¡Demuestren que están con las mujeres afganas!
La situación de las mujeres afganas y los talibanes no responde exactamente a la frase de nuestra maestra Simone de Beauvoir: No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida. Ya que realmente se trata, no solo, pero, sobre todo, de una guerra directa contra las afganas, pero, también, contra todas las mujeres, nos quieren subordinar a través de la violencia. Como dice Cristina Fallarás, la siniestra ideología talibán está construida contra las mujeres.
La Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA), ha publicado las retrógradas prohibiciones para las mujeres en Afganistán bajo el régimen talibán; Elsa Alcalá las ha resumido en 29 puntos. Como ya sabíamos, con estas prohibiciones las mujeres no van a ser personas, ni ciudadanas de segunda ni de tercera, sencillamente no van a ser, se las borra. Solo tendrán un papel de criadas, a eso nunca renuncian los patriarcados, y esclavas sexuales, con la consiguiente tarea de reproducción de la especie ya no tan humana. Los misóginos y sádicos del mundo podrán ser importantes en esta barbarie de cruzada y como premio, tendrán a mujeres o niñas esclavas a las que martirizar.
Cuando el día 9 de agosto, en plenas vacaciones, leí “prefiero que mis hijas mueran antes de caer en manos de los talibanes”, en un reportaje en el que un grupo de mujeres escriben desde Herat, una ciudad muy antigua y famosa por la belleza de sus monumentos y sus parques, pero que para ellas será una cárcel, porque los talibanes controlan toda la provincia, han cerrado la frontera y no pueden escapar ni por tierra ni por aire, Afganistán no tiene mar, sentí una tremenda preocupación.
El 13 de agosto leí: Soy mujer y periodista en Afganistán: ahora tengo que esconderme porque sé que los talibán viene a por mí, relato de una periodista de 22 años que ahora no puede usar ni su propio nombre, ha tenido que huir de su casa después de que su provincia cayera en manos talibán y cuenta como lo está pasando ella y las demás mujeres y niñas afganas, y a sabiendas de que lo peor está por llegar, pide que recemos por ella, me invadió una absoluta tristeza y seguí pensando en qué es lo que podemos hacer, nosotras, las feministas.
Y se empezó a hacer. Soledad Gallego-Díaz escribió un artículo pidiendo que no lo permitiéramos. El Fórum de Política Feminista preparo una carta al presidente del gobierno español, el ministro de exteriores y la ministra de igualdad exigiendo: que se persigan estos crímenes, que se faciliten las medidas de asilo y refugio a las mujeres afganas y que se establezcan medidas de boicot a los responsables talibanes. También periodistas como Gabriela Cañas, Rosa Montero, Soledad Gallego-Díaz y Maruja Torres, prepararon un escrito de recogida de firmas, al igual que el anterior, solicitando abrir las puertas a Afganistán y a las afganas, prácticamente todos los nombres que se han hecho públicos que firmamos estas peticiones son de mujeres, quiero pensar que no es así, porque si lo fuera ¿qué piensan o van a hacer los hombres?
En algunas ciudades como Barcelona, las feministas ya se han movilizado y han convocado concentraciones, una el martes 17, en la sede de la ONU con el lema: Un grito a la comunidad internacional para exigir la protección de los derechos de las mujeres afganas y otra el 18 en la plaza de Sant Jaume con el lema: Afganistán: por una vida digna y en libertad. La Coordinadora Feminista de València también ha elaborado y está difundiendo en las redes sociales un comunicado, solicitando a la comunidad internacional que no reconozca al gobierno talibán y facilite el derecho al asilo a las mujeres afganas.
El Centre d´Analisis y Programes Sanitaris y la Red de Mujeres profesionales de la salud (CAPS-Redcaps), también han elaborado y pasado a la firma otro documento para dar soporte a 12 propuestas de las mujeres de Afganistán y solicitando al grupo de Naciones Unidas, grupo Europeo de Derechos, ministro de asuntos exteriores de la UE, presidente del gobierno, ministro de asuntos exteriores y ministra de igualdad del Estado español que presionen para poner fin a esta guerra, a todas las guerras y ayudar al respeto de la constitución afgana y los derechos humanos de su pueblo, en especial de las mujeres e infancia, las más perjudicadas.
