Portugal: El reto de la socialdemocracia
El artículo de Pedro Nuno Santos, «Los retos de la socialdemocracia» , se dirige al interlocutor equivocado. El congreso del PSD [centro-derecha] es el último lugar donde este desafío encontrará una respuesta. Por el contrario, el reto está en casa. ¿Cuáles son los contenidos de una verdadera opción socialdemócrata que puede asumir el PS? Sin esta definición, es difícil que el PS, como defiende Pedro Nuno Santos al final, «garantice que el cambio político alcanzado en 2015 es una de inflexión efectiva y no sólo un paréntesis en la historia del PS y la democracia portuguesa”.
La experiencia de gobierno actual no tiene precedentes históricos, ya que ha sido la primera vez que el PS ha estado dispuesto – o ha sido obligado por la aritmética electoral – a buscar un acuerdo con las izquierdas. Contrariamente a las afirmaciones de Nuno Santos, el Partido Socialista no “ha dejado de estar obligado» a gobernar con la derecha, por que simplemente eso siempre ha sido una opción. Por otra parte, las bases de esta convergencia – los pilares estructurales de la alternancia, el Tratado Fiscal, las leyes laborales y la sumisión a la OTAN – permanecen intactas.
Es cierto que los acuerdos firmados con las izquierdas han permitido frenar la ofensiva neoliberal y eliminar del programa de gobierno del PS ciertas propuestas electorales que permanecían. Por lo tanto, se han producido algunos avances y creado las condiciones para los demás. La solución política de esta legislatura es esencialmente defensiva, con ganancias limitadas para la clase obrera, que no resuelven los problemas estructurales del país. Lo que no las hace menos importantes que eso, pero dan para lo que dan: un acuerdo político inmediato, que ni de lejos es un proyecto estratégico para redefinir Portugal.
La evolución neoliberal de la familia política socialista es un fenómeno global. Los tiempos de los partidos socialistas del ‘estado de bienestar social’, en un contexto del crecimiento económico de los años 1950 y 60, terminaron con el estancamiento de los 70. No hay vuelta atrás. Los nuevos programas políticos socialdemócratas integraron de manera acrítica los pilares de la ofensiva neoliberal, o, como Nuno Santos bien señala, la doctrina de las «reformas estructurales»: la globalización económica, la flexibilidad laboral, la liberalización financiera de la Unión Europea. La Unión Europea, dirigida por la alianza entre la nueva ‘socialdemocracia’ y los conservadores, no es más que la institucionalización de estos principios: las leyes de competencia que prohíben cualquier intervención pública en las economías y que exigen privatizaciones, las normas presupuestarias ciegas, la supuesta ‘independencia’ del BCE, que sirve para promover los mercados financieros. Fue así como el programa socialdemócrata se fue a pique y abandonó su propia identidad, arrastrando a todo el espectro político hacia la derecha.
La socialdemocracia que defiende Pedro Nuno Santos existió en un tiempo ya lejano, cuando la correlación de fuerzas era más favorable al trabajo, cuando el capitalismo vivía tiempos de expansión económica y de relativa estabilidad geopolítica y financiera. Pero el mundo ha cambiado. Las organizaciones de trabajadores se vieron afectadas por el avance de la precariedad. La política económica ha quedado constreñida por un consenso que privilegia la disciplina del mercado y penaliza otras formas de intervención pública. La globalización salvaje, combinada con la liberalización financiera, ha creado grandes instituciones con el poder de arrodillar a los países soberanos. El resultado de la globalización financiera es un capitalismo diferente al que existía en la post-guerra, pero insostenible, más peligroso, incapaz de asegurar la prosperidad, y mucho menos distribuirla. Hoy en día, los socialdemócratas tendría que ir más allá del conocimiento de la «gramática política y moral que separa a la derecha de la izquierda», como escribe Nuno Santos. Necesitamos un programa audaz y transformador que el consenso europeo y neoliberal no pueden tolerar. La pregunta es si el PS llega incluso a tomar en serio las propuestas de Pedro Nuno Santos.
Un debate ideológico corre el riesgo de ignorar la política concreta. Las ventas desastrosas de Banif y Novo Banco al capital extranjero, los retrocesos en la lucha contra el rentismo energético, la vacilación en vez del ataque a CTT [Correos de Portugal] o el mantenimiento de la mayor parte de las leyes laborales de la derecha, es decir, la práctica del gobierno, muestra una política que prefiere no ir más allá. La socialdemocracia ya no existe.
2. La pregunta entonces es cuales son los contenidos concretos de una política de defensa de la mayoría de la población, que vive de su trabajo. Cómo dibujar en la práctica un programa que cumpla con el principio de libertad basado en los servicios públicos y la defensa del trabajo, como quiere Nuno Santos.
Tal política, sin duda, tiene que partir del mundo del trabajo, con un cambio profundo de la legislación laboral, con tres objetivos: el pleno empleo, su estabilidad y los salarios. Menos horas de trabajo, como defiende Nuno Santos, pero también la eliminación de las formas de precariedad, empezando por las agencias de trabajo temporal y la generalización de la negociación colectiva como una forma de equilibrar la correlación de fuerzas. Pasaría también por la reforma de los servicios públicos, empezando por la sanidad. No se trata sólo de corregir sus fallos, sino de invertir en ella para proteger la sanidad pública de la depredación privada. Pasa por rescatar las PPP [proyectos público-privados] y garantizar la gratuidad de la sanidad, pero también buenas condiciones de trabajo para sus empleados, equipos, medicamentos y la capacidad de internalizar los servicios concertados con los grupos de salud privados. Nada de esto se podrá hacer sin un cambio profundo del marco jurídico de la sanidad en Portugal, y mucho menos sin un compromiso sustancial presupuestario. Lo mismo se aplica a la educación y la cultura.
Hay otras áreas donde el rentismo privado cuestiona la capacidad del estado para ser garante del progreso social y el bienestar. La erradicación de la pobreza energética no puede lograrse sin medidas para acabar con los privilegios injustificados de las eléctricas. Y cualquier estado tendría enormes dificultades para llevar a cabo un programa de inversiones estructurales si no tiene el control de sus sectores básicos, como propuso Corbyn, empezando por las infraestructuras de producción y distribución de energía.
Por último, una agenda transformadora para Portugal no es compatible con la política de gestión actual de la deuda pública y choca con las normas neoliberalizantes de la UE. Por eso, para aplicarse, esta agenda necesita audacia.
3. En resumen, el cambio político en 2015 abrió un paréntesis en la ofensiva neoliberal en Portugal – aplicada tanto por el PS como el PSD durante más de tres décadas – y tuvo su apogeo en los años de la Troika. Para que no se cierre, este paréntesis debería dejar de serlo para convertirse en lo que Nuno Santos llama «un punto de inflexión». Pero implica propuestas concretas, ausentes hoy, y por tanto una correlación de fuerzas diferente entre el PS y las izquierdas.
Mariana Mortágua
Artículo publicado en Sin Permiso