¿A quién le importan los pensionistas?
¿A quién le importan los pensionistas? Estamos siendo testigos de cómo están vaciando la hucha de las pensiones y continuamos tranquilamente sentados ante el televisor o la radio, o frente al ordenador, leyendo la noticia como si nos estuviesen hablando de Marte. Pues es aquí. El gobierno del Partido Popular está arruinándonos infamemente, mientras la cúpula de su partido se ha enriquecido a costa de los caudales públicos, con los que se podrían haber costeado muchas de las necesidades en Educación y Sanidad, sin necesidad de detraer fondos del capital previsto para el pago de los jubilados. Entre tanto, insisten en distraernos con Cataluña, con el independentismo por aquí y el nacionalismo español por allá.
Al igual que hicieron para contentar a la Alemania de la Merkel cambiando la Constitución, con la modificación del artículo 135, sin oposición alguna y sin facilitar a la ciudadanía la opción de refrendarlo en un referéndum, al igual que hicieron eso, podrían haber aprovechado el momento para blindar la hucha de las pensiones, no permitiendo que dichos fondos puedan utilizarse para sufragar otras partidas de gastos diferentes al sostenimiento de los pensionistas. Pero no lo hicieron. ¿A quién le importan los jubilados, si no se está en período electoral?
Es cierto, bajo mi óptica personal, que no se deberían haber consentido jamás, ni las prejubilaciones masivas, ni los ERES que han arrojado al ya amplio campo de los pensionistas, a una multitud de ciudadanos, con sobradas capacidades para continuar trabajando, aportando su cuota a la ya mencionada hucha. Pero todo se permitió para facilitar las cosas a las grandes empresas estatales, entidades financieras y otras empresas de considerable magnitud, cuyos gastos de prejubilación sostenemos ahora entre todos.
No obstante, y a pesar de todo, la pasividad en la que nos vemos sumidos no deja de desconcertarme. Se funden la hucha de las pensiones y continuamos pasivos ante una noticia de tal envergadura. Nadie de la oposición, ni PSOE – si es que PSOE es oposición, que lo dudo – ni Podemos, ni IU, ni nadie se mueve en ninguna dirección, no hablemos ya de los sindicatos.
¿De verdad no deberíamos estar todos en la calle? ¿De verdad nos da tan igual lo que suceda? ¿De verdad vamos a esperar alguna solución milagrosa que nos resuelva el problema?¿Una solución venida de dónde?
Las soluciones que ya han apuntado, muy subrepticiamente pasa por dos vías alternativas, o no: aumentar la edad de la jubilación o reducir el montante de las mismas, o ambas. Y, lo peor, es que están consiguiendo hacer creer a la ciudadanía que esa es una solución real, y la única.
Pues yo creo, opuestamente a esas tesis, que la solución pasa por reducir la edad de jubilación y obligar a las empresas a sustituir los puestos de los jubilados, manteniendo los salarios que cobraban aquellos, haciendo correr el escalafón y cubriendo los puestos que queden vacantes con nuevos empleos, lo que reduciría el paro y aumentaría la afiliación a la seguridad social. Pero eso no beneficia a las grandes empresas, por tanto, el planteamiento es el de aumentar la edad de jubilación hasta los 67 años. Como, a partir de los 50, es difícil encontrar un empleo, ¿quién va a llegar a los 67 trabajando? De hecho cualquier desempleado que se encuentre cobrando la prestación por desempleo y la agote con 61 o más años, pasan directamente a la condición de jubilados anticipados, detrayendo de su pensión la proporción correspondiente, con lo que el gobierno se ahorra una suma importante en el pago de pensiones, dejando a los jubilados unas pensiones miserables, después de que muchos de ellos han estado cotizando 35 y hasta 40 años.
A ellos les importa poco. Los diputados tienen el privilegio de cobrar la totalidad de la pensión con tal de haber permanecido en el hemiciclo una legislatura. Y si nos referimos al ala conservadora, todos tienen recursos suficientes para subsistir sin recurrir a la pensión de jubilación de la Seguridad Social.
Esta es nuestra realidad.
Sigamos viendo la tele.
Víctor Chamizo
Artículo publicado en Alcantarilla Social