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Después

Se ha convertido en un lugar común decir que , tras solucionarse  el   nefasto problema que nos aqueja, todo será distinto. En general  no se aclara en que consistirá esa nueva situación, pero todo hace pensar que se cree será mejor.

La situación se caracteriza por un obligado replegarse , renunciar a cosas habituales , para proteger la esencialidad de la salud y la vida . Se caracteriza también por haber puesto en evidencia el desbordamiento del  sistema sanitario, sometido en los últimos años a  reducciones de personal , de camas , de presupuestos, hasta lo inconcebible, que lo han puesto en la tesitura de  aplicarse por encima de lo humanamente razonable, para hacer frente, lo que se pueda, al drama vital  producido. Hay  aplausos a los sanitarios, por parte de muchos que no han dudado en introducir en las urnas papeletas en favor de  políticas cercenadoras de ese gasto. Y es que en el combate manipulador en que se convierte, a veces , el discurso político, la gente asume mensajes como “somos un gran país”  o “tenemos uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo” .No se piensa que ser un gran país de verdad supondría que una gran  parte de la ciudadanía no viviera sumido en  la angustia  de ver cómo llega a fin de mes; que  no hubiera  una  enorme cantidad de personas que ven difícil pagarse la energía que todo ser humano necesita en el siglo XXI;que  no hubiera tantos niños sin la nutrición  suficiente; que no hubiera tantísimas personas  con contratos precarizados , en cuanto a  remuneración y  tiempo de duración.

“ Uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo”.Puede ser – lo es -, en cuanto  al nivel formativo del personal y a la red de hospìtales y centros de salud, pero no  por la mermada cantidad de medios, humanos y materiales, que obligan  a  esperar meses y meses, hasta que , eso si, excelentes cirujanos, puedan  solucionar  la dolencia de la persona afectada . Y que en circunstancias tremendas, como esta feroz pandemia, se vea superado   y  exija la extenuación de los profesionales  dedicados a cuidar la salud de todos ¿Por qué gran parte de la población interioriza  esos eslóganes tramposos?

Este renunciar a la forma  de vida habitual y sus patrones de consumo, este encontrarse con la realidad de la enfermedad y la muerte, sobre todos los afectados, pero también los  que se ven – nos vemos-  envueltos en  las cifras de enfermos  y fallecidos , se piensa  que debe llevar, cuando todo pase, a una concepción de la vida más solidaria, más  conectada con la esencia, con el sabor de la existencia en sí misma.

En cuanto a  la actividad económica, la enorme reducción que sufre, en torno al 10 por cierto del  PIB, con una enorme repercusión en el empleo, queda  indefinido  si podrá o no recuperar los niveles anteriores , aunque sea paulatinamente  y dando un giro al contenido de la misma, en favor de los sectores  relacionados con, entre otros, la tecnología y las energías renovables.  Es  indudable  que durante un largo tiempo, el nivel de paro llegará a   ser de un calibre  extraordinario que tendrá que dar lugar a grandes transferencias  para  mantener la renta disponible de  buena parte de la población a niveles humanos  que instrumenten   una  demanda de  productos y servicios adecuada.

La previsión de que la vivencia de la  importancia de las relaciones , del disfrute de la naturaleza , de los paseos, de la calle en todos los sentidos , como valor prioritario que mueve a no perseguir angustiosamente consumos inmoderados , dará lugar a  otra mentalidad social, resulta  dudosa. Se puede pensar que, pasado cierto tiempo ,la evolución del problema, que ya se está viendo,  y, sobre todo, la aparición de una vacuna, llevará a la forma, estabilizada, de vida anterior a la pandemia y a la recuperación ,por tanto, de la mentalidad  de  insuficiencia para el disfrute de la vida de lo primario, que tanto parecía anhelarse  durante la incidencia de tan horrible crisis sanitaria.

El cambio a una forma de vida sencilla y no consumista; de consumo, pero  no de fiebre por los objetos , solo puede realizarse en el contexto de una sociedad muy distinta , con una forma y un volumen de empleo y unas fuentes de obtención de renta que no impliquen la producción masiva , continuada y actualizada de bienes y servicios , lo cual -estaremos todos de acuerdo-   en todo caso sería una evolución a  largo plazo de la  sociedad , suponiendo que esta  la asumiera  como  propósito  a conseguir . No cabe , por  tanto, esperar, a corto plazo, ese cambio sustancial que, sin fundamento alguno, se augura. Todo lo más, se puede  esperar que haya individuos que , como opción personal, cobren más apego que antes al disfrute primario de la  vida .

En cuanto a la salida de la depresión económica , la  vuelta al nivel de producción  anterior  será lenta y no  únicamente porque solo se permita que las personas  vayan incorporándose  poco a poco  a la producción , sino porque  situar la utilización de la capacidad productiva, sobre todo de la empresa industrial, pero también en los servicios , muy dependientes de la renta disponible y sometidos  a fuerte competencia internacional, a un nivel aceptable para su rentabilidad, no es algo que  se pueda hacer en breve plazo, sobre todo teniendo en cuenta el gran descenso de la renta disponible que se va a producir, dados los niveles de desempleo que se prevén y pese al esfuerzo público por subsidiar a quiénes se encuentren en peor situación, sea de paro  u otras causas.

Esta superación de la recesión económica si que requiere un cambio de paradigma. La crisis va a generar , debe generar, un abandono  de las políticas   neoliberales , de combate contra la intervención del Estado, contra el gasto  público , de preconizar bajadas, o no subidas, de impuestos a las rentas altas y rentas del capital, dejando que la presión fiscal recaiga sobre las clases medias y bajas. Ese enfoque obsesivo en el déficit público y en su reducción mediante recortes en  los servicios que configuran  una sociedad en las que los ciudadanos ven atendidas sus necesidades, deberá cambiar en favor de un cierto keinesianismo. Un excesivo déficit  tendrá que  ser evitado, pero mediante el incremento del ingreso público, a través de una reforma fiscal que haga tributar las rentas altas de una manera más justa ,  más lógica, incluso, que combata eficazmente el fraude  y restañe las fisuras legales por las que se deslizan ingresos que deberían entrar en el sector público ¿Qué sentido tienen figuras como las Sicav en una sociedad que funcione de una manera racional y humana?

No hay  que temer al déficit público, siempre que no se desorbite, porque el gasto público, gasto en inversión , en transferencias , en  sanidad, educación, I+D, en el mantenimiento vital de los menos favorecidos, etc, incide sobre la actividad económica, revitalizándola, y genera un efecto impulsor sobre la inversión privada y sobre la renta  personal, de tal modo que, a medio plazo -un plazo cíclico- , incrementa la recaudación impositiva,contribuyendo  a mantener el déficit  a un nivel no lesivo, si se  contempla un periodo suficiente. Esas afirmaciones, que se hacen cotidianamente, de que el Estado es como una familia , que no debe gastar más de lo que ingresa, son absurdas ; el Estado debe inyectar en la economía más de lo que absorbe , sabiendo que el impulso sobre la inversión privada y el consumo privado, revertirá  en el ingreso público . No hay más que pensar lo que supondría construir, por ejemplo, un ferrocarril rápido a  Extremadura, a Cantabria, etc . La construcción de infraestructuras , como ejemplo , entre otros, de inversión pública, incrementa la  demanda de los productos que necesita a niveles  extraordinarios y, por tanto, promueve sueldos, rentas ,etc que instrumentan la demanda de bienes de consumo, lo que,a su vez,  aumenta su producción y el empleo que  depende de él: un verdadero  efecto multiplicador.

El abandono  del dogmatismo  neoliberal ya se está viendo en la predisposición de la Unión Europea , no sin tensiones , a conceder fondos para la reactivación de las economías , levantando la mano en el asunto del déficit y propugnando mayor atención al estado de bienestar para los ciudadanos. En eso el gobierno español está  realizando una labor – nada fácil-, muy positiva . Algo habrá que hacer, también, para que Europa deje de depender de China o ningún otro país, respecto al abastecimiento de material sanitario, dependencia producto del traslado allí y otros paises, de  la industria de confección textil , a  la búsqueda de salarios todavía más bajos que los nacionales. Esperemos que no haya fuerzas , políticas y económicas, que obstaculicen la venida de los nuevos vientos .

Andrés Pinar Godoy

 

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