Los saharauis
La aceptación de los planes de Marruecos para el Sáhara, por parte de Felipe González II (Pedro Sánchez para los amigos), supone una vergonzante muestra más de cómo se hace política en nuestro país: aprovechando que todas las miradas están puestas en Ucrania se comete una felonía más contra el sufrido pueblo saharaui. A esto que, en derecho civil, se le conoce como nocturnidad y alevosía, en lenguaje político se denomina política de hechos consumados… o de bichos consumados ¿Qué pueden decir ahora sus minoritarios socios de gobierno? Romper y destrozar es muy fácil y Pedro, es tan bueno en esto como el Felipe, su maestro.
Una vez más, los gobiernos de España (da igual que esté el PP como el PSOE de Suresnes) se alinean con EEUU, en contra de las numerosas resoluciones de las Naciones Unidas a favor de la integridad territorial y los derechos del pueblo saharaui. Ahora, los establecidos en Tinduf, territorio estéril y baldío, no tienen más futuro que moverse en alguna dirección: si lo hacen al oeste, hacia lo que fueron sus antiguos y abandonados poblados, no hay dudas de que el ejército marroquí los masacrará; si al este, los mismos argelinos les harán la vida imposible porque les habrán dejado de ser útiles en sus propios litigios con Marruecos.
España se anexionó el Sahara en 1884 y, años después lo declaró provincia española. Pero ni los españoles, ni tampoco los saharauis, se beneficiaron nunca de sus riquezas naturales. Los expedicionarios españoles descubrieron las salinas de Iyil, una de las más ricas del mundo, pero en el Tratado de París (1900) no se percataron (un ligero despiste) de que en la frontera que Francia propuso, las salinas quedaban de la parte francesa. Después, en 1949, un geólogo español descubrió muy cerca del Aaiun, en Bucraa, el yacimiento de fosfatos más rico del mundo, yacimiento que, Franco, generosamente, regaló a los norteamericanos. La anexión del Sahara, que Marruecos se hizo a sí misma a través de la Marcha Verde, no incluyó a los fosfatos, que siguen siendo explotados por EEUU.
El pueblo saharaui siempre estuvo abandonado de la mano de Alah, de la mano de Dios y, también de la mano de Franco y del Borbón. Ahora, después de casi medio siglo de persecuciones y penurias Felipe II, perdón, Pedro, en nombre y representación de España, les termina de dar la puntilla. Mucho me temo que, a partir de ahora, la mayor parte de su más que probable éxodo se dirija a España, el país con el que ese pueblo está más vinculado, pero que al no tener los ojos azules ni traer recomendación norteamericana alguna, les va a abandonar el desodorante y no van a ser demasiado bien recibidos aquí. Al tiempo.
Miguel Álvarez