en 2007, tras ser revisada.

Estudiante brillante, se examinó de bachiller, como libre, en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid, finalizando el bachillerato como alumna oficial ya en 1918 en el Instituto Técnico de Zaragoza, donde tuvo que desplazarse la familia tras el abandono del padre que marchó a Argentina de donde no regresó. Esta circunstancia afectó a la vida de María, sobre todo en sus años de juventud, ya que para contribuir a la economía familiar tuvo que dar clases de historia, matemáticas y latín.

En 1921, se licenció en Filosofía y Letras, en la especialidad de Historia, en la Universidad de Zaragoza, compaginando sus estudios trabajando como lexicógrafa y filóloga en el Estudio de Filología de Aragón, adquiriendo el método de trabajo lexicográfico que años después le permitiría emprender su gran obra: el “Diccionario del uso del español”.

Tras aprobar la carrera con un brillante expediente académico (fue premio fin de carrera), opositó para el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, siendo destinada, tras aprobar, a distintas plazas de la geografía española. En una de aquellas plazas, Murcia, conoció al que fuera su marido, Fernando Ramón Ferrando, con quien se casó en 1925.

Entre 1929 y 1939 colaboró con la Institución Libre de Enseñanza, formando parte de las Misiones Pedagógicas, durante la segunda República, dedicándose a la creación de pequeñas bibliotecas rurales y a establecer redes entre estas, publicando manuales de Instrucciones para su uso y conservación. En esta misma época, dirigió la biblioteca de la universidad de Valencia, dando a conocer internacionalmente los libros que se editaban en España a través de su participación en la Junta de Adquisición de Libros e Intercambio Internacional.

Tras la victoria de las tropas fascistas, capitaneadas por el general Franco, tanto María como su marido fueron depurados perdiendo él la cátedra de la universidad de Valencia y ella su puesto de bibliotecaria, aunque ambos fueron rehabilitados más adelante, si bien María bajó 18 niveles en el escalafón.

Finalmente, y ya con cuatro hijos, la familia se instaló en Madrid, entrando María a trabajar en la Biblioteca de la Escuela Técnica de Ingenieros Industriales, donde ocupó la dirección hasta su jubilación en 1970, año en el que, tras la publicación del Diccionario, comenzó a ser reconocida institucionalmente, otorgándosele el Lazo de la Orden Civil de Alfonso X el sabio.

A María le vino la idea de elaborar el Diccionario cuando su hijo Fernando le regaló el Learner’s Dictionary of Current English de A. S. Hornby, tras un viaje a París. Crítica con el diccionario de la RAE, por considerarlo una obra de autoridad que no recogía el lenguaje de uso cotidiano, emprendió la obra pensando que la finalizaría en dos años, si bien tardó quince en concluirla. Su diccionario, además de definiciones, recoge sinónimos, familias de palabras y frases hechas, incluyendo una gramática y sintaxis acompañada de numerosos ejemplos, así como voces no admitidas por la RAE y anticipando la ordenación de la Ll en la L y la Ch en la C, lo que más adelante haría la propia RAE.

Respecto al reconocimiento de su obra por parte de la Real Academia de la Lengua, a pesar del apoyo de algunos académicos, fue muy complicada. De hecho, en las dos ocasiones en que fue propuesta para ocupar un sillón de la Academia no lo consiguió. En la primera ocasión por ser mujer, en ambas (pues en el segundo intento compitió con Carmen Conde que fue la elegida) por considerarla una intrusa, ya que no había estudiado Filología sino Historia, pero sobre todo porque su Diccionario significaba una crítica al Diccionario oficial de la RAE. No obstante, en 1973 la RAE, por unanimidad, le otorgó el  premio Lorenzo Nieto López “por sus trabajos en pro de la lengua”.

La muerte de María fue especialmente triste pues, tras cuidar a su marido hasta el fallecimiento de este, le sobrevino una esclerosis cerebral que fue borrando de su mente todas las palabras sobre las que con tanto esmero había trabajado y las imágenes de su vida… Pero nos queda su obra, su maravilloso Diccionario de uso del español… ¡La tenacidad, el esfuerzo y la confianza en ella misma ha vencido al paso del tiempo y a su ausencia!

Artículo publicado la Revista Con la A

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