La Conferencia Episcopal y la Renta Mínima
Las recientes declaraciones de la Conferencia Episcopal sobre el ingreso vital mínimo y las claras reticencias exhibidas por los obispos, son una muestra de la deriva reaccionaria que hace tiempo tomó la Jerarquía.
El argumento central esgrimido por el presidente de la Conferencia Episcopal Luis Argüello, sostiene que el citado ingreso debe ser, en el mejor de los casos, temporal y excepcional. A su modo de ver, si permaneciera tiempo invitaría a ampliar capas de pobreza a vivir “de forma subsidiada”, a no buscar trabajo y “ejercer sus capacidades” en el mismo. Desconocemos el fundamento científico de semejantes hipótesis, perfectamente proferidas con tanta rotundidad. Pero lo que sí se conoce perfectamente son los supuestos ideológicos en los que se basan:
El primero arraiga en los pasajes de las Sagradas Escrituras, en concreto aquel que impone al ser humano el castigo de ganarse el pan con el sudor de su frente. La tradición calvinista formuló la escena y convirtió el trabajo en un deber supremo, en el camino más seguro existente para adivinar si uno ha sido elegido para la salvación.
El segundo supuesto no tiene pérdida: su posición obedece simplemente a comulgar con el ideario neoliberal más extremo, según el cual este tipo de ayudas propuestas por el Gobierno de España fomenta la ociosidad, la vagancia y la irresponsabilidad. Estas son las premisas calvinistas relativas al trabajo sobre las que descansa el capitalismo.
En el reciente programa conducido por Jordi Évole, en Salvados, a la pregunta de si es el sistema económico que domina el mundo, el capitalismo, el que provoca la pobreza, el Papa Francisco contesta: “En general sí, en líneas generales sí. Cada vez hay menos ricos con mucha plata y cada vez hay más pobres con muy poca plata. También ésto (el capitalismo) crea guerras internacionales y nacionales, o el hambre por la explotación”.
Lo que está siendo nuevo en la Iglesia es el posicionamiento del Papa Francisco sobre la pobreza y la Iglesia; es que este Papa quiere ir un paso más allá, pues su crítica no se limita a los excesos, el capitalismo, sino al capitalismo en sí. Escribe Francisco: “El mandamiento No matarás establece un mandato de respetar la vida humana. Que dice que este “no matar” debe aplicarse a un sistema económico basado en la desigualdad y exclusión”. Añade Francisco que “tal economía mata”. Ni que decir tiene que la respuesta ha sido predeciblemente hostil, hasta el punto que la cultura mediática dominante, también en España por lo que estamos viendo, expresan su shock frente a las declaraciones de Francisco: “Marx está inspirando al Papa”. Sería un error no ser consciente de ésto en un país en que la Iglesia ha jugado, y está jugando, un papel visible en la defensa del orden económico establecido.
Lo incomprensible de estas afirmaciones es que se atrevan a manifestar que alguien con 500 euros mensuales pueda plantearse no buscar trabajo y que no levantaran la voz cuando el Estado rescató (subsidió) a los bancos tras la crisis del 2008. Se habla de un ingreso mínimo, nunca mejor dicho. Nada que ver con una renta básica universal e incondicional, cuya dotación sea suficiente para conferir dignidad y autonomía a cualquier persona por el simple hecho de serlo.
Las manifestaciones de los obispos sugieren como mejor solución los compromisos personales hacia los necesitados, pero lo que se debe priorizar es la justicia hacia los necesitados, y esta justicia marca un nivel de mínimos.
La perspectiva evangélica de la caridad y la compasión, que puede ser de máximos, no debería estar en oposición a estas medidas de mínimos. Estos días se han visto testimonios heróicos de personas creyentes y no creyentes, expresión de la verdadera caridad en máximo, que dan muestra de una entrega a la altura de las necesidades de esta tragedia: ayudas personales, económicas, ofecimiento de estancias y residencias etc. En esta escalada de compromiso y de desprendimiento heróicos, algunas voces lamentan el silencio de un compromiso claro de la Iglesia a la altura de lo que se podría esperar, más allá de sus manifestaciones y reivindicaciones explícitas sobre su presencia en el culto, expresadas en el mismo manifiesto.
Paco Gramage
abril 23rd, 2020 at 6:56 pm
Fan falta moltes veus com aquesta per a què els que creguem en el missatge evangelic no s’avergonyim d’una església com la que temin.
Gràcies al papa Frncesc qué malgrat viure entre llops,és valent.Déu el guarde molt anys perque si mor,qué ens vindrà? .