Para Marcial Martínez de Rafael Rivera
No importan tanto los nombres, como el trabajo que queda detrás, ese que permanece, que sigue un camino acompañado por otros nombres que también empujarán.
Marcial se ha ido, como se fue Justo Ramírez o Ángel Guardia, amigos del movimiento ciudadano con los que apareció en primer plano el papel de los barrios, de las calles, de las plazas, de los equipamientos. Era el otro urbanismo, el que nacía de la mano de sus protagonistas, la ciudadanía. Esa que se rebelaba contra el abandono, contra la prohibición, contra el silencio. Y lo hacíamos juntos, alrededor de las Asociaciones de Vecinos, Nazaret, mi Malvarrosa del alma, Orriols, Benimaclet, y tantos barrios que reivindicaban su identidad, su imagen, su vida, sus gentes.
Pero ya ves, Marcial, la especulación, el abuso y la avaricia, han ido configurando una ciudad nueva, que no moderna (la modernidad es otra cosa), una ciudad-decorado, que se cree protagonista de las guías turísticas pero ha perdido el alma que le dio vida. Una ciudad de plástico, con cirugía de silicona por todas partes, que se ha olvidado de la gente. Eso sí es Alzheimer, el peor, el intencionado, el que busca eliminar la memoria colectiva para imponer nuevas leyes, nuevos urbanismos que arrasan con las necesidades, con las miradas, con los sueños, con la convivencia.
Le llaman sistema, pero no les creas, Marcial, es un eufemismo para ocultar a los verdaderos protagonistas que se suben a las falsas poltronas para mirar desde arriba y levantar fronteras invisibles pero firmes. Es su manera de hacernos creer que nada se puede cambiar, que es inamovible, que las cosas son así.
Pero nosotros sabemos que mienten, lo supimos desde el primer día, en los años setenta, cuando las cosas cambiaban en cuanto nos juntábamos, David contra Goliat. Y se frenaron las tasas de la basura, y desapareció la autopista por La Malvarrosa, y llegaron los colegios, y los parques capitaneados por el Parc de Benicalap, y las Semanas Ciudadanas para reflexionar, para unir, para compartir.
Tenías que descansar, lo sé, por eso te has ido. Pero hemos de estar atentos porque sigue siendo imprescindible ese nuevo urbanismo que soñábamos juntos, sin eventos, sin despilfarro, sin crecimiento envenenado. Es el urbanismo de la gente, del sentido común, de la solidaridad, de la razón.
Por eso vamos a seguir, por eso. Y nada se nos olvida, no temas, querido Marcial, no temas.
Rafael Rivera