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Cómo Pudo Pasar esto

La invasión de Ucrania es un drama. Las razones superan el hecho de que sea una guerra, pues hay demasiadas activas hoy en día como para olvidarlas. No es que esta guerra sea más o menos cruel e injusta que la de Siria, Libia o Yemen, por decir algunas. Lo que probablemente nos preocupa en el fondo es que esta guerra parece desestabilizar un peligroso equilibrio, que se lleva bamboleando, al menos 20 años, desde que el trío de las Azores decidiera invadir Irak.

Soy totalmente contrario a tratar estas desgracias como “otro error de nuestra especie” o el manido “el hombre es un lobo para el hombre” (léase humano). Ni somos responsables como especie, ni somos intrínsecamente tendentes a la violencia. Vivimos, sin embargo, en un sistema mundo que depende de la acumulación por un lado y la escasez por otro, en un evidentemente difícil y, de nuevo, peligroso equilibrio. Tenemos suficiente experiencia de qué pasa cuando la balanza salta por los aires, sin olvidar que los de abajo sufren las consecuencias de este sistema todos los días, en forma de violencia armada y violencia social. Porque al final, todo es susceptible de ser negocio, y el avispado inversor puede sacar suculentos rendimientos de la muerte.

Realmente la culpa compartida, esa parte que sí tenemos todos, está en la falta de atención. Las cosas nos pasan por encima a gran o pequeña escala, ya sea una reforma laboral, un caso de corrupción o crecientes tensiones internacionales en interés de potencias militares. No hay un ejercicio individual ni colectivo de entender qué pasa y jugar nuestro rol en evitar que los eventos sucedan casi de manera natural en beneficio de la minoría. Como mucho  un tweet desgarrador o una sentida publicación en instagram con un bonito atardecer, hasta la siguiente noticia que nos conmocione durante unos días.

¿Y ahora qué hacemos? nos preguntamos, lógicamente, cuando todo ha estallado por los aires. Pero ya suele ser tarde, al menos, para evitar algunas de las peores consecuencias. ¿Se pudo evitar esta invasión? Pues quizá no, pero desde luego hemos pasado de reojo durante la escalada de tensión en la que, en mayor o menor medida, tenemos participación como Estado miembro de la OTAN y de la Unión Europea.

No tengo ni idea de qué va a pasar o cuál puede ser la solución a este conflicto. No parece que sanciones económicas, tan exitosas en la última década para empobrecer más al pueblo de los sancionados vayan a tener éxito. Lo único que pienso es que quizá el horror de la guerra, otra más, esta a las puertas de la sociedad más desarrollada y civilizada, no dicho sin ironía, sea una lección colectiva. Que nos sirva para adelantarnos a los problemas, tomar partido y no preguntarnos ¿ahora qué hacemos? cuando seamos pasajeros sin timón del próximo barco a la deriva.

Pablo Vila Chirinos

 

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