Lo que no pasa en Juego de Tronos
He visto las siete temporadas de Juego de Tronos emitidas hasta hoy. Lo he hecho de forma vaga y un poco obligado por la moda del éxito mundial. Como el que se apunta al gimnasio. O al menos como me apunto yo: sin muchas ganas. Con el método insoportable, para quien ve la serie a mi lado, de tener que preguntar en cada nuevo capítulo con quién va cada protagonista en ese momento, a qué casa o reino pertenecen, con quién están enfrentados. Nada que ver con la atención y el entusiasmo que le ponen a la serie los líderes de Podemos. Sin embargo, a pesar de mi dejadez y despiste, creo que he descubierto algo sobre Juego de Tronos que ha pasado desapercibido para los profesores universitarios creadores de la nueva política: después de cada maniobra estratégica magistral de Khaleesi, Cersei, Tyrion o John Snow sobre el mapa de poder, nunca se produce una votación para que ese movimiento sea refrendado en las urnas. Estoy casi seguro de que esto no sucede en ningún capítulo. En la política real sí que pasa, continuamente.
A unos meses de las elecciones que deberían servir para frenar a la ultraderecha, una serie de movimientos estratégicos –magistrales como todos los movimientos que hacen los politólogos que se hicieron con el espíritu post 15M– han partido a Podemos en dos. Visto con el prisma de Juego de Tronos, cada uno de los bandos defiende una postura estratégica impecable que sólo sirve para tener una postura estratégica impecable. Poco más. Visto con el prisma de la realidad, estos movimientos magistrales no sirven para ganarle a la extrema derecha, que uno, a pesar de su gran despiste, diría que es el objetivo. O, al menos, lo es para una parte de la sociedad que no entiende mucho de estrategia, pero entiende un montón de lo que es útil y lo que no. Y una izquierda dividida, todo el mundo sabe que nunca ha sido útil.
El partido que no era un partido, pero que sí lo era porque funcionaba como tal, se encuentra, cinco años después de su nacimiento, con una crisis que tocaría más a los cuarenta que a los cinco: la de identidad. ¿Qué es Podemos? ¿Es una herramienta de la gente, como repiten sus líderes actuales montados en estructuras de partido político clásico y encerrados en grupos de confianza? ¿Es un partido político basado en un funcionamiento democrático interno que hay que respetar o no, dependiendo del momento y la estrategia? La mejor definición actual de Podemos es que es una carta bajo la manga. Quién es el dueño de la manga es lo que votan los militantes. Hablemos claro. No se es herramienta ciudadana si, por mucho espíritu ciudadano con el que te levantes por las mañanas, en el día a día te rodeas de un círculo político de confianza en torno a una tesis política propia, acertada o no, porque fue la ganadora en la última asamblea del partido. No se es partido basado en la democracia interna si decides, a unos meses de las elecciones, que el funcionamiento interno que tú mismo diseñaste, no te sirve ahora para tu estrategia de este momento. Pablo e Íñigo, Íñigo y Pablo son dos jugadores que llevan razón, dos yonkis de un juego interno que no le importa a nadie que esté situado a una distancia saludable de Podemos: la distancia a la que está la persona a la que le preocupa el bien común sin saber nada de círculos, ni de consejos ciudadanos, ni de comisiones de garantías democráticas; la distancia a la que está la persona a la que le aburren los juegos de tronos dentro de Podemos; la distancia a la que está la persona a la que, lo que le interesa es ver resultados y líderes que saben que el rival no está dentro, sino enfrente. Ese simpatizante, que supone el 99% de lo que significa un experimento como Podemos, será el que tenga que sufrir, una vez más, el despiste inmenso de sus líderes de no saber que, después de la estrategia magistral digna de Khaleesi, llegan las urnas a las que la derecha no irá separada, sino bien repartida.
Ese simpatizante desmotivado siempre podrá apostar por Pacma. Mientras no consigan grandes resultados, los animalistas irán unidos. Cuando tengan opciones de poder, los pro-perro y los pro-gato tendrán su batalla interna. Y vuelta a empezar. Que viva la izquierda y sus estrategias magistrales.
Gerardo Tecé
Artículo publicado en Ctxt
febrero 8th, 2019 at 11:24 am
Las elecciones se presentan duras.