Hablando claro
Muchos prefieren no ver (la violencia de género). Prefieren creer que las mujeres inventamos y causamos los crímenes”.
Si la asesina porque “la amaba”, eso es violencia de género.
Si la tortura porque le fue infiel, eso es violencia de género.
Si le manda 500 mensajes al día para obligarla a volver con él, eso es violencia de género.
Si es capaz de asesinar a sus propios hijos, que lo son también de “ella”, eso es violencia de género.
Y si le pega para pedirle perdón después y la vuelve a agredir, y le vuelve a pedir perdón, eso es violencia de género.
Si ella no sabe si denunciarlo o no, es víctima de violencia de género.
Si lo denuncia y se arrepiente, sigue siendo víctima de su maltratador.
En materia de violencia de género, conviene llamar a las cosas por su nombre.
Muchos hablan de ella, sin ser conscientes de lo que es en realidad.
Y, sobre todo, muchos prefieren no ver. Prefieren creer que las mujeres inventamos. O que, en el fondo, somos las mujeres, con nuestra conducta, las causantes de los crímenes.
He trabajado durante 15 años como juez de violencia de género en España. Sumo más de 30 en el Poder judicial español.
La violencia de género, desde la perspectiva judicial, no es un asunto más. El juez ha de mantenerse imparcial. Ha de garantizar los derechos de las víctimas, pero también los de los imputados, aunque en su interior no pueda entender por qué existe esta lacra. ¿Por qué, en España, en apenas 15 años, las víctimas de violencia de género (ya más de 1.000) superan de largo a las víctimas del terrorismo en más de 50 años de activismo (854)?
Hay muchas preguntas que hacerse. Pero hay cosas inaceptables: que se juegue con los datos. O –la tendencia es alarmantemente creciente– que se banalice su crudeza.
Las 50,000 mujeres en el mundo asesinadas en un año por sus parejas no nos pueden dejar mudos.
Sonia Chirinos