Terribles tiempos oscuros
No, así no. No tendrás mi aquiescencia ni mi pasividad. Creo en el Estado de Derecho y en la ley. Creo que sólo ésta puede protegernos pero también sé que cualquier respuesta no vale para ampararla. No has sabido o no has querido. Rajoy, no vales. Rajoy, a España no le sirves. Eso no tiene nada que ver con la vergüenza y la manipulación y la miseria de Puigdemont y los suyos, que han lanzado al pueblo contra la ley a sabiendas de lo que sucedería. A ellos los doy por adjetivados, pero al Estado de Derecho que me ampara y me protege, o debería, no puedo dejarlo en tus manos. No. Así no, Rajoy cobarde. Llegar a este extremo no precisa de ningún esfuerzo. Dejar que la policía cumpla órdenes contra un pueblo desarmado no es mérito de ningún estadista. Es una mierda, Rajoy, una puta mierda. No esperaba mucho de los demagogos del proceso pero a ti te correspondía servir al Estado de Derecho que está por encima de tus cálculos mezquinos.
No le sirves a España, Rajoy, por mucho que te empeñes. Has traicionado la grandeza de la patria a la que dices que sirves. Ni siquiera los que sabemos que la Constitución no puede ser conculcada impunemente te vamos a apoyar. Mañana debe empezar la solución y yo no creo que formes parte de ella. Exculpo a las policías que cumplieron órdenes y a los jueces que se sirvieron y sirvieron sólo a la ley. Sólo tu tenías en tus manos la grandeza de la política y la soslayaste porque eres pequeño y mezquino, porque no vales para el papel que la historia te ha demandado.
Quiero abrir la ventana al futuro. Tú no puedes robarnos la posibilidad de ser por una vez dignos de solventar este largo problema de una forma civilizada y consensuada. Hay que hablar. Sentarse y cansarse de poner sobre la mesa opciones para una nueva convivencia o para un futuro distinto que parta de bases legítimas. Todo tiene que caber. Todo tiene que estar sobre la mesa. Sólo nos bastará que las lenguas y las opciones y la creatividad y el posibilismo político exploren todas las salidas sin restricción de inicio. No nos vale Rajoy como tampoco nos vale Puigdemont. No nos vale quien nos trajo a este cul de sac de mierda.
¿Quién nos vale? Interlocutores nuevos allí y aquí. No queda otra, porque nos jugamos no sólo el encaje o la desconexión de Catalunya sino la realidad de un estado democrático y de derecho que muchos defendemos. Lo de hoy ha roto muchos diques y uno de ellos es el de nuestro futuro como sociedad. No nos vales, Rajoy. No valen tampoco los violadores del verso democrático que han tensado a Catalunya. No servís. No estáis a la altura. Habéis encerrado a una parte del pueblo catalán pero también a la otra, a la policía y a los jueces, en una ratonera y os habéis guardado la llave mientras mirabais desde lejos.
Tampoco hay demasiado dónde elegir. No hay tiempo de abrir las vísceras del país o de los países buscando mirlos blancos. Debemos conformarnos con gente limpia y con capacidad de hablar y de escuchar. Sólo veo posible un relevo en ambas orillas que permita el diálogo. El orden de tu derecha nos lleva al caos. Ha llegado la hora de proponer cosas. Tal vez de cambiar los liderazgos, a ver si así cambia el tono del discurso.
Esto ya no va de Catalunya y de independentistas ni de banderas y discursos patrióticos. Esto va de nuestro futuro como sociedad democrática y como pueblo. Tengamos cuidado porque nada nos asegura que los tiempos oscuros no puedan volver. Hay una suerte de desolación que hoy nos acompaña y que nos deja baldados ante un mañana que no podemos imaginar.
El Gobierno de España debe cambiar y el de la Generalitat también. Ensayando una y otra vez lo mismo no lograremos mejor resultado. No quiero oír que es imposible porque no quiero lanzar un sudario sobre nuestro horizonte común. No sé muy bien cuál es la fórmula. Una moción de censura que te desaloje y elecciones en Catalunya o bien elecciones conjuntas o bien, no sé, creo que hay gente más competente para proponer horizonte en lugar de este sonido de martillos pilones.
Había que defender la legalidad y el Estado de Derecho y, con todas las cartas en la mano, has elegido la más desafortunada. El fin jamás justifica los medios. En esta ocasión, tampoco.
Necesitamos serenidad y realidad. Precisamos de pactos y de soluciones que han de incluir cesiones por parte de todos. Piénsalo. Ni siquiera es tu opción o tu ideología sino la falta de creatividad, asertividad y movimiento que tu representas. La historia no se va a poner de tu lado. Apártate. Deja que se pueda escribir un futuro mejor no marcado por tus limitaciones y tu vista corta y cansada.
Tengo zozobra y miedo pero nunca me refugiaría en vosotros. Idos. Idos de una vez o, mejor, echémoslos.
Elisa Beni
Artículo publicado en ElDiario.es