Niñas casadas con adultos… Hasta que la muerte los separe
Después de un difícil viaje, llegaron a Iraq, al campo de refugiados de Qushtapa, en Erbil. Las inhumanas condiciones en el campo eran el menor problema de Leila. Ella necesitaba desesperadamente encontrar una manera de conseguir la medicación diaria de su abuela diabética. Unos 160 dólares cada mes. Es una cantidad complicada de conseguir, pero no imposible para quien gana un salario. Leila era demasiado joven para conseguir un trabajo. Pero no para casarse. Un hombre que le doblaba la edad se ofreció a tomarla en matrimonio a cambio de cuidar de los abuelos de la adolescente. Con renuencia, Leila y sus abuelos aceptaron.
Lo que siguió a aquella boda fue un año de abusos físicos y verbales. Las palizas eran constantes día a día. Además, fue forzada a ser más conservadora y cubrirse. Su marido limitó la ropa que podía vestir y las visitas de sus abuelos y sus amigos. Y lo peor de todo, a Leila se la prohibió estudiar, lo que más la gustaba en el mundo. Ante la situación, trató de quitarse la vida dos veces… Por suerte, logró divorciarse al cabo de un año, cuando él la pegó en público. Pero hoy es señalada por otras familias de su entorno.
Es la historia real de una de las muchas niñas que ha atendido la ONG Save The Children cobijándola en uno de sus recintos seguros y dando asistencia a su familia. Las personas, los motivos y los lugares varían, pero la mayoría de las historias se parecen mucho entre sí.
Según otra ONG, Plan Internacional, «cada año 14 millones de niñas son obligadas a casarse, lo que las convierte en más vulnerables a sufrir abusos y ser víctimas de todo tipo de violencia psíquica, física y sexual y las expone a graves riesgos para su salud». En Save The Children añaden otro dato alarmante: para finales de esta década se calcula que 142 millones de niñas habrán sido obligadas a casarse.
Las cifras que recoge Plan Internacional demuestran que no estamos ante un problema puntual, sino ante un drama humanitario de proporciones universales. Según un dicen portavoces de la organización, «las niñas del 20% de los hogares más pobres tienen más del triple de probabilidades de contraer matrimonio antes de los 18 años en comparación con las niñas de los hogares más ricos. En los países en desarrollo, las niñas de las zonas rurales tienen el doble de probabilidades de estar casadas al cumplir los 18 años en comparación con las niñas de las zonas urbanas». En un informe, desvelan que, entre los países que permiten el matrimonio infantil, los casos más frecuentes de enlaces forzados se dan en Asia Meridional y en África Occidental y Central, donde el 46 y el 41% de las niñas, respectivamente, han contraído matrimonio forzadamente.
El estudio de Plan Internacional hace un somero repaso a la situación y las legislaciones en muchos de esos países: «En Mali, según el Código Familiar vigente desde 2011, las mujeres están obligadas a obedecer a sus maridos. En Níger, la edad media del matrimonio es de 15,8 años. En Malawi, cuatro de cada cinco niñas casadas no han terminado la educación primaria. En Tanzania, el 61% de las mujeres entre 20 y 24 años sin acceso a la educación fueron forzadas a casarse a los 18 años, frente al 5% de mujeres con educación secundaria o superior. En Bangladesh, el 73% de las mujeres casadas contrajeron de niñas. En Indonesia, el 45,5% de los encuestados respondieron que estaban de acuerdo con que hay ventajas para una niña si se casa antes de los 18 años», dicen los artífices del informe.
El exmarido de Leila vive a escasos metros de su casa, y amenaza a la familia repetidamente. «Aunque quiere volver a la escuela, antes tiene que buscar la forma de pagar los medicamentos para su familia. Si no puede hacerlo, probablemente se vea forzada a casarse de nuevo», explican desde Save the Children.
Marta H. Vázquez
Artículo publicado en Ethic