«O incluimos la Memoria en el currículum educativo o estaremos formando un alumnado fácilmente manipulable»
El profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León Enrique Javier Díez publica la obra ‘La asignatura pendiente’, un libro que analiza cómo se está impartiendo en los libros de texto la historia de la II República, la Guerra Civil y la dictadura. Denuncia que los conocimientos impartidos trasladan un relato equidistante, con tabúes como el papel de la mujer en la lucha antifranquista y propone una unidad didáctica para enseñar memoria histórica democrática.
La anécdota la cuenta el profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León Enrique Javier Díez Gutiérrez pero ha sido repetida por otros maestros o incluso por la propia directora del documental El silencio de otros, Almudena Carracedo, flamante ganadora de dos Emmy en Estados Unidos y de un Goya en la última edición de los premios del cine español. Cuando los alumnos visionan el documental sobre las víctimas del franquismo y su larga lucha en busca de Justicia tienen una reacción prácticamente idéntica: «Nadie nos ha contado nada de esto»; «Me han robado la historia»; o «Ahora entiendo por fin quién era mi abuelo».
La similitud de las diversas reacciones en diferentes territorios del Estado muestra que hay un síntoma común en el sistema educativo: la desmemoria histórica. Libros y libros de Historia que mantienen el relato equidistante en la Guerra Civil, que apenas narran la feroz represión franquista, que igualan el gobierno legítimo de la II República con los golpistas del 18 de julio o que blanquean o incluso justifican el férreo apoyo de la Iglesia católica a la dictadura del general Franco. Por otro lado, también se encuentra otra pata del problema: profesores que prefieren pasar de puntillas por este temario para no levantar quejas o críticas entre los padres. ¿La consecuencia? Jóvenes que salen del período de educación obligatoria desconociendo el pasado más reciente de su propio país y la lucha por unos derechos que ahora disfrutan.
Así lo explica Enrique Javier Díez en La asignatura pendiente. La memoria histórica democrática en los libros de texto (Plaza y Valdés), un análisis pormenorizado de cómo cuentan los libros de textos que llegan a los colegios e institutos la etapa de la II República, la Guerra Civil o la dictadura franquista y su sistema represivo. No obstante, el libro no se queda en el análisis ni tampoco en la crítica constructiva. El autor da un paso más allá y propone una guía didáctica, disponible en la web y disponible de manera gratuita para los profesores interesados, para que la memoria histórica democrática llegue por fin a los colegios e institutos. El profesor de la Universidad de León cuenta a Público, de hecho, que esta misma semana se reunió con el Secretario de Estado para la Memoria Democrática Fernando Martínez para estudiar cómo poner fin a esta «desmemoria» que Díez califica como «tragedia».
«Que un alumno o una alumna que haya acabado el período de educación obligatoria salga sin conocer lo que supuso la represión franquista para varias generaciones, entre las cuales estuvieron sus padres, madres, abuelos y abuelas, o la historia de tantos jóvenes como ellos, que lucharon contra la dictadura y perdieron su vida por defender sus ideales, no deja de ser una tragedia en pleno siglo XXI. Si además han hecho bachillerato y no saben que una generación de nietos y nietas está luchando por recuperar la memoria y la dignidad de todas esas generaciones de represaliados y represaliadas, de guerrilleras y guerrilleros antifranquistas, reclamando verdad, justicia, reparación y no repetición, es que algo estamos haciendo mal en el sistema educativo«, escribe Díez.
Para tratar de corregir esta desmemoria histórica de la batalla por las libertades en nuestra historia reciente, el Gobierno recoge en el artículo 45 del Anteproyecto de Ley de Memoria Democrática que el «sistema educativo español incluirá entre sus fines el conocimiento de la historia y de la memoria democrática española y la lucha por los valores y libertades democráticas» y que, a tal efecto, «se procederá a la actualización de los contenidos curriculares para Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato. No obstante, el profesor de Educación advierte, en conversación telefónica con Público, que la aprobación del Anteproyecto de Ley es «positivo», pero no «suficiente» ya que siempre hay que mantenerse vigilante para que el mandato de la Ley se traslade a los libros de texto. «Ya hay varias leyes de memoria a nivel autonómico que señalan este camino y que después no se trasladan a los libros de texto», explica.