Siguieron llegando las noticias del avance y toma de poder de los talibanes, y, a sabiendas, de lo que venía, nadie hizo nada, quizá porque las más perjudicadas van a ser las mujeres, como siempre y en todo momento y en todo lugar, el sufrimiento y la vida de las mujeres y niñas no vale nada. Sentí el terror más absoluto, para llorar sin parar, así estoy todos estos días, llorando o a punto de llorar, no puedo quitarme a las mujeres y niñas afganas de la cabeza, incluso duermo con ellas.
Así, primero sentí mucha preocupación, después gran tristeza, y ahora un terrible dolor. La preocupación, tristeza y dolor me invade. Por supuesto, nada comparable con lo que deben estar sintiendo y sufriendo ellas, las mujeres y niñas en Afganistán.
Todo ello me aboca a la decepción más total y absoluta en el ser humano. Por favor, demuéstrenme que no tengo motivo para dejar de creer en los seres humanos. Por favor, demuéstreme que las mujeres somos importantes, que nos valoran y quieren. Hace ya algunos años, una de mis cuñadas, hablando de los fundamentalistas islámicos, me dijo: hay que ver lo que les hacen a sus mujeres, parece que no las quieren; no las quieren le contesté yo, como los machistas y maltratadores españoles que solos o acompañados violan, agreden y asesinan a las mujeres, tampoco las quieren, no hace falta irse muy lejos, aquí también cuecen habas.
Señores y señoras president@s de gobiernos y señoras y señores president@s de comunidades autónomas, de diputaciones, alcaldesas y alcaldes, polític@s, sindicalistas, profesorado, científic@s y personas en general, por favor demuestren que quieren a las mujeres y no permitan que obliguen a las afganas a vivir bajo un burka, que no se puedan formar, que no puedan tener un trabajo remunerado, que las violen, maltraten y asesinen. Tampoco a las demás mujeres del norte, del sur, del este y del oeste, somos personas y tenemos derecho, nuestros derechos también son derechos humanos. Pero en estos momentos, sobre todo, no dejemos a las mujeres afganas en esa guerra solas, no nos lo podremos perdonar. Nos necesitan, por favor actuemos…
Lo que está pasando en Afganistán es una guerra contra las mujeres, a pesar de que las mujeres solo pedimos igualdad y justicia, ni siquiera venganza por los siglos de violencia y subordinación. El mundo no puede callar ni mirar hacía otra parte. No hace mucho, en una charla sobre salud y mujeres, una de las asistentes me preguntó, como convencemos a los hombres (concretamente a su marido) de que el feminismo y la igualdad son buenas para todas las personas, también para los hombres, le dije: tienen madres, hermanas, hijas, pues, pregúntale qué es lo que quiere para ellas. Que quieren los hombres para sus madres, hermanas, esposas, primas, tías, amigas, nietas, compañeras… qué quieren…
Qué es lo que quieren los hombres buenos para las mujeres, que se manifiesten, que se definan, que lo demuestren. Por favor, demuéstrenlo, las mujeres lo necesitamos, las mujeres afganas lo necesitan y, además, con mucha urgencia, antes de que las encierren sin derechos y borren para siempre…
Sabemos muy bien lo que les va a pasar a las mujeres en Afganistán y a todas, porque lo que les pasa a unas nos duele a todas, los hombres no podéis imaginar cómo y cuánto. El feminismo es internacionalista, el dolor ante esta situación es global, a mí y a muchas mujeres a miles de kilómetros de Afganistán los talibanes también nos están amargado la vida, yo no puedo dejar de pensar en las mujeres afganas y en lo que están sufriendo.
Las mujeres tenemos que gritar fuerte, las mujeres afganas tienen que saber que no las vamos a olvidar, que vamos a luchar por/con ellas. Como bien dijo Simone de Beauvoir: El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente. Y siguiendo a Soledad Gallego, tenemos que reclamar (sin tregua y sin matices, sin aceptar ninguna excusa política, económica ni de ningún otro tipo) asilo y refugio para todas las mujeres afganas que puedan/quieran huir de la barbarie y apoyar con todas nuestras posibilidades y fuerzas a las organizaciones y organismos que puedan ayudarlas allí donde estén.
Exigimos a todas nuestras políticas y políticos español@s y europe@s que estén a la altura de la dramática situación y que no nos defrauden, ahora les va la dignidad y la vida a las afganas, puede que más pronto que tarde a todas las mujeres.
Gabriela Moriana
Publicado en Levante emv