¡Por Manitú!
Hace tantos años que muchos, quizás, no lo recuerden o no lo hayan vivido. Ocurrió cuando Felipe decidió meter a España en la OTAN. Javier Krae, un notable cantautor de la época, acompañado del joven e irreverente Joaquín Sabina, cantaron la canción ¡Por Manitú! dedicada a Hombre Blanco que tener Lengua de Serpiente. Poco después, pudo comprobarse que ese Hombre Blanco no sentír ningún pudor al recorrer inmundas GALerías o cloacas con tal de arribar a su puerta giratoria.
Hoy, muchos años después, volvemos a “disfrutar” de parecido espectáculo, protagonizado por un discípulo aventajado de Hombre Blanco. Este tener también Lengua de Serpiente y volver a mentir sobre la OTAN, incumplir su palabra respecto a la cuestión saharaui, abandonando miserable y cobardemente a estos (no se olvide) ciudadanos españoles. (Resultó tremendamente humillante verle bajar la cabeza cuando el Rey de Marruecos le recriminó que se atendiese en un hospital español a un dirigente saharaui. No se puede caer más bajo)
Ahora, Lengua de Serpiente no solo nos ha metido de lleno en el conflicto de Ukrania sino que, además, nos convierte en cómplices de una de las discriminaciones más vergonzosas de nuestra historia: mientras por el norte nos van llegando refugiados VIP, por el sur, construye y refuerza vallas y barreras en estrecha colaboración con la satrapía más sanguinaria del Magreb.
Independientemente de que gobierne el PP o el PSOE, el papel que España juega con el Tercer Mundo es vergonzoso. Desgraciadamente, donde más se deja ver dicho papel es no solo en el trato que reciben los subsaharianos y marroquíes en nuestras fronteras, sino también aquellos que se juegan la vida en el mar. Pedro: no tiene perdón que te las apañes como sea para retener el buque Open Arms en el Puerto de Barcelona mientras cientos de personas se ahogan en el mar. No tienes vergüenza.
Pero lo más gordo hasta hoy han sido los sucesos de Melilla. Cuesta dilucidar qué cosa ha sido más grave: si aceptar que la sangrienta policía marroquí penetre en territorio español para sacar, machacándolos, a los desesperados y hambrientos subsaharianos que habían logrado colarse dentro de nuestras fronteras, o bien, que con la colaboración de la policía española se dedicasen a realizar las ilegales e inhumanas llamadas “devoluciones en caliente”. Lo más llamativo, por cruel y vomitivo, ha sido la masacre consecuencia directa de los protocolos de actuación de las Fuerzas de Seguridad del Estado: no solo los 37 muertos enterrados en 21 fosas, de prisa y corriendo, sin identificar cadáveres, sin conocimiento ni intervención de sus familias, sin ninguna clase de autopsias y, hasta hoy, sin intención de pedir ninguna clase de responsabilidad a nadie.
Por sus hechos los conoceréis: Lengua de Serpiente ser lo mismo que Caballo Desbocao.
Miguel Álvarez