El mayor peligro contra la violencia de género es el negacionismo
En 1945, la Carta de las Naciones Unidas se convirtió en el primer acuerdo internacional que establece el principio de igualdad entre mujeres y hombres. El primer Día Nacional de la Mujer se celebró en los Estados Unidos el 28 de febrero de 1909.
Que el feminicidio existe y es un problema todavía no resuelto en todo nuestro planeta es una realidad. No solo en los países pobres o en desarrollo, que lo vemos con mayor claridad debido a la situación precaria que todas las personas sufren, sino también en los países desarrollados.
Cada día muere alguna mujer en el mundo por el simple hecho de ser mujer. Porque la cultura machista es la que ha imperado durante siglos a través fundamentalmente de la educación social y de las religiones, que siguen siendo responsables de la sumisión de la mujer al varón. Las religiones tienen grandes asignaturas pendientes, pero la más significativa es la desigualdad que perpetúa entre hombres y mujeres, y la discriminación permanente sobre la mujer llegando a considerarla de rango inferior sin apenas valor como persona.
La violencia contra las mujeres se realiza de distintas formas. El más conocido es el maltrato en el ámbito de la pareja, “la maté porque era mía”. Sin embargo, Naciones Unidas considera que la violencia de género se manifiesta de firma física, sexual y psicológica, e identifica cinco tipos:
- Violencia en el marco de la pareja.
- Violencia sexual.
- Trata de seres humanos.
- Mutilación genital femenina.
- Matrimonio infantil.
En nuestro país, sigo muy de cerca el trabajo constante, permanente, comprometido y honesto de Susana Gisbert, fiscal contra la violencia de género y delitos de odio, además de una magnífica escritora. Ella siempre está atenta a los movimientos y cambios político-sociales en torno a la percepción social contra la violencia de género. Sus últimas declaraciones fueron muy clarificadoras: “vivimos una banalización de la situación de violencia de género que es muy peligrosa”. Según ella, y comparto su opinión, lo peor de este momento es que se detecta un hastío, pero también un blanqueamiento del problema de la violencia de género, porque está calando un mensaje “negacionista y banalizador” de este tipo de violencia.
Efectivamente, así considero que ocurre. Desde la irrupción de Vox en el panorama nacional, se ha roto el consenso en torno a la violencia de género, cuestionando la mayor, es decir, cuestionando que exista tal violencia contra la mujer por el hecho de serlo.
Cada día, algún alumno pregunta una vez más algo tan obvio como: “¿acaso las mujeres no matan también a los hombres? Y así vuelta a empezar.
Los insultos de “feminazi” circulan por las redes cada vez con mayor ligereza. Y el problema lo convierten en una guerra entre hombres y mujeres, una estrategia perversa y dañina para la convivencia social. Sin embargo, lo he comentado en diferentes ocasiones, no es la izquierda quien tiene la primera obligación de combatir a la ultraderecha en este terreno. Es la propia derecha. El partido PP con Pablo Casado a la cabeza. No pueden ayudar a “blanquear” las posiciones ultraderechistas contra la violencia de género.
Al igual que me gusta siempre mencionar a Susana Gisbert, hay otra asociación que está realizando un trabajo impagable y prometedor en torno al cambio cultural social y a la visibilización de la mujer. Me refiero a Clásicas y Modernas, y a sus componentes, que son mujeres feministas, cultas, formadas, comprometidas, trabajando incansables en fomentar bibliotecas por la igualdad, en garantizar la creatividad de las artistas y el acceso democrático a la cultura de hombres y mujeres.
Igualdad, igualdad, igualdad. Un concepto que está devaluándose y confundiéndose por la mala y banal utilización que se hace.
Un 25 de noviembre más, con muchos problemas todavía por resolver. Algunos bien visibles aunque los oculte un burka espeso y árido, otros más difíciles de asumir porque los oculta un burka cultural.
Recuerdo hoy las palabras de una amiga y referente Carmen Alborch, dirigidas a las nuevas generaciones de jóvenes: “ser mujer es algo maravilloso y que hemos de interiorizar nuestra dignidad y libertad, el respeto hacia nosotras mismas y la exigencia de que los demás también han de respetar nuestros movimientos, creatividad, espacio, sexualidad… En resumen, todo lo que implica el feminismo por definición. A mí ser feminista me da tranquilidad, porque este movimiento aporta las claves necesarias para interpretar el mundo” (entrevista realizada por Laura Bellver para CyM).
Ana Noguera