Justo ayer leí el nuevo caso de Badalona, uno violación en grupos a una niña perpetrada por un grupo de menores, el caso de la maestra de karate del Claret Sports que acumula siete acusaciones de agresión sexual y la de eyaculación callejera sobre una niña en la celebración de la Copa Europea de Barça Femenina. Todo esto sin buscar! Si recopilamos toda la semana, o el mes, el goteo es abrumador; y no digo que piense solo en lo que sucede en el centro comercial Badaloni Magic. Que ya debería estar cerrado, o al menos no entiendo cómo no debería cerrarse porque la gente deja de ir.

Tenemos una plaga de abusos y violaciones principalmente cometidos por hombres — también a hombres, muchos niños y jóvenes —, y no podemos perder la perspectiva de género en el análisis de la situación y lo que es más importante para encontrar la solución. Por un lado, porque las niñas, niños y mujeres de todas las edades siguen siendo las más expuestas a ser víctimas, por otro, porque la proliferación de una masculinidad abusiva resultante del patriarcado nos pone en peligro a todos y esto no solo no está en un período de remisión, sino que aumenta.

Hemos dicho demasiadas veces que no podemos asegurar si ocurren más violaciones ahora que antes u otros tipos de abuso porque no se contaron, porque no se informaron antes y ahora sí y, por lo tanto, las cifras son inciertas. Ciertamente, pero también tenemos nuevos fenómenos, al menos en términos de intensidad y repetición que creo que están empezando a dar indicaciones de que algo va muy mal y, en cualquier caso, que de ninguna manera podemos decir que vamos mejor.

Un elemento clave en esta percepción es la edad de los matones, abusadores y violadores que se están volviendo más jóvenes, de hecho, niños, y que sugiere que comienza nantes; porque, de hecho, uno comienza a tener relaciones sexuales más pronto. Si es necesario, o siempre ha sido necesario una buena educación sexual, ahora es imperiosa la necesidad de hablar sobre sexo, de relaciones afectivas, de amor y respeto porque parece que lo único aprendido es el mal sexo. De hecho, tampoco es esto porque la violencia sexual es solo una expresión de la dominación del otro en la que el sexo es solo el medio.

No entiendo a las personas que no quieren hablar de sexo, aunque obviamente no tiene que ser una obligación hablar de ello — y eso no quiere decir que me gusten las personas que siempre hablan de sexo, por el contrario —, porque hablar de sexo es hablar de vida. Aún menos entiendo a las personas que les resulta indignante hablar de criaturas, pero en cambio no ven la falta de una educación sexual saludable, apropiada para todas las edades y circunstancias, genera el caldo de cultivo perfecto para el mal aprendizaje, las prácticas abusivas y la falta de oportunidades para desarrollar buenas relaciones sexoafectivas. 

Cristina Sánchez Miret
Publicado en El Nacional.cat