Los indultos no son una cesión, tampoco una cuestión que nos deba poner a la defensiva, son el gesto necesario de un proyecto de España para el conjunto de sus pueblos
Como valenciana, no deja de provocar cierta risa irónica el hecho de que el Partido Popular haya elegido para su campaña contra los indultos el lema: «Por la Constitución, por la Justicia y por España». Ellos, los protagonistas del caso Gürtel, del caso Trajes, del caso Fórmula 1, y así, hasta 17 tramas de corrupción, que acabaron manchando el nombre del País Valencià hasta que llegó el Govern del Botànic. Ellos, que pasaron años huyendo de la justicia y denunciando una conspiración de los jueces, cuyo líder, Pablo Casado, accedió al actual cargo de presidente del partido gracias a los votos de la recién imputada María Dolores de Cospedal.
Está claro que justicia y Partido Popular son como el agua y el aceite, se repelen. Pero en la cuestión de los indultos, queda claro, además, que el partido que durante 20 años saqueó nuestra tierra tampoco tiene ningún proyecto para España. Porque sí, los indultos no son una cesión a nadie, tampoco una cuestión que nos deba poner a la defensiva, son el gesto necesario de un proyecto de España para el conjunto de sus pueblos. Un gesto ante gente como Jordi Cuixart o Jordi Sánchez que están en prisión por ejercer sus derechos políticos, tal y como reconoce Amnistía Internacional. Un gesto para dejar de pasar vergüenza en Europa cada vez que tenemos que explicar que la sentencia no solamente es injusta, sino que se basa en un tipo penal que no tiene comparación en ningún país europeo.
En este sentido, a menudo se suele mirar el conflicto catalán como una cuestión meramente relacionada con el procés y la relación bilateral entre el Gobierno del Estado y la Generalitat de Catalunya. Pero lo cierto es que en la base de este conflicto está la ruptura del pacto territorial del 78 que hoy hace que tengamos el Congreso de los Diputados con más representación de partidos regionalistas y soberanistas de nuestra historia. Una ruptura del pacto territorial que explica porqué llevamos desde 2014 con un modelo de financiación caducado o por qué la España vaciada ha tenido que organizarse en plataformas propias para que su voz sea escuchada por los grandes partidos.
Hace unos días tuve la oportunidad de estar en la televisión pública valenciana y quise poner el valor la posición del Gobierno del Botànic como la otra cara de la moneda al modelo centralista y depredador del Madrid de Ayuso. Un modelo basado en la cooperación que hoy representa la punta de lanza para un nuevo federalismo republicano. Porque mientras algunos han decidido hacer política desde la confrontación cortoplacista entre territorios, el conjunto de partidos que forman la Generalitat Valenciana ha dado apoyo a los indultos sin que eso suponga renunciar a ninguna de las demandas que legítimamente reclama el país.
Este es, a mi parecer, el espíritu que debe imperar en esta nueva etapa que abrimos después de la larga crisis de la covid-19 y que explica por qué los indultos son una de las políticas de Estado más importantes de los últimos años. Porque después de años señalando a los que rompieron el contrato social, ha llegado la hora de fundar uno nuevo. Y ese nuevo pacto territorial necesita de Catalunya, necesita del País Valenciano y necesita de todos los territorios que durante décadas han estado viviendo las consecuencias de una determinada manera de entender España que ha acabado por emanciparse de la mayoría de los españoles.