Josep Borrell y la política exterior europea
Sin duda, el puesto de Alto representante, responsable de la diplomacia europea, es un puesto de prestigio, de nivel, que sitúa muy bien a España y al gobierno de Pedro Sánchez.
Hay quienes advierten, con el fin de rebajar el nivel del cargo obtenido, que es un puesto de mucha imagen, gran visibilidad, viajes y fotos, de lucimiento más que de hechos. Pero quienes conocen a Borrell deben saber que no es un político al uso, que no se conforma con “pasar” por un cargo sino que se implica a fondo, y que es un europeísta convencido, que tiene una idea clara de cuál es la Europa que quiere, desde una raíz profundamente socialdemócrata. No se da por vencido, es un hombre experimentado y curtido en batallas políticas difíciles, y conoce bien la arquitectura política y diplomática de la Unión Europea.
Recoge el testigo de otro español socialista, Javier Solana, que supo darle a la imagen exterior europea una coherencia, un fondo y un contenido muy por encima de la mera foto.
Ahora, Borrell reúne en su cargo mucho más poder dentro del organigrama, porque es una vicepresidencia de la Comisión. Además sumará competencias nuevas como la Ayuda Humanitaria y la Cooperación al Desarrollo. Y estoy convencida que ejercerá convenientemente.
Eso sí, si existe en estos momentos un puesto de perfil complicado y difuso es justamente la imagen de la Unión Europea. La UE no tiene una política exterior común, pero sí necesita una imagen exterior común. Hoy más que nunca, necesitamos que Europa vuelva a ser una referencia.
Una imagen común que combata los nacionalismos, los euroescépticos, los independentismos y los ultraconservadores. El Brexit, Catalunya, Hungría, Italia y Salvini, los migrantes, África y su subdesarrollo, el gigante asiático, la guerra tecnológica-comercial EEUU versus China, ….. problemas de índole diferente pero que colapsan entre sí y que se suman a la desintegración del proyecto europeo.
Josep Borrell consiguió movilizar a un gran voto de españoles en torno a su candidatura a Europa, convencidos de que es una persona de valía, con experiencia y buen criterio, y, sobre todo, con la ilusión de volver a confiar en el proyecto de la UE.
Pepe siempre ha resultado un personaje peculiar:
- Con una amplia trayectoria política y de largo recorrido en cargos públicos, siempre se le escucha con una voz renovada. Paradójicamente, es un político de toda la vida eternamente joven.
- Es un hombre de partido, leal a la organización, pero que nunca ha confundido los medios con el fin, por lo que ha mantenido la capacidad de que su mirada volara más allá de la organización interna del partido. Se ha convertido así en un heterodoxo, leal hasta la médula con la organización, pero audaz y valiente en sus análisis.
- Se ha convertido en un “antisistema” dentro del mismo sistema, y lo hace cuando analiza de forma crítica la democracia, la economía, la actual situación de la representación y los partidos políticos, la UE, … y desguaza la realidad para analizarla y corregirla.
- Y cuando habla, sabemos que no va a resultar indiferente, que sus exposiciones no son “lugares comunes” ni verborrea fácil o demagógica, sino que algo aprenderemos, que habrán puntos de vista diferentes, y que seguramente nos removerá a la reflexión o a la conciencia.
Borrell es un “político” como lo definiría Aristóteles: un hombre profundamente social, que considera que la polis es su hogar, y que como tal, ha de procurar las condiciones para decidir con libertad.
Lo recuerdo crítico con la crisis del socialismo europeo, con la UE empequeñecida y acomplejada ante una situación social sin precedentes donde los europeos tememos que nuestros hijos vivan en peores condiciones sociales y laborales, analizando la inestabilidad internacional con protagonistas como Trump, la salida del Reino Unido del marco europeo, o la permanente amenaza que sufre nuestro planeta. Pero al mismo tiempo defensor a ultranza de la Unión Europea como el mejor logro político de toda la Historia. Como él mismo ha dicho en su campaña: es un europeísta convencido pero no un dogmático incapaz de analizar lo que se ha hecho mal.
No será tarea fácil dotar de una imagen común a una Unión que se desune a pasos acelerados, que además “duerme con su enemigo”, los euroescépticos y la ultraderecha que agitan el populismo más exacerbado, pero es la tarea más esencial que debe realizarse en este periodo. Porque necesitamos volver a creer, a confiar en el proyecto europeísta.
Si tuviera que definir a Borrell en una frase, diría que es “la izquierda convencida y practicante: la izquierda posible”.
Ana Noguera