Desmontando cinco tópicos xenófobos contra la acogida del Aquarius
/ por Pepo Jimenez /CiudadaníaDerechos SocialesEducaciónrefugiadosSensibilización
El gobierno español se ha ofrecido a acoger un barco con más de 600 inmigrantes y en las redes reflota el peor argumentario xenóbobo contra la acción humanitaria. Estos son los cinco mitos contra la inmigración que más vas a ver estos días en redes con sus correspondientes argumentos y enlaces para refutarlos.
Efecto llamada
Falso. El efecto llamada existirá mientras exista la desigualdad, no porque se efectúe una maniobra de salvamento humanitario. Ningún padre o madre pone a sus hijo en una patera o barco a la deriva si esta es menos segura que el territorio de deja atrás. Los inmigrantes van a donde hay mejor economía o empleo. Así lo hicieron dos millones de Españoles (y sin contrato) en los 60, así lo hacen ellos ahora.
A las personas desesperadas no se les para con decretos, vallas o un par de tuits xenófobos. La prueba es que, a pesar de todos los esfuerzos, criticas, movimientos xenófobos y políticas antiinmigratorias de la nueva Europa sigue habiendo miles de víctimas huyendo por el Mediterráneo por los conflictos bélicos o por la desigualdad económica. La inmigración y el movimiento de personas entre naciones son un derecho y están recogidos en la carta de los derechos del hombre.
Huyen de algo peor que unos cuantos tuits.
Las ‘paguitas’
Falso. Los inmigrantes acogidos no obtienen ningún beneficio económico por el simple hecho de pisar suelo español. No hay ninguna ‘paguita’ ni gasto más allá de los costes de la atención humanitaria que requiere su acogida: reconocimiento médico y gastos de admisión en el CIE correspondiente (Centros de Internamiento de Extranjeros)
Para poder acceder a la primera ayuda, la renta mínima de inserción, necesitarían acreditar tener residencia legal en alguna comunidad del territorio nacional. Dicho esto, en la Comunidad de Madrid, por ejemplo (la que mayor porcentaje de inmigrantes tiene) solo el 10% de los beneficiarios de la renta mínima son inmigrantes, exactamente el mismo porcentaje que inmigrantes hay en España. Es decir, a pesar de tenerlo más difícil, de tener que dejar una vida y un país atrás casi siempre en contra de su voluntad, los inmigrantes no acaban recibiendo más rentas de inserción social. Conclusión. Se lo curran más.
Otro ejemplo, para poder ser beneficiario de las ayudas a vivienda tienen que tener residencia legal, ingresos mínimos y un contrato legal de alquiler en nuestro país. Ninguno de los acogidos podría, de momento, acceder a ellas. El hecho de que en estas listas aparezcan más apellidos extranjeros es porque muchos inmigrantes se preocupan de cumplir los requisitos antes que los propios españoles en las mismas condiciones. Y es normal, con un grado de necesidad mayor, el compromiso y las ganas de hacer las cosas bien es equivalente. Deberían ser un ejemplo a seguir, no a criticar.
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Vienen a quitarnos nuestros recursos
Falso. Los inmigrantes aportan al Estado más de lo que reciben. La diferencia entre las aportaciones que realizan vía impuestos y cotizaciones a la Seguridad Social y el gasto en servicios públicos, es el 0,54 % del PIB, unos 5.500 millones de euros. El balance es positivo desde hace años, incluso durante la crisis y es un síntoma de prosperidad, según el estudio Inmigración y Estado de bienestar en España, de la Obra Social de La Caixa.
Está demostrado también que los inmigrantes no colapsan nuestra sanidad pública. Los datos y estadísticas dicen todo lo contrario.
¿Por qué aportan más de lo que reciben? La mayoría de los extranjeros son jóvenes en edad de trabajar y de aportar más impuestos. Los niños, ancianos y dependientes (los que más cuestan al Estado) son muy pocos. El inmigrante prefiere venirse solo que sacar aquí su familia adelante. La mayoría realizan trabajos que las poblaciones locales rechazan. Utilizan menos los servicios médicos y normalmente acaban volviendo a sus países de origen (menos del 1% de los beneficiarios de pensiones en España son extranjeros)
Incluso los inmigrantes en situación irregular contribuyen al sistema al pagar impuestos indirectos. Al comprar cualquier mercancía aportan el IVA a la caja común, la misma que paga el sistema sanitario que los atiende de urgencia.
Pagar los gastos de la acogida de esos refugiados nos sale a cuenta.
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Ayudan más a los de fuera que a los de aquí
Falso. Las oportunidades son las mismas para todos, como el respeto a los derechos humanos. Incluso si el barco robado de un delincuente valenciano va a la deriva por el mediterráneo cargado de droga también tiene derecho a un rescate humanitario, de hecho, los barcos de recreo copan las actuaciones de salvamento.
Pasado el rescate inicial y en el caso (difícil) de que alguno de los 600 inmigrante consiga los permisos de residencia para optar a alguna ayuda pública sus oportunidades serán las mismas que la de los ‘aborígenes’. No existe ningún ‘atenuante por extranjería’ a la hora de optar a alguna beca o ayuda pública de inserción aunque algunos quieran confundir la precariedad, el desamparo o la indigencia con el color u origen de la piel.
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Mételos en tu casa
El topicazo más utilizado. Del mismo modo que la educación no debe circunscribirse exclusivamente al ámbito familiar, la inmigración no debe convertirse en un problema meramente individual. Igual que es un deber del Estado tejer un sistema educativo o sanitario público también lo es construir una administración capaz de acoger y resolver los problemas humanitarios que la misma sociedad provoca. La garantía del cumplimiento de los derechos humanos es parte del servicio público cimentado en un estado fiscal y de derecho.
Por eso el argumento de ‘llévatelo a tu casa’ también valdría para, ‘constrúyetelo en tu casa’ o ‘fabrícatelo en casa u ‘opérate tú en tu casa’. Puede funcionar si eres profesor, ingeniero o cirujano, pero es la gestión pública la responsable de una mejor eficacia de los servicios comunitarios.
Esto no quita que a través de muchas ONG exista una red de recursos para acoger individualmente y generar conciencia en el aporte personal a la hora de integrar ciudadanos en exclusión. Y las experiencias suelen ser maravillosas. No se trata de ofrecer solo tu casa, el sistema debe garantizar la sintonía entre las partes y el control y perfecto cumplimiento de los derecho del acogido. Y eso no siempre es más barato —tristemente— y eficaz que la gestión pública (de momento).
Pepo Jimenez
Artículo publicado en VozPopuli