Ejemplos de realidades distorsionadas
¿Pero qué se está haciendo mal en nuestros libros de texto? La lista de agravios es larga, pero se pueden poner algunos ejemplos. Así lo escribe el profesor Díez: «El desarrollo sobre la Segunda República en los libros de texto suele concluir de forma generalizada con los acontecimientos de la primavera de 1936, presentada habitualmente como antesala de la Guerra Civil, lo cual tiende a generar en los manuales de textos una visión de relación directa entre el período de la República y la Guerra Civil como fin inexorable de la misma. (…) Lo lógico sería que la unidad o el bloque de contenidos fuera Guerra Civil y dictadura, puesta sí que fue consecuencia de la Guerra Civil».
Asimismo, el profesor relata que varios libros de texto para 2º de bachillerato, como el de la editorial Anaya, definen a la dictadura como un sistema autoritario y no totalitario. «No es un tema menor. Utilizar el término autoritario en vez de totalitario es el empeño del revisionismo franquista. Para este revisionismo, totalitario sería el comunismo soviético, mientras que el régimen franquista sería autoritario ‘se limitaban a mantener, por medios autoritarios, un orden establecido, para convertirse en sistemas democráticos en períodos posteriores’, según la teoría de J. Linz».
«Solo una minoría de los libros de la ESO explican que la represión franquista fue sistemática»
No son los únicos casos. El profesor también destaca que no abundan las referencias a la exhumación de fosas comunes o la reparación de las víctimas de la dictadura, así como tampoco hay apenas referencias a los procesos de amnistía de represores y represaliados durante la Transición.
«Sólo una minoría de los libros en la ESO (el 37,5%) y el 50% de los de bachillerato explican que la represión franquista fue sistemática, orquestada legalmente y con carácter retroactivo; algo que es fundamental para que el alumnado pueda lograr comprender el alcance y la magnitud de dicha represión, de la msma manera que lo hace con la ejercida durante el Tercer Reich en la Alemania nazi». No obstante hay mucha diferencia entre algunas editoriales. Por ejemplo, Díez señala, citando diferentes estudios, que la editorial Edelvives explica la dictadura franquista como una «historia sin tensiones» o que la editorial SM habla de la represión pero «con una versión en cierta medida matizada ya que alude a que ‘estaba permitida e incluso estimulada desde las esferas de poder'». «Esta frase ignora deliberadamente que esa represión no solo fue permitida o estimulada, sino que solo pudo ser posible en una estructura y organización ofensiva altamente militarizada como la que se cimentó para dar el golpe de Estado y se mantuvo posteriormente», expresa.
El autor de la obra también señala como «sorprendente» que, salvo contadas excepciones, se hacen más referencias en los libros de textos a los campos de concentración que hubo en Alemania o en Francia que a los que se extendieron por toda la geografía nacional o a los batallones de esclavos de la dictadura. Así, también explica que son pocos los libros que prolongan la duración de la represión franquista hasta el final del régimen, «como así fue».
El problema de la equidistancia
En conclusión, Díez Gutiérrez señala a Público que el principal problema en los libros de texto es el de la «equidistancia» o el presentar al Gobierno legítimo y democrático de la II República como un «bando» otorgándole la misma legitimidad que los «golpistas». «No son comparables y un gobierno democrático jamás puede ser un bando. Todavía persiste la versión de la guerra fraticida. Eso es tanto como decir que uno no es ni machista ni feminista. La equiparación del gobierno republicano con los militares golpistas es terrible y es una forma de minimizar las consecuencias que tuvo el golpe de Estado, la Guerra Civil y la dictadura», prosigue.
El profesor de la Universidad de León ilustra con una anécdota otro de los principales problemas que se encuentran los profesores en los institutos a la hora de enseñar Memoria Histórica Democrática. «Un profesor de filosofía de instituto nos contó que en una clase de 2º de bachillerato dijo que la Biblia y los libros de Harry Potter eran creaciones artísticas y culturales que no respondían a la realidad. La consecuencia fue que al día siguiente tenía dos denuncias de alumnos y los responsables de su centro le llamaron al día siguiente para que pidiera perdón al alumnado. Concretamente, la jefa de estudios de ese instituto le dijo al profesor que ella, que era profesora de Historia, trataba de pasar de puntillas por el temario del siglo XX español porque en el instituto «había familias de los dos bandos y había que respetarlos a todos». «Esto es lo mismo que comparar a las víctimas con los represores y es una barbaridad», explica Díez Gutiérrez.
