Cuando leí, o escuché – ya no recuerdo exactamente como llegó a mi conocimiento este asunto – lo del pin, pensé que se trataba de algún tipo de objeto para justificar una causa, o algo así. Sin embargo, cuando me enteré de lo que significaba realmente, no cabía en mi de perplejidad.
Resultaría dificil de entender, si no fuera porque se trata de quien se trata, que se esté uno autoproclamando constitucionalista, y salga luego por peteneras con estas medidas decimonónicas, cuando ya la mayoría de la sociedad española comienza a tener superados ciertos prejuicios y moralidades rancias. Porque, no lo olvidemos, no se trata de la cuestión o del derecho de que los padres puedan interactuar con la educación de los hijos en el colegio, se trata de querer poner barreras a algo que ya se está superando, como es entender la diversidad sexual, ese caballo de batalla que ha sostenido siempre la derechona rancia apoyada en los incombustibles dogmas ultramontanos de la Iglesia Católica.
En estas estamos, que unos señores pueden atentar contra La Constitución, esa que defienden como el sancta sanctorum, mientras otros van a la carcel supuestamente por lo mismo. Esa es la igualdad de todos ante la ley que anda explicitada por alguna de las páginas de la Carta Magna.
En esta manía que me persigue desde que la vida me dio uso de razón, esa obsesión por cuestionarme cosas, algunas preguntas asaltan mi mente. ¿Realmente la derecha de este país no tiene otra cosa mejor a lo que dedicarse que a promulgar tan descabelladas medidas? ¿No será que las cosas pueden, o están comenzando, a ir mejor, cuando no arremeten contra la economía, su sempiterno caballo de batalla? ¿No será que esta ultra y ultra ultra derecha tiene unos líderes de papel couché que no saben cómo hacerle frente a un gobierno progresista que vaticina una mejora sustancial en la mayoría social, y una contribución más exigente de los poderosos?¿De verdad creen que las preocupaciones de los ciudadanos de este país son esas?
La justicia, al final, los sepultará como ya ha sucedido en otras ocasiones.
¡Hablan de adoctrinamiento los mayores adoctrinadores!
¡Que se pongan el pin en los cojones!
Víctor Chamizo
Artículo publicado en Rompamos los grilletes