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Soñando

Cual si fuera periodo navideño, en el que niños y niñas sueñan con unos regalos que piden en una misiva a los magos de Oriente, yo, que en estos momentos me siento feliz por ese cambio de gobierno tras la moción de censura presentada la pasada semana, también me gustaría dirigirme a ese nuevo gobierno, aún por constituir, para pedirles muchas de esas cosas perdidas en el camino del neoliberalismo…

Como no podría ser de otra manera, mi primera petición va a ser la derogación de la LOMCE, esa ley nefasta, camuflada bajo las siglas de una calidad mal entendida, antidemocrática por las formas en las que se redactó (ya que no se consensuó con los sectores de la comunidad educativa) y por los hechos (segregando al alumnado y dejando los Consejos Escolares vacios en cuanto a la participación, como esperpentos de lo que fueron antaño). Mi deseo de una escuela de calidad, democrática, laica e integradora es totalmente incompatible con la actual ley de educación, que espero, sinceramente, dure muy poco.

Pero también quiero unas pensiones decentes, para que los pensionistas de hoy no vean cómo va disminuyendo su poder adquisitivo hasta los límites de la pobreza, en la que  subsisten más de un millón de personas mayores de 65 años en nuestro país. Pero también pido que se garanticen dichas pensiones para los mayores del mañana, para que no nos encontremos, en un futuro no muy lejano, con miles de personas ancianas mendigando por nuestras calles.

Otra garantía que exigiré al nuevo gobierno es mantener el sistema sanitario público en condiciones dignas, con los y las profesionales, presupuesto e instalaciones necesarias para la atención adecuada a las personas usuarias. Y, por supuesto, esto acompañado de mayor inversión en la investigación, para que nuestras mentes privilegiadas puedan retornar a nuestro país, que ya toca.

Quiero también que podamos expresarnos libremente, sin miedo a ser encarcelados por cantar una canción o escribir en las redes sociales… Una democracia real, debe sustentarse en esa libertad de la ciudadanía… y también en la imparcialidad del sistema judicial, para evitar que haya sentencias dictadas en base a tu color político, tu color de piel o tu género…

Desde luego, sin olvidarme de las corrupciones políticas, instauradas en el ADN español, fruto de años y años de malas praxis, para las que deberán buscar una vacuna efectiva que erradique, de una vez, ese mal endémico que tanto daño ha hecho en nuestra sociedad, dejando una ciudadanía aletargada y muy escéptica con todo lo relacionado con la política.

María José Navarro
Artículo publicado en El Periodic

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