Ser patriota
Según la RAE, “patriota” significa la persona que tiene amor a su patria. Y, en ese sentido, yo también me incluyo. Sobre todo, después de pensar con calma si cumplo debidamente con mis obligaciones cívicas respecto a mi patria. Y lo hago. Por ejemplo, nunca he engañado en la declaración de renta; siempre he pagado “religiosamente” mis impuestos; soy clase media y utilizo y defiendo con pasión los servicios públicos como la educación y la sanidad; reciclo de forma obsesiva porque creo en un ambiente limpio y no contaminante; reduzco mi consumismo porque amo un planeta y una patria sostenible; cuando buceo en mi playa, suelo ir con una bolsa atada para recoger basuras que ensucian mi mar Mediterráneo y molestan a mis amigos los peces; cuando paseo, suelo agacharme a recoger esos botes o cajas de plásticos que tiran a la calle sin que les preocupe que su casa pública esté sucia; cumplo con las reglas de convivencia que permiten que mi país sea seguro y pacífico; procuro saludar y dar las gracias; ser respetuosa y educada, aunque a veces me enfade como todo el mundo; disfruto de pasear por mi ciudad y me duele en el alma cuando veo negocios cerrados que son el fracaso de una familia; me siento en plenitud cuando recorro las playas de mi tierra o los senderos de monte de los magníficos pueblos de interior.
Y, con todo lo que ha ocurrido en mi tierra valenciana, que llevamos varias desgracias acumuladas, especialmente la Dana, contribuyo en ayudas, actos culturales y solidarios, aportaciones, y en lo que puedo estar presente, a veces tan solo, llamando a alguna amiga afectada para darle un abrazo. Por cierto, quien visite los pueblos afectados tres meses después, todavía verá montañas de coches acumulados en parques o solares esperando ser desguazados, agujeros en bajos de casas o negocios que aún no han sido reparados, garajes llenos de barro, y un espeso color marrón que cubre los árboles, los setos y el ambiente general.
A ello hay que sumar los 227 fallecidos (no los olvidemos, porque sus familiares no podrán nunca recuperar la normalidad de sus vidas), los todavía 3 desaparecidos, y todos los afectados que reciben tratamiento psicológico porque aún tienen miedo del sonido del agua.
Sí, definitivamente soy patriota.
¿De los que se han reunido este fin de semana en Madrid exhibiendo bandera, proclamas y pecho? No, de esos no. Eso me produce verdadero sarpullido emocional y grandes dudas racionales.
Por ejemplo, son grandes defensores del “Make Europa Great Again”, lo que significa ni más ni menos que copiar el mensaje de Trump para así eliminar a todos los migrantes que buscan una oportunidad de vida y que muchos de ellos viven integrados en nuestras “patrias”, trabajando, pagando impuestos y conviviendo con nosotros como vecinos. Imagino que su deseo es expulsarlos, recluirlos lejos, o sacarlos del país con grilletes en las manos y en los pies como si fueran delincuentes.
En ese punto coinciden todos estos “patriotas”: expulsar al otro y provocar odio.
A partir de ahí, todo lo que me provocan (además de arcadas) son inmensas dudas. Por ejemplo, qué hacen estos “patriotas” con las amenazas de Trump con los aranceles en Europa. ¿Lo van a consentir? Porque si de verdad defienden lo “nuestro” por encima de todo, deberían pararle los pies a Trump y plantarle cara. ¿Qué es eso de que nos amenace y no tenga consecuencias? Si no lo hacen así, nos engañan descaradamente.
Esta reunión de ultras que se ven reconocidos en la política autoritaria de Trump pretenden emularla. Pero el presidente de EEUU es el primer ausente. Claro, es normal. ¿Acaso puede venir a Madrid a decirle a sus compañeros ultras “os voy a putear todo lo que pueda, porque Europa es malvada”, que es más o menos lo que ha dicho y pretende hacer con los aranceles? En ese caso, un buen “patriota” se opondrá a tales amenazas, y lo que debe hacer un tipo como Abascal es retarlo a duelo.
Descendemos un paso. Todos estos “patriotas” unidos son difícilmente creíbles. En primer lugar, porque dicen “hacer Europa grande”, pero ¿ellos no son antieuropeos? ¿Cómo se puede construir Europa desde la diversidad de sus pueblos, si lo que estos ultras defienden es la nación propia por encima de las diferencias? Resulta incompatible ser ultra-facha y además defender Europa. En algo grave nos están engañando.
Y, en segundo lugar, ¿cómo conciliar intereses diferentes entre unas y otras naciones? Por ejemplo, ¿qué hará Marie Le Pen cuando pasen los camiones españoles a Francia para vender productos como frutas, hortalizas o vino? Si está convencida de lo que defiende, deberá discutir con Abascal y quemar nuestros camiones. ¿Y qué hará Abascal: la invitará a comer a su casa tranquilamente mientras ella acusa a nuestros agricultores y productores? Si es tan patriota como dice, romperá relaciones inmediatamente con Le Pen.
Todos ellos parecen sentir una adoración por otro mandatario ambicioso y sanguinario como Putin. Esto me hace estallar más la cabeza, sobre todo, cuando en el parlamento español, Abascal acusa a Rusia de ser comunista e inmediatamente después tenerlo como un gran hombre de Estado. Hoy por hoy, si algo sabemos de forma global es que Putin, no solo es autoritario, sino un mafioso capaz de mandar matar a cualquiera de sus enemigos e incluso amigos.
A Abascal no le quedará más remedio que vigilar permanentemente su espalda, porque no olvidemos la larga lista de oligarcas rusos (ricos y con poder) que han muerto de forma extraña (accidentes, suicidios, envenenamientos) tan solo por pronunciarse en contra de la guerra de Ucrania. Imaginemos qué pasaría si Abascal le llevara la contraria a Putin. En fin, si fuera él no tomaría mucho vodka conjuntamente.
Sigamos hablando de “patria”. Imaginemos que Abascal gobernara en España (ya sé que es una pesadilla tortuosa, pero hay que hacer un ejercicio de imaginación). ¿Qué pasará con las distintas regiones españolas y el reparto de presupuestos? ¿Qué harán los distintos presidentes autonómicos si fueran de Vox? Si cada uno ama su “patria” local deberá pelear por tener más recursos que la autonomía de al lado, con lo que se invalida cualquier acuerdo. Un ultra de pelo en pecho no podrá soportar que la región de al lado reciba más ayuda que la propia. O, ¿acaso un agricultor valenciano o murciano merece recibir menos agua que un productor gallego, vasco o catalán?
A no ser que ya no haya amor por la tierra que está bajo nuestros pies, por el lugar que nos ha visto nacer, por el barrio donde nos hemos criado, por el pueblo que ha sido anegado, por los vecinos que sufren desgracias.
Sencillamente, la “patria” por la que tanto grita Abascal solo se puede desarrollar en la guerra continua: contra los “otros” que no son europeos; contra EEUU que nos pone aranceles; contra los “europeos” que nos hacen la puñeta con nuestros productos; unas regiones contra otras porque cada una defenderá lo suyo. Porque el lema de la “España, una, grande y libre” fue siempre una falacia. Y mucho peor que eso: fue una dictadura.
Hasta dónde debemos llevar nuestro reduccionismo patriótico. Quién marca las fronteras y los límites. Quién es más de los nuestros que otros. Eso ya lo hemos vivido en Europa y al final conduce a limpiezas étnicas, ideológicas, y fusilamientos.
Habría que preguntarle a Abascal qué piensa de los españoles que tienen otro concepto de patria. El otro día leí una entrevista de Arturo Pérez Reverte que decía: “Siempre he dicho que yo, bueno, soy español, soy europeo, pero sobre todo soy mediterráneo. Mi patria es el Mediterráneo. Desde Algeciras a Estambul.
Yo reconozco a mis abuelos. Ulises es mi abuelo. Cuando Ulises trampea, engaña, miente, seduce, … Lo he visto en los puertos de Cartagena, lo he visto en Nápoles, lo he visto en Estambul. Son mis compatriotas. Estoy mucho más cercano culturalmente, incluso biológicamente, de un turco, de un italiano, de un siciliano, de un napolitano, que de un francés, o de un alemán, o de un inglés, o de un norteamericano”.
Ufff, algo así, de tanto sentido común, debe hacerle estallar la cabeza a Abascal.
Un patriota español como es Abascal debería renombrar inmediatamente todas las ciudades y regiones cuyo nombre es de origen árabe para buscar “la pureza de la raza” (ay, qué mal suena). Por ejemplo: Andalucía (Al Andalus región oriental del este), Albacete (Al Basit, planicie, llanura), Alcalá (Al-qala`a, el castillo), Algeciras (Al Jazeera, la isla verde), Almería (Al Meraya, atalaya), … y así seguiríamos con Badajoz, Gibraltar, Guadalajara, Guadalquivir, Guadalajara, Cáceres, Murcia, …. Y así hasta más de 4000 palabras.
CONCLUSIÓN:
Ser patriota no es lo que hace Abascal, Trump y sus correligionarios ultras europeos. Porque bajo el lema del egoísmo, “lo mío primero”, no se puede construir nada, ni siquiera una nación o patria propia, pues siempre existirá alguien que piense diferente o sienta de otra manera, o sencillamente me moleste para mis propios intereses.
¿Cómo se pueden agrupar los egoístas de distintas patrias? Es un oxímoron, porque si solo busco mi propio interés, no puedo compartir proyectos, ya que al final también mis intereses chocarán con los de mis iniciales socios.
El egoísmo no tiene amigos. Y, si vemos las actuaciones de Trump, encima es estúpido, ya que solo provoca daño hasta a uno mismo.
El “patriotismo” de este grupo de ultra-fachas no es, ni más ni menos, que un TRUMP-ANTOJO. Espero que este engaño vil y miserable no nos traiga demasiadas desgracias, crueldades y guerras.
Ana Noguera