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Yo no soy feminista

 

Como se acerca el 8 de marzo, voy a la librería y pregunto por un título que acaba de publicar Carmen CalvoNosotras. El feminismo en la democracia (Planeta, 2024). Bueno, se acerca el 8 de marzo y, además, las fechas de la amistad son antiguas, porque conozco a Carmen desde hace muchos años, desde 1996, cuando fue Consejera de Cultura de la Junta de Andalucía y nos convocó a algunos escritores para poner en marcha el Centro Andaluz de las Letras. A la hora de llamarme y conversar, nunca le preocupó que yo militase en otro partido de la izquierda.

Si pienso en mi vida, tiene razón. Aunque a veces me conmueven las polémicas en el interior del feminismo, procuro no entrar en discusiones porque no somos los hombres los que debemos entrar en batalla. “Se venden como feministas o te los venden como feministas”, escribe Carmen. Lo que sí es verdad es que Carmen y yo tenemos la misma edad, nacimos en la misma España, y hemos comprobado, desde las perspectivas de un hombre y de una mujer, que la transformación democrática española es inseparable de la tradición y la lucha feminista. Muchos de los debates abiertos por el feminismo se relacionan con la perspectiva que he asumido como hombre para defender la democracia.

¿Pero qué libertad y qué igualdad? La profesora constitucionalista que es Carmen Calvo apunta desde el feminismo sobre un debate fundamental en el pensamiento democrático de hoy: la manipulación de las palabras libertad e igualdad. Ni podemos asumir una igualdad destinada a borrar y homogeneizar diversidades, ni podemos legitimar una libertad que suponga la confusión de los deseos con los derechos. Esta manipulación de las palabras libertad e igualdad es ahora la gran apuesta ideológica no ya del patriarcado, sino del neoliberalismo. Igualdad en la izquierda no es homogeneizar, sino convivir en el respeto a una diversidad que no fragmente el bien común y consolide las ilusiones colectivas. Y la libertad no es escribir el mundo según mis ansias, sino defender el derecho a mi propia conciencia individual sin agredir ni borrar a los demás. Uno tiene derecho a ser homosexual, pero no a convertir en mercancía el vientre de una mujer para tener hijos. Y aquí me callo, porque Carmen casi, casi, se calla también aquí.

Así que no me atrevo a incluirme en la palabra NosotrasPero mi vida tiene mucho que ver con esa palabra.

Luis García Montero
Publicado en Infolibre

 

 

  1. Merche Says:

    Me encanta leer a Luis García Montero,suelo ser afín a lo que dice,
    Saludos

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