10 Años sin ETA
No hay mejor aniversario que los españoles podamos celebrar que el fin de ETA. Deberíamos estar todos unidos bajo la consigna del triunfo de la democracia española, porque desde hace 10 años se vive en paz.
Y vivir en paz supone no mirar bajo del coche, no tener miedo a salir de casa, no sentirse amenazado permanentemente, no jugarse la vida por ser policía o guardia civil, no dejar de hablar con tus amigos o familia por pensar diferente. Vivir en paz significa no sufrir un atentado sin razón que trunque tu vida y la de tu familia. Eso es lo que muchos han sentido y sufrido en primera persona.
Sin embargo, escucho a algunos líderes políticos de la derecha que recurren, una vez más, a la mezquindad para intentar “resucitar” un fantasma que la democracia ha conseguido enterrar.
No fue labor exclusiva de Zapatero y Rubalcaba, pero no está de más reconocer que mucho hicieron para conseguir la disolución de ETA hace 10 años. ¿Tan difícil es reconocer sencillamente que ambos hicieron un buen trabajo? Como otros que los precedieron. Por eso mismo, esta fecha debería suponer un reconocimiento mutuo de todos los demócratas, sin fisuras ni divisiones, sin crispaciones.
¿Qué gana actualmente el PP desempolvando la bronca política en torno a ETA? ¿Para qué sirve? Al País Vasco no le aporta nada, pero a España no le ayuda. Quizás el PP piense que todavía puede obtener beneficios electorales. No recuerdo intervención más dañina y vergonzosa que la de Rajoy contra Zapatero cuando le acusó, entre otras barbaridades, de “traicionar a los muertos”. Jamás el PP ha apoyado la política antiterrorista cuando gobernaban los socialistas; al contrario, convertían el problema ETA en un arma arrojadiza.
Sin embargo, nunca el PSOE hizo lo propio estando en la oposición. El talante fue claramente diferente. Y me entristece recordar estas diferencias porque solo supone abrir un foso de nuevo, pero es que no dejan de sangrarme los oídos ante las intervenciones de Pablo Casado.
Leía a Luis R. Aizpeolea que decía: “Diez años después del fin del terrorismo de ETA, Euskadi vive una normalidad en la calle y en la política muy superior a las de Irlanda del Norte y Colombia, que, casi al mismo tiempo, abordaron procesos similares. Los atentados y amenazas han desaparecido, el rechazo a la violencia es abrumador, existe un amplio reconocimiento a las víctimas, el clima político se ha distendido y los debates identitarios han sido eclipsados por los problemas ciudadanos”.
¿Acaso no era eso lo que los demócratas queríamos conseguir? ¿Acaso no es eso de lo que hemos de felicitarnos, de alegrarnos conjuntamente?
“O votos o bombas” decía Alfredo Pérez Rubalcaba. Porque efectivamente eso era lo que se les decía a los etarras: dejad de matar, sed demócratas, asumid las reglas del juego democráticas. Costó mucho, pero hoy es una realidad. Por eso, me parece vergonzoso que se quiera poner palos en las ruedas al proceso democrático más importante que ha tenido nunca España: acabar con el terrorismo mediante la razón y los votos, como decía Alfredo.
Dice Otegui que el dolor a las víctimas de ETA “no tenía que haberse producido”. ETA no tenía que haber existido. Perdió su razón de ser bajo el imperio de la violencia y con la llegada del sistema democrático. Nunca ha tenido justificación el dolor que ha causado. Pero existió, y eso significa que no debemos olvidar. La memoria es significativa para no repetir errores y para no banalizar los acontecimientos. Pero eso no significa reabrir el odio a cada palabra o utilizar el dolor de las víctimas.
Mi opinión favorable sobre el presidente J.L Rodríguez Zapatero aumenta con el tiempo. Se ha convertido en un político esencial para discernir, reflexionar, escuchar, dialogar y opinar con la prudencia y el saber estar de quien ha tenido la gran responsabilidad de gobierno pero que muestra una empatía social e intelectual propia de la serenidad y la sabiduría.
Y mi opinión sobre el compañero Eduardo Madina es de total admiración por su gran capacidad reflexiva.
Por ello, permitan que les invite a leer la entrevista diálogo que ambos mantienen en ocasión de estos 10 años de paz. La primera década de toda una historia futura sin ETA.
Ana Noguera