Joan Ribó y Ricard Pérez Casado: una cita de alcalde a alcalde con 27 años de distancia
En el salón del ayuntamiento de València, junto al despacho del alcalde, donde se atienden las visitas, los cuadros han cambiado desde hace apenas dos años. Donde había cuadros de toreros y naturalezas muertas ahora hay, tras un acuerdo con la Facultad de Bellas Artes, pinturas abstractas.
Joan Ribó, alcalde desde 2015, y Ricard Pérez Casado, alcalde hasta 1988, tienen hoy una cita. Se han encontrado en el zaguán del edificio y coinciden entre las escaleras delante de una ‘gigantofoto’ que muestra las consecuencias del ataque de la aviación italiana al edificio, hace 80 años. “Al centro, más al centro”, se escucha lateralmente para que posen canónicamente ante la foto. Varios turistas en chanclas pasan de vez en cuando junto a su lado sin saber muy bien quienes son esos dos señores que hablan a solas como contándose confidencias consistoriales.
Ahora están frente a uno de los cuadros del salón de reuniones. “Siempre me quedo mirándolo”, dice Ribó, “me sugiere muchas cosas”. Están a punto de hablar de ciudad, soledad y velocidad. Apenas es mediodía.
Ricard Pérez Casado: Durante 24 años había venido al ayuntamiento dos veces… Ahora vengo más a menudo.
Joan Ribó: Y si no vienes más es porque no quieres. Para mí Ricard es un maestro, en el sentido machadiano de la palabra. En su alcaldía se diseñó València. Intento aprender de los planteamientos que se hicieron entonces.
Ricard Pérez Casado: Caram, alcalde. Para mí él es un ejemplo de gobernar con pluralidad.
Joan Ribó: El bipartidismo se ha roto, pero no solo en España, en muchos países de Europa. Las mayorías se han acabado. Y ante eso tenemos que saber que hay que trabajar en colaboración. En la aplicación práctica, para mí un objetivo principal es mantener la estabilidad del gobierno de la Nau, trabajando permanentemente en las coordenadas de que la izquierda, vote lo que se vote, nos entenderemos. Me montan un guirigay desde la derecha por cuestiones internas… pero de qué habláis, si tenéis unos follones impresionantes en vuestra casa.
Ricard Pérez Casado: La izquierda a menudo es que discute públicamente. Los otros para discutir, de dinero, lo hacen a escondidas, pero de tanto en tanto sale a la luz.
Joan Ribó: Con los nueve concejales que tienen imputados y…
Ricard Pérez Casado: Si son creyentes los nueve deben estar en una cosa parecida al limbo. Cuando se dice que todos meten la mano siempre tengo una pequeña respuesta: mi pensión, que son 1.497 euros. Claro que se puede estar manejando cientos de millones y no meter la mano, naturalmente.
Joan Ribó: En mi partido si se me ocurre coger un duro me pegan una patada en el culo, con toda la razón.
¿En qué momento uno toma conciencia de que puede convertirse en alcalde de València?
Joan Ribó: En ningún momento se me ocurrió ser alcalde. En la campaña electoral éramos una fuerza en alza y sí, pensaba en que quizá era posible ser teniente alcalde. Mi equipo me escribía discursos en los que ponía “cuando sea alcalde…” pero no me parecía realista. ¡No vendamos motos robadas! ¿Cuándo pensé que podía ser alcalde? La primera vez, muy sinceramente, cuando empezaron a salir los resultados. Nunca me lo hubiera imaginado. Esa tarde de las elecciones tenía además un lumbago impresionante y cuando la gente empezaba a dar saltos y me hacía pegar botes yo decía por dentro ‘ahh qué daño’. Me iba haciendo a la idea…
Ricard Pérez Casado: Yo lo tuve más fácil, lo que me resultó más difícil fue coaligarme con los míos después, claro. Me incorporé al antifranquismo con 17 años con Vicent Ventura y demás. En aquel momento pensar en ser concejal era remotísimo. Con el final de la dictadura estaba por Orriols, con caminos que todavía eran de tierra. Llega el momento de poner candidatos, yo era el candidato número 33 de la lista del partido socialista. Por los mecanismos de partido, que continúo sin entender, pasé a ser el número dos. Resultamos 13 electos y pactamos con el partido comunista. En toda España se pactó que el teniente alcalde de urbanismo era comunista y el teniente alcalde de hacienda era socialista. Excepto en València, donde yo fui el teniente alcalde de urbanismo. Y después, alcalde.
¿Cerca de tres décadas después València sigue queriendo las mismas cosas?
Ricard Pérez Casado: Entonces hicimos los dos objetivos que quería la ciudadanía, por los que estaba trabajando la gente. El Saler per al poble i El riu és nostre i el volem verd. Lo queríais, pero se ha de hacer. A ello nos pusimos, con los pocos recursos que había.
Joan Ribó: Mi hija y yo plantamos un árbol, todavía está allí, bien firme.
Ricard Pérez Casado: Espero que no fuera un enebro de esos súperguays que hay que protegerlos.
Joan Ribó: No, no, es uno de esos que se hacen gordos y tienen pinchos. Ahora está grandioso. Queremos ver si eso te lo copiamos en el parque de Natzaret al final del río; que la ciudadanía plante los árboles.
Ricard Pérez Casado: En ese momento el Turia era un reto. ¿Dónde ponemos un Palau de la Música? Y todavía recuerdo las tonterías inmensas que se dijeron: ponen el Palau en un lugar donde no hay gente. ¡Pues naturalmente, no vamos tirar a la gente para hacerlo! Un concejal, cuyo nombre no citaré, quería dinamitar uno de los tramos, prometió que cuando llegaran al Ayuntamiento lo dinamitarían. Luego claro, no lo hicieron. La satisfacción es bajar al río y verlo lleno, lleno de vida.
¿Hay un reto equiparable, ahora mismo, al de aquel Turia?
Ricard Pérez Casado: Si no lo dice el alcalde lo digo yo.
Joan Ribó: El Parc Central es determinante. Ha sido una esperanza que el ministro (de Fomento) diga que de València a Castelló se hará la doble plataforma. Vale, pues la tendrás que hacer pasar por algún lado, por tanto hará falta hacer el túnel de una vez… Eso puede ser un paso importante. Me da la sensación de que con el Corredor Mediterráneo el PP ha analizado que ‘o hacemos algo o esta gente se nos va a enfadar y tendrá un coste electoral’. Por eso está comenzando a girar. Eso lo ves también en la Marina, aunque no tenga que ver con esto… Y por lo menos ya hablan, porque hablar con Ana Pastor era imposible. El Parc Central sería acabar con un corte total, con una frontera terrible. La ciudad va a cambiar de una manera determinante, con un enorme pulmón verde.
Ricard Pérez Casado: En su día, cuando discutíamos el plan general, y se hablaba del Parc Central, los técnicos decían ‘uh, eso sería imposible’. Yo decía: si lo pintamos algún día la gente se apropiará la causa y será posible.
¿El cambio de València va a la velocidad adecuada?
Ricard Pérez Casado: Los vecinos tenemos prisa siempre. Siempre hemos querido hacerlo todo al mismo tiempo.
Joan Ribó: Los ritmos, la velocidad de un ayuntamiento, es de las cosas que más me han impactado. Doy un ejemplo: desde que comienzas a decir ‘vamos a poner en marcha el Parc Lineal de Benimàmet’ te encuentras que se debe hacer encima de la losa del Metro, no se había tenido en cuenta por parte del equipo anterior. Lo queremos ya, dicen los vecinos, y se manifiestan. Y tienen toda la razón, pero nosotros tenemos que hablar con el amo del Metro, hacerlo bien. Ahora ya hemos empezado, pero han pasado dos años. El Cabanyal, la plaza de la Reina… Es proceso administrativo puro y duro. La ciudadanía dice lo queremos y lo queremos todo. Continuad reivindicando, me parece bien, pero nosotros no podemos correr más, la dinámica municipal tiene una velocidad y es imposible hacerla correr más. Pese a lo lentos que vamos hemos ejecutado más presupuesto que los anteriores gobiernos… Vamos lentos, pero más rápido.
¿De no ser alcaldes qué concejalía os hubiera gustado ocupar?
Joan Ribó: O movilidad o Medio Ambiente.
Ricard Pérez Casado: Lo tengo bien claro, urbanismo.
Joan Ribó: Yo de urbanismo he tenido que estudiar, leerme libros, porque no lo había estudiado nunca. Ahora empiezo a tener alguna idea global, pero sólo global.
¿Ser alcalde es un trabajo solitario?
Joan Ribó: Hay una cosa de ser alcalde que no me gusta, y es que ya no eres una persona al uso. Y de repente alguien te escribe una carta y te dice: estoy en el paro y me has de buscar un trabajo. No me gusta que te traten como una persona de la que depende casi todo. Reivindico poder ser una persona normal siendo alcalde. Hay una sensación de corredor de fondo, en solitario, con momentos en los que nadie te puede ayudar y has de ser tú, solo tú, quien tome la decisión; tú eres el responsable. La estructura de un alcalde es muy piramidal, y me equivoque o no soy quien toma las decisiones. Lo que no quiero hacer es lo que dicen las encuestas, he venido a ser alcalde para cambiar la ciudad de València en una dirección. Y si les vale, bien, y si no que me cambien, no pasa nada.
Ricard Pérez Casado: He dedicado el mejor tiempo de mi vida a ser alcalde de mi ciudad, y es la mayor satisfacción posible. La segunda mayor satisfacción fue intervenir y hacer unas elecciones en Mostar, mandando a mil y pico soldados perfectamente armados, porque era reconstruir en mitad de la tragedia. Ser alcalde de tu ciudad es especial, teníamos una idea y afortunadamente ahora ha tenido continuidad a pesar del paréntesis de 24 años. Queda pendiente hacer un área metropolitana, pero…
Joan Ribó: La València metropolitana… ¿Un coche cuando pasa la frontera del municipio se baja? No, ni el coche ni el propietario ni el perro que lleva. Es imprescindible.
Ricard Pérez Casado: El hecho metropolitano es un hecho a escala mundial. Necesita una gobernanza diferente porque los límites municipales no sirven, tienen su explicación en el pasado pero no en el presente. Deben compaginarse dos cosas: el sentimiento de adhesión, que mi pueblo es mi pueblo; y otra cosa es que la mitad de los de mi pueblo trabajan en otro sitio. Hay necesidad de un instrumento metropolitano para una masa crítica de un millón y medio de habitantes. El problema para ello, en España, es de reparto del poder territorial. ¡Cómo se van a segmentar cosas como el ciclo del agua en 45 o 60 municipios!
En formato tweet, ¿qué València debe llegar?
Ricard Pérez Casado: La València de las personas.
Joan Ribó: Una capital del Mediterráneo con voluntad europea, moderna, profundamente cultural y arraigada. Y eso igual ya se pasa de un tweet.
Vicent Molins, Eva Máñez
Artículo publicado en ValenciaPlaza