Los silencios y tabús
Pero si la represión u otros temas delicados aparecen de refilón o mal enfocados, Díez Gutiérrez señala que hay silencios que son aún peores que la propia tergiversación de la Historia. Concretamente, el profesor de Educación señala siete temas que aparecen como «tabú». El primero de ellos es el papel de las mujeres en la lucha por los derechos y libertades, en la represión que sufrió por parte de la dictadura, así como su relevante rol en la lucha antifranquista. «Es imprescindible que en el futuro se incorpore a los libros de texto las numerosas investigaciones y publicaciones sobre la resistencia antifranquista surgidas en las dos últimas décadas. Especialmente las referidas al papel de las guerrilleras antifranquistas, mujeres que sufrieron y sufren no solo el silencio de la represión sino también el olvido por gran parte de la historiografía oficial. (…) No solamente el franquismo y el silencio posterior se negaba a reconocerlas como protagonistas de la historia, sino que también, en demasiadas ocasiones, la reconstrucción de la memoria histórica democrática las ha olvidado«, escribe.
La lista continúa con el olvido sistemático de un pilar fundamental de la represión franquista: la incautación de bienes y dinero republicano, que «fue el origen de las grandes fortunas y que incluso algunas de ellas hoy día están en el Ibex, tal y como mostró la obra de Antonio Maestre Franquismo S.A.«.
El académico también señala que muchas veces apenas aparecen unas líneas sobre «el papel de la iglesia dentro del aparato represor»
Asimismo, el académico también señala que muchas veces apenas aparecen unas líneas sobre «el papel de la iglesia dentro del aparato represor». «Casi todos ponen en un pequeño recuadro que la Iglesia tuvo cierta connivencia con la dictadura, pero olvidan mencionar que Franco iba bajo palio, por ejemplo, y que la colaboración extensa y fundamental para los golpistas. Asimismo, aparece también muchas veces esta colaboración como si la Iglesia no hubiese tenido más remedio o se hubiese visto obligada a ello por la actitud de los republicanos. Es decir, tratan de minimizar su importancia», prosigue el autor.
El cuarto y quinto olvido serían el de «los responsables y partícipes directos en la represión» y «la implicación de parte de la sociedad civil vencedora en la represión». El profesor también denuncia el tabú en los libros de texto sobre la ausencia de «reconocimiento, resarcimiento y reparación a las víctimas de la dictadura» y, por último, el «reconocimiento, resarcimiento y reparación de quienes, desde la lucha antifranquista, siguieron defendiendo el orden legítimo de la II República».
Una propuesta alternativa en tres ejes
El análisis del profesor de la Universidad de León va acompañado de una propuesta alternativa, disponible de manera gratuita para docentes, para paliar las deficiencias de los actuales libros de texto en memoria histórica democrática. La unidad didáctica elaborador por Díez y Javier Rodríguez González, también profesor en la Universidad de León, busca «fomentar una visión completa de esta época de la historia de España que respete y valore la vida y la lucha de quienes han sido relegados históricamente en las crónicas contemporáneas generando actitudes de solidaridad y respeto por los valores democráticos instaurados y defendidos por los republicanos y republicanas (…) Así como desde el conocimiento de la realidad y los principios democráticos que defendieron sus antecesores, alumbrar un espíritu que les permita participar de forma solidaria en el desarrollo y mejora de su entorno social, involucrándose en la construcción de una sociedad más justa y mejor».
El profesor explica que esta Unidad Didáctica está dividida en tres ejes: «La primera está centrada en la causa republicana, la segunda en la represión franquista y la última en la resistencia franquista«. «En estas tres unidades planteamos un aprendizaje que no está solo basado en contenidos, aunque están pensados y construidos como un libro de texto. Pero sobre todo son actividades que ayudan al profesorado. Proponemos diferentes análisis de textos y fuentes originales y otras actividades que suponer ir más allá y que permiten que el alumnado trabaje con su entorno como realizar entrevistas audiovisuales con personas mayores de su entorno o que revisen el origen de determinadas calles de su localidad para que conozcan cómo, todavía, hay calles que enaltecen a los que fueron partícipe de la dictadura», subraya Enrique Javier Díez. ¿Cuál sería el objetivo final? El profesor contesta rápido: «Una educación que no incluye la memoria histórica democrática permite que el alumnado salga de las aulas siendo más fácilmente manipulable».
Alejandro Torrús
Artículo publicado en Público