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20 N: La ignominia de la justicia

En la mayoría de las ocasiones resulta prudente y aconsejable esperar a que la indignación amaine antes de realizar reflexiones públicas y privadas, pero hacía mucho tiempo que no me sentía tan vilipendiada y tan indignada, sobre todo, tener la impresión de que me están tomando el pelo como ciudadana.

Ha tenido que ser el 20N, con los 50 años de Franco, para que el Tribunal Supremo haya realizado una sentencia condenatoria incomprensible contra el Fiscal General, que lo inhabilita dos años además de indemnizar al presunto defraudador (lo de “presunto” es ahora un chiste). Parece, sinceramente, una burla o un homenaje nostálgico de otros tiempos.

Como he de curarme en salud y utilizar con rigor las reglas democráticas, debo decir públicamente que ACATO la sentencia. No debo hacer otra cosa porque creo en la separación de poderes. Pero que acate no significa que comparta y comprenda la sentencia, y que además la podamos criticar, porque hoy más que nunca los jueces también se equivocan, y porque hay dos magistradas que están en contra de esa sentencia. En esta ocasión, creo que el Tribunal no ha respetado como corresponde su importante y esencial papel neutral y objetivo como magistrados para defender los pilares democráticos.

Disculpen pero hoy me siento más insegura ante una justicia polarizada y dividida, que anteponen sus ideologías a la objetividad de los hechos. Y eso es una muy mala noticia.

Justamente hoy aparece también una encuesta que dice que un cuarto de jóvenes de la Generación Z y casi un 23% de los Millennials prefieren un sistema no democrático. Los jóvenes no conocen cómo y por qué murió Lorca; y casi la mitad de la población española no tiene conocimiento de lo que fue el golpe de estado de Franco.

Para ahondar en este ambiente de confusión, de manipulación, y de pérdida de la memoria histórica, en nuestro país parece que hay jueces que están dispuestos a olvidar sus principios judiciales.

Resulta mordaz escuchar a los líderes del PP denunciar que el gobierno de Pedro Sánchez es la época de mayor polarización y crispación social, cuando están utilizando todos los medios a su alcance para continuamente generar un ambiente de catástrofe social, de que España se hunde, de que todo va mal, y embarrarlo todo: lo que es realmente sucio y deshonesto con lo que es claramente inventado. El PP demuestra no tener ninguna iniciativa positiva ni ningún programa económico-social, su objetivo consiste únicamente en generar un griterío constante que acabe llevándonos a una “democracia de enjambre”, como dice Byung-Chul Han, donde existe tanto ruido y tan pocas palabras razonadas que resulta imposible escuchar algo fuera del barullo.

No han servido de nada las declaraciones de los periodistas diciendo que no fue el fiscal general el que filtró el mensaje. ¿Los van a denunciar por mentir? Porque si ellos han declarado todos a favor del fiscal, diciendo claramente que no ha sido el autor de la filtración, esto supone que ¿han mentido? O más bien que el tribunal “se ha columpiado”.

No ha servido de nada que el propio Miguel Ángel Rodríguez dijera que él mismo había inventado el bulo, porque él tiene “el pelo blanco”. ¿Alguien le pedirá responsabilidades por sus mentiras?

No sirve de nada que el propio González Amador se confiese culpable de delitos con Hacienda, ¿seguirá adelante su causa o esto provocará su nulidad?

No se equivoquen en una cosa: la ciudadanía ha podido seguir las noticias del juicio, porque había una clara intención de “politizarlo”, de mostrar al fiscal general sentado en el banquillo para escarnio y difamación, pero eso ha servido también para que todos pudiéramos ver con claridad que esta sentencia se ha hecho sin encontrar los hechos sólidos y rigurosos contra el fiscal general.

No se confundan aquellos que ríen alto. Este no es solamente un mal día para la izquierda o para el gobierno. Es un mal día para la democracia española, donde un tribunal se ha demostrado más “partidista” que judicial, “más conservador” que neutral, “más instrumentalizado” que objetivo. El tribunal supremo ha actuado como dijo Aznar: “el que pueda que haga”

Pero eso parece que ya no importa a muchos políticos, periodistas, incluso jueces de este país donde hoy con sus acciones y actitudes parecen sentir nostalgia de la época que murió en la cama un 20-N.

Ana Noguera